Economía

El futuro impredecible

La diferencia entre lo que se esperaba para 2018 y la realidad habla de lo impredecible que sigue siendo Argentina.

Durante la conferencia de prensa ofrecida el lunes, al término de la reunión del G-20, el Presidente se encargó de enfatizar que en el Gobierno ya no quieren hacer más pronósticos.

Lo ocurrido con las variables macro durante 2018 no estaba en la mente de nadie a fin de 2017. En aquel momento, los vientos globales soplaban favorables, Argentina no tenía problemas en financiarse en los mercados internacionales, y el problema era el exceso de dólares que sobrevaloraba al peso y aumentaba los déficits externos del país.

En ese momento, los pronósticos recogidos en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) por el Banco Central daban cuenta del optimismo general, que incluía incluso a aquellos economistas más críticos de la política económica. El Gobierno había arrasado en las elecciones de octubre de 2017 y la gradualidad en el ajuste de los desequilibrios parecía funcionar de manera aceitada.

En ese contexto, el REM de diciembre de 2017 esperaba que el PBI creciera 3,2% en 2018 y 3,3% en 2019, que la inflación cayera a 17,4% en 2018 y 11,6% en 2019 y que el dólar a fin de 2018 tuviera un precio de $20,40 y a fin de 2019 estuviera en $22,60.

Lo ocurrido con las variables macro durante 2018 no estaba en la mente de nadie a fin de 2017

Con esas expectativas arrancamos el año. Pero a poco de arrancar 2018, nos encontramos de frente con el tren del aumento de la aversión al riesgo en los mercados globales. Los mercados emergentes, hasta entonces destino dilecto del ahorro global, dejaron de ser atractivos por motivos que les eran ajenos: el aumento de las tasas de interés y el aumento del déficit fiscal en los EE.UU., que pasó a ser una aspiradora de fondos globales.

Ante este escenario, las vulnerabilidades macro de la Argentina salieron a la luz, y la gradualidad dejó de ser una opción viable. El mercado, actor imprescindible para nuestra economía, eternamente corta de dólares, forzó la aceleración del ajuste. No había más dólares baratos para los mercados emergentes, pero en el caso de Argentina la acumulación de desequilibrios y la inexistencia de ahorro interno que compensara la huida del ahorro externo hizo que el apretón se sintiera más fuerte que en otros países.

Como el Gobierno optó por no seguir la histórica línea de reacción argentina (romper contratos, imponer controles al movimiento de capitales, dejar de pagar la deuda pública), debió hacer lo que a ningún político place: ajustar el cinturón. Forzado por la realidad, debió pasar de la disciplina retórica a la disciplina concreta.

Al ajuste que forzó el mercado, el Acuerdo del FMI le puso en cifras claras, que limitan la capacidad del Gobierno para hacer macanas. Cifras que limitan el margen de maniobra de la política fiscal, la política monetaria y la política cambiaria, con el fin de corregir aceleradamente el desequilibrio presupuestario y el déficit de cuenta corriente.


“Los pronósticos dicen usualmente más sobre el pronosticador que sobre el futuro”

Pero ni siquiera los límites del FMI alcanzan para predecir cómo reaccionarán las variables que importan a la gente: actividad, empleo, precios. Para éstos, siguen existiendo los pronósticos. Esos que el Gobierno ya no dice hacer, aunque estén escritos en el Presupuesto.

Como demostró 2018, muchas de las variables que más influyen en el derrotero general de nuestra economía tienen su origen en decisiones que se toman fuera del país. De lo que podemos manejar para disminuir nuestra vulnerabilidad ante el cambio en estos factores externos, se ha encargado el acuerdo del FMI.

Esta semana se publicó el REM correspondiente a noviembre de 2018. Estos pronósticos recientes muestran con claridad la magnitud del yerro de diciembre de 2017. Se proyecta un PBI que cae 2,4% este año y 1,2% en 2019, una inflación minorista de 47,5% en 2018 y de 27,5% en 2019, y tipos de cambio de $39 y $48,50 por dólar para fin de 2018 y 2019, respectivamente.

El Gobierno hace bien en llamarse a silencio en cuanto a hacer pronósticos. Aunque deberíamos estar advertidos respecto de que también conviene tomar con pinzas los pronósticos del REM.

El famoso inversor Warren Buffett acuñó la frase que dice que “Los pronósticos dicen usualmente más sobre el pronosticador que sobre el futuro”. Nada más adecuado para reflejar lo que nos pasó en 2018: en Argentina no es menor el riesgo de que un pronóstico acabe convertido en caricatura.

Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa