Política

La crisis del gobierno de Milei, vista desde la otra orilla: “La política argentina no suele resultar fácil de interpretar para los uruguayos”

Como es habitual, la prensa uruguaya sigue de cerca los acontecimientos en la Argentina. En la edición de este martes del diario montevideano El País, el columnista Hernán Bonilla firma un escrito titulado “Argentina en su laberinto”.

Bonilla admite que no es nada sencillo para los uruguayos decodificar las complejidades de la política argentina, protagonizada por partidos políticos que “aparecen y desaparecen, cambian de nombres o alianzas”.

En un intento por escarbar en las causas de la derrota electoral del gobierno de Milei en provincia de Buenos Aires, el columnista uruguayo menciona varias: “En parte puede deberse a los escándalos de presunta corrupción cercanos al presidente, en parte a la decisión del gobierno de impedir por vía judicial la difusión de audios en poder de la prensa, en parte también puede deberse a una economía con luces importantes como la baja de la inflación y de la pobreza, pero también con sombras como las dificultades para captar inversiones y generar empleo”.

Pero, a renglón seguido, remarca una faceta que le resulta asombrosa: “quizá el factor más relevante tenga que ver con las formas del gobierno. Pocas veces se ha visto a un presidente y a su equipo mantener el grado de virulencia que ha tenido el actual con propios y ajenos. Hasta los legisladores que acompañaron las iniciativas del Poder Ejecutivo, gobernadores y periodistas fueron denigrados hasta el hartazgo de forma muy difícil de entender”.

Aquí, el escrito completo:
Las elecciones legislativas de la Provincia de Buenos Aires del pasado domingo cobraron una dimensión mucho mayor a su importancia material. Con candidatos prácticamente desconocidos y de escaso peso político, la contienda en los hechos se transformó en una batalla entre el oficialismo libertario y la oposición kirchnerista y, por lo tanto, en una medición de fuerzas que pautó una dura derrota para el gobierno.

La política argentina no suele resultar fácil de interpretar para los uruguayos. Los partidos políticos aparecen y desaparecen o cambian de nombre o alianzas. Los políticos se cambian de partido con naturalidad. Las fechas de las elecciones cambian, se “desdoblan” y existen, por tanto, muchas elecciones a lo largo del año. Lo cierto es que, en la antesala de las elecciones legislativas a nivel nacional del mes próximo, una elección menor cobró gran dimensión.

Lo cierto es que el kirchnerismo bajo el lema Fuerza Patria obtuvo el 47,3% de los votos mientras que La Libertad Avanza alcanzó el 33,7%, una diferencia bastante mayor a la que presagiaban las encuestas. No es fácil interpretar este resultado. En parte puede deberse a los escándalos de presunta corrupción cercanos al presidente, en parte a la decisión del gobierno de impedir por vía judicial la difusión de audios en poder de la prensa, en parte también puede deberse a una economía con luces importantes como la baja de la inflación y de la pobreza, pero también con sombras como las dificultades para captar inversiones y generar empleo.

Cada uno de estos factores pueden tener su peso, ya que no parecen existir demasiados méritos desde el campo opositor para explicar el resultado. Pero quizá el factor más relevante tenga que ver con las formas del gobierno. Pocas veces se ha visto a un presidente y a su equipo mantener el grado de virulencia que ha tenido el actual con propios y ajenos. Hasta los legisladores que acompañaron las iniciativas del Poder Ejecutivo, gobernadores y periodistas fueron denigrados hasta el hartazgo de forma muy difícil de entender. Sí parece más comprensible que finalmente muchos empezaron a cansarse del gobierno y las defecciones hasta resultaban naturales.

Lo cierto es que Argentina se encuentra, una vez más, en una situación sumamente compleja. Un gobierno que ganó las elecciones porque predominó un clima en que no se quería a ningún político de la viaja guardia, ya fuera kirchnerista o macrista, se enfrenta a un resultado electoral adverso que sumado a las situaciones adversas de las semanas previas lo pone en jaque.

En un discurso muy poco común el presidente Milei reconoció sin ambages la derrota, prometió autocrítica y expresó que se mantendría el rumbo económico. Del otro lado quedó instalada la candidatura hacia 2027 de Axel Kicillof, que parece querer intentar romper la maldición presidencial de los gobernadores de la provincia de Buenos Aires.

Las semanas que restan para las elecciones legislativas de octubre pueden hacerse largas para el gobierno si la economía empieza a enrevesarse con la suba del dólar y el riesgo país o cortas si el presidente Milei reacomoda el equipo y logra proyectar un liderazgo sólido que convenza a los argentinos. En cualquier caso Argentina parece estar una vez más atrapada en un laberinto en que la salida no luce nada sencilla.


Fuente: El País de Montevideo