Editorial

De la escoba como símbolo

Quadros usó la escoba en la campaña electoral

¿De qué puede ser símbolo “la escoba”, un útil de larguísima historia, que según los diferentes lugares, ha exhibido distintas formas, y que ahora se asiste a la pretensión de reemplazarla por la aspiradora?

Es indudable que la pregunta admite diversas respuestas, pero al plantearnos el objeto de nuestra nota, vino a nuestra memoria el recuerdo de Janio Quadros, un brasileño candidato a presidir su país, quien salió victorioso en el envite –existen quienes dijeron que “había arrasado” en las elecciones- utilizando la imagen de una escoba, como símbolo de su campaña. Es que un buen barrendero, con mejor escoba todavía, cabe asociarlo, en casos como el suyo, con la imagen de un “gobierno limpio”.

Es que, como es obvio, la escoba se utiliza para barrer, y lo que, apelando a ella como bandera de campaña, nuestro personaje estaba queriendo significar que su intención era, de ganar las elecciones, “barrer la corrupción” que ensuciaba a su país, sin dejarla siquiera permanecer en los lugares más recónditos.

Porque ‘barrer’, y hacerlo bien, se trata de algo bien distinto al esconder la basura bajo la alfombra. Sobre todo en países como los nuestros, en los cuales tantas veces ni siquiera se ve a muchos tomarse el trabajo de disimular sus trapisondas de esa manera.

Algo que en el caso de ese país, estaba claro, y hasta era admitido por tantos, cuando el eslogan de campaña de otro político, gobernador en su momento del Estado de San Pablo y candidato, en su caso perdedor a la presidencia, era lo que en una pésima traducción le hacemos decir “roba, pero hace”.

En tanto, a lo que estamos aludiendo, acaecía en los inicios de la década de los años 60 del siglo pasado. Cabe agregar que Janio Quadros duró tan solo seis meses en la presidencia, ya que a esa baja altura de su mandato, decidió marcharse a su casa. Una decisión que nunca tuvo sino explicaciones poco claras, que tenía más de especulación que de certezas.

La más razonable –algo que significa que sea la más ´plausible, pero quizás no la verdadera- es que “utilizar la escoba” de manera exitosa, tiene mucho que ver con la habilidad del barrendero, pero también que cuente con la aptitud necesaria y suficiente como para poder “hacer a un lado”, a los que por razones obvias se empeñan, utilizando toda clase de triquiñuelas, con el objeto de impedir que el barrendero, barra”.

Por otra parte, como es sabido y hasta notorio, los niveles de corrupción en nuestro país, han llegado en los ámbitos gubernamentales –sin olvidar a los que del otro lado del mostrador, se muestran con distintos grado de complacencia a entrar en connivencia- a un grado tal que se ha convertido en una de las causas decisivas del proceso de descomposición social que nos aqueja.

Es precisamente por eso que numerosos compatriotas, a título personal o como integrantes de diversos nucleamientos inquietos por el estado de la cosa pública, se los ve activos en propulsar diversas iniciativas, que vengan a jugar el rol de obstáculos contra la tentación de los corruptos potenciales y una sanción sobreañadida a quienes delinquen.

Una de ellas, es lograr un acceso casi irrestricto a la información pública. Y a ese respecto debe señalarse con satisfacción, que se asiste a avances importantes en esa materia, - sin que como es lógico- se sigan enfrentando reticencias y maniobras evasivas en el suministro de datos. Mecanismo que no es otra cosa que un instrumento fundamental para que se respete el imperativo constitucional de la publicidad de los actos de gobierno.

Mayor resistencia se observa en cuanto a otra exigencia que hace a la idoneidad de nuestros funcionario – hay que tener en cuenta que un ingrediente de la idoneidad, resulta el de ajustar actitudes y conductas a normas éticas-, la que tiene que ver con el cumplimiento del requisito de la “ficha limpia”, como exigencia para acceder en cargos estatales.

A ese respecto se hace necesario señalar dos circunstancias que vienen a impedir, o al menos a acotar esa exigencia. La primera de ellas es la resistencia que se encuentra entre un número significativo de legisladores nacionales, para que se dicte una ley con ese propósito. La segunda, tiene que ver con la clase de funcionarios públicos alcanzados por esa exigencia.

Y es a este respecto que cabe señalar que algunos textos o proyectos de legislación limitan la exigencia de “la ficha limpia” ya a los legisladores, ya a junto con ellos a todos los que ocupan cargos electivos en la organización estatal. Mientras que se ve en otros casos acotar el número de delitos a los que cabe esa inhabilitación. O sobre el momento a partir de la cual la misma debe ser aplicada, o sea si es suficiente un auto de procesamiento firme; o si se requiere contar con una sentencia judicial aunque la misma no haya adquirido estado de firmeza, o si se debe contar con una de estas últimas características. A lo que se agrega que si existe la posibilidad que “la ficha se limpie” con el transcurso del tiempo, o si la “marca” es inextinguible.

Una cuestión compleja, cuya postura extrema es dejar a las “fichas sucias” sin limitación alguna, o inhabilitar de manera permanente a todo aquél que cometiere un delito doloso de cualquier tipo.