Inseguridad

La inseguridad, en primera persona

Caminaba por su barrio y hacía compras. En un instante, la calle se volvió temerosa. Observó un intento de hurto, se involucró, pidió ayuda y todo terminó con un hombre disparando a mansalva.

Había sol. Era de mañana. Ella realizaba compras. Primero no prestó atención, después sí y finalmente pidió auxilio a los gritos. Ocurrió antes de las 10 de la mañana, en el barrio San Agustín, al este de Concordia.

La esquina de Misiones y Chabrillón es muy transitada, incluso por colectivos del servicio de transporte urbano de pasajeros. Una cuadra hacia el norte hay una escuela, la primaria N°72 “Trabajador Comunitario”. “No había nadie justo en ese momento”, recordó Virginia, en diálogo con <b>concordia.elentrerios.com</b>

“Primero no presté atención, después vi y empecé a gritar asustada”, explicó. El cuadro lo componían tres personas: dos jóvenes, presumiblemente adolescentes, y una mujer, de entre 30 y 40 años y de contextura grande. Uno de los delincuentes la sujetaba, mientras que el otro la golpeaba por todos lados intentando quitarle la cartera.

“Pedí ayuda a los gritos y logré que se detenga una moto”, relató la testigo del episodio. A bordo iba una pareja. El hombre que conducía bajó, impulsado por la mujer que lo acompañaba. Se dirigió hacia dónde estaban los tres.

Silencio, parálisis, sorpresa. El hombre sacó un arma y, sin mediar palabra, le apuntó a los delincuentes que rápidamente soltaron a la mujer. “Cuando ella se aleja del lugar, este hombre disparó”. Fueron 1, 2, 3 y hasta 5 balazos. No hubo heridos. Rápidamente los dos jóvenes abandonaron el lugar.

Inmediatamente después, el que disparó decidió retirarse del lugar, pese a que su acompañante le sugirió asistir a la víctima del intento de robo. “Tengo un arma, les disparé y ellos me vieron. Vamos”, le dijo y emprendieron la marcha en su moto. ¿Quién era? ¿Por qué transitaba armado? ¿Tenía autorización para portar un arma?

Testimonios de vecinos, ratificados por la víctima, coincidieron en afirmar que los jóvenes delincuentes son conocidos del barrio. La mujer se repuso y abordó un colectivo. Vecinos y curiosos se acercan hasta el lugar. Era tarde: víctima, victimarios y el hombre armado ya se habían ido. Había pasado de todo, pero cada cual hizo como si nada.

Fuente: concordia.elentrerios.com