Conducción y liderazgo

El poder, la ignorancia y la perversión

En la columna anterior me he referido a los conceptos de resiliencia, creatividad y tolerancia a la frustración, que en el caso de los lideres en la Argentina intenté resumirlo en la célebre frase de Inodoro Pereyra “Mal pero acostumbrado” y que de algún modo describe en qué marco o escenario deben hacerlo quienes conducen en nuestro país.

Entre los comentarios también recibí una pregunta de una joven que originó el título de esta columna: ¿HASTA CUÁNDO SE PUEDE SER RESILIENTE, CREATIVA Y TOLERANTE A LA FRUSTRACIÓN, SI QUIEN DIRIGE ES UN IGNORANTE Y PERVERSO?”.

Debo confesar que mi primera impresión fue que se refería a alguna experiencia dentro del ámbito de la política, que por cierto y lamentablemente abundan y donde encontrar ejemplos con nombres y apellidos no es una tarea difícil, pero sí dolorosa.

Lo peor de la ignorancia es que a medida que se prolonga adquiere confianza y en el poder es caótica.

Afirmaba Yuval Noah Harari:

“La ignorancia no es tan relevante hasta que se combina con el poder, en cuyo caso puede tener efectos devastadores”.

Del mismo modo lo afirmaba el filósofo español Emilio Lledós:

“La ignorancia individual es inocente pero un ignorante con poder es catastrófico para una Sociedad”

Todos en nuestra trayectoria profesional hemos tenido este tipo de experiencias. Recuerdo que trabajando para una empresa de ingeniería nuclear de carácter público-privada designaron un director al que debía reportar y que no tenía la menor idea del área de Recursos Humanos que estaba a mi cargo, mucho menos de la contribución del conocimiento de profesionales altamente calificados y escasos.

Sus exigencias sobre el control de horarios, de la pausa del mediodía, o del horario de salida era su obsesión. No importaba si esos profesionales para resolver un problema del proyecto permanecían hasta la medianoche, un proyecto de enorme complejidad tanto desde lo técnico como desde sus impactos en la seguridad física y ambiental. Nada debía quedar librado al azar o al “más o menos”.

Un año antes habíamos implementado un sistema de horario flexible muy innovador para aquella época. Nuestras diferencias en el concepto de gestión eran diametralmente opuestas, además del mal trato personal que recibía, solo que él tenía el poder formal sobre mis responsabilidades. Imaginen nuestras largas discusiones y mi negativa a retrotraer un sistema de cumplimiento de horarios inadecuado a la actividad. Finalmente, los mismos colaboradores se negaron a retomar el modelo anterior.

Sostenía Machado que “en el poder todo lo que se ignora se desprecia” y este es un ejemplo real de dicha afirmación.

Una situación actual y muy frecuente es cuando quienes lideran o gestionan se sienten desbordados por la tecnología y por el dominio que de la misma tienen las nuevas generaciones de trabajadores. La natural desactualización que genera la velocidad del desarrollo tecnológico y su aplicación requiere de humildad y aceptación por parte de quienes tienen personal a cargo.

La semana anterior en una reunión que mantuve con un empresario PYME del sector metalúrgico, líder en su actividad, me compartía que solo había hecho el primer año de la escuela técnica, que no le gustaba estudiar y que prefirió trabajar.

Ante mi pregunta de cómo hacía para que sus productos y soluciones sean tan innovativas me respondió:

“Siempre tuve en claro que debía rodearme de colaboradores que fueran mejor que yo”

No siempre encontramos ejemplos como el que describí; sin embargo, las empresas que permanecen en el tiempo solo lo pueden hacer cuando quienes dirigen poseen la humildad de reconocer sus limitaciones y su sana ignorancia.

En relación con la PERVERSIÓN se puede aseverar que “el encanto del poder puede arrastrar a cualquier persona a perder su relación con la realidad, la fascinación por mandar y ver con sumo placer que las órdenes se cumplen, no importa cómo, el deleite por tomar decisiones que nadie puede contradecir, esa sensación mágica que genera convertirse en el centro de atención, esa excitación que se siente por el reconocimiento permanente, por las alabanzas o halagos gratuitos o falsos, ese poder para despedir o rebajar a cualquier colaborador, ese sentimiento de que nadie puede contradecirte, TODO ESO ES PERVERSIÓN. Criminal cuando se sabe que el otro lo acepta por necesidad.

La perversión es en definitiva la manifestación de la violencia de quien no tiene razón, pero sí tiene el privilegio del poder.

Quiero agradecer a la joven que me planteó su cruda realidad; es poco frecuente que cuando hablamos de liderazgo nos referimos a estas realidades, tal vez porque cuando pensamos en los líderes tenemos tendencia a imaginarnos buenos líderes.

Su pregunta me motivó para traer este tema en la columna de hoy. Solo puedo recomendar no negociar con estas situaciones; aun cuando las necesidades nos compliquen, siempre habrá alternativas menos insalubres.

He dejado de lado otras perversiones como el acoso laboral y otros tipos de acosos que también aprovechan o hacen uso de las necesidades ajenas. Detestable.

Fuente: El Entre Ríos