Conducción y liderazgo

La espada de Domacle

La espada de Damocles

Quiero agradecer todos los comentarios y reflexiones que me hicieron llegar en relación con la columna dedicada a los Lideres Tóxicos, lamentablemente no solo en el ámbito de la política, sino que también se da en el ámbito de las organizaciones públicas y privadas, con y sin fines de lucro.

En el sector privado, los espacios temporales suelen ser acotados; las organizaciones, por su propia necesidad de subsistencia, los terminan expulsando. No ocurre lo mismo en el sector público, con consecuencias nefastas en la eficiencia y la eficacia que ello conlleva, y que afecta directamente a la calidad de vida de la sociedad civil, que paradójicamente suele ser utilizada como el gran objetivo y desafío en las campañas políticas. Demasiada hipocresía si observamos los resultados que sufrimos en cualquier área que consideremos.

Muchos de los comentarios que recibí planteaban que un camino necesario para recuperar nuestra calidad de vida y evitar la aparición de liderazgos tóxicos es la EDUCACIÓN, recuperar lo que diferenció y posicionó a nuestro país en un lugar de privilegio.

Lo comparto absolutamente, pero no es solo la jerarquización del docente que debemos recuperar; también debemos exigir que el sistema educativo no sea rehén de personajes indeseables que solo priorizan sus intereses personales, a veces matizados en falsos rasgos ideológicos.

La realidad es que discutir y construir un modelo educativo eficiente no forma parte ni les importa a esos personajes. Proponer la mejora continua de las capacidades docentes, la integración con el mundo de la producción y los servicios, formar parte de redes globales que nos permitan salir de la estúpida creencia de que somos el ombligo del mundo o que Dios es argentino, no pertenece a los valores de esa dirigencia.

En estas últimas semanas tuve la oportunidad de reunirme con distintos sectores de la producción y de servicios. Todos sin excepción me compartían las enormes dificultades que sufren para encontrar y emplear personal calificado.

No solo la automotriz de origen japonés no pudo incorporar personal para cubrir alrededor de 200 vacantes; lo mismo le ocurre a cualquier PYME que tiene la necesidad y desea emplear nuevos colaboradores. No los encuentran…

En la dirigencia sindical, salvo algunas excepciones, no se han planteado cómo resolver la falta de personal calificado, así como tampoco poder reducir la informalidad, cualquiera sea el sector que analicemos.

Bajo el lema de “vamos a defender la dignidad del trabajador y sus derechos” sigo sin entender cómo los sindicatos no se cuestionan por qué se han ido tantas empresas del país, y no porque lo que generaban no se requiera, sino porque no les es sostenible económicamente. La conflictividad laboral, la industria del juicio, el cambio permanente de las reglas de juego y la insoportable carga impositiva son algunos de los factores que las obligaron a dejar el país.

Hasta ahora no escuché de ninguna entidad sindical una sola propuesta de cómo comenzar a resolver esta situación, que por otro lado les afecta directamente en el número de afiliados.

Hace unos años, en una reunión del Mercosur, un representante sindical de un país vecino me preguntó “¿cómo hacen los argentinos para aceptar que un dirigente sindical se movilice en un auto importado y además con custodios? En mi país es impensable tal situación”. Yo no tuve respuesta.

Que en el país haya casi 5.000.000 de cuentapropistas no es un buen indicador de la calidad del empleo en la Argentina. Eso es una VERDADERA PRECARIZACIÓN LABORAL, justamente otro de los lemas de la lucha sindical. Paradójico por cierto…

Retomando la necesidad de asumir a la EDUCACIÓN como columna fundamental de la genuina reconstrucción de la Argentina, la responsabilidad de educar excede al rol del docente. La sociedad como un todo también debe contribuir en el proceso de recuperación, exigiendo el respeto y buen desempeño de las Instituciones.

Abundan los ejemplos que a diario observamos de cómo se ha ido deteriorando nuestro nivel de educación y respeto por el otro. Un ejemplo reciente afectó seriamente a la historia de Cicerón y su relato sobre el tirano Dionisio (356-260 AC).

Una senadora de la Nación fundamentó su voto haciendo referencia a La espada de DOMACLE, sin capacidad para AFRENTAR el asombro de algunas caras de otros senadores.

En esta oportunidad, no me referiré al aprendizaje y dominio del idioma inglés para desempeñarse como el máximo representante del País en el mundo de las Relaciones Internacionales. En este caso se podría sostener que “la culpa no es del chancho sino del que le da de comer”.

También es muy válido sostener que un país tiene el gobierno que se merece.

Fuente: El Entre Ríos