El concordiense Federico Bruno quizás esperaba quedar entre los primeros 50 como principal meta, pero la dureza del maratón de Río lo sorprendió. Probablemente haya creído que la única manera de que su esfuerzo sea reconocido era llegar a la meta entre las primeras posiciones (dentro de lo lógico, ya que el predominio africano en la prueba es evidente), pero el mundo le dio una muestra de afecto descomunal.
Así fue como, primero desde su ciudad, el descomunal esfuerzo del atleta fue halagado. Poco a poco fue tomando repercusión nacional, logrando llegar hasta los medios deportivos más importantes del país y también otros del interior.
<h5>Los calambres dieron la vuelta al mundo</h5>
El atleta, que sostuvo que "para ser olímpico hay que llegar a la meta" y que esa máxima fue lo que lo mantuvo hasta el final, estuvo en la mira, al menos por un rato, del resto del mundo. Junto a él quedó inmortalizado su amigo de competencia, el paraguayo Ayala, que lo apoyó anímicamente durante el último tramo.
Fuente: elentrerios.com