Habla Gobernador Mansilla

“Estaba enloquecido con ella”: una relación clandestina y tóxica, clave del femicidio de Daiana

La desaparición y posterior hallazgo sin vida de Daiana Magalí Mendieta generó una fuerte conmoción en Gobernador Mansilla (departamento Tala), una localidad de unos 2 mil habitantes.

La joven de 22 años era ampliamente conocida en el pueblo, donde vivía junto a su familia y trabajaba en el campo con su padre. Su ausencia interrumpió la rutina habitual de la comunidad, que rápidamente se movilizó para participar de su búsqueda.

“Era imposible no cruzarla, imposible no conocerla”, resume una vecina que asistió a la movilización realizada frente al banco rojo de Mansilla, símbolo local contra la violencia hacia las mujeres.

La noticia de su muerte impactó no solo por el hecho en sí, sino por el perfil de la víctima y por los vínculos que mantenía con el principal sospechoso, con quien había tenido una relación clandestina.

“Él estaba enloquecido por ella”
El detenido es Norberto Gustavo Brondino, de 55 años de edad, productor y contratista rural, conocido como “Pino”. Vive en Mansilla desde siempre, donde tiene esposa y un hijo de 18 años. Los vecinos lo definen como un hombre tranquilo y reservado, pero quienes conocían a la joven cuentan otra historia.

Una amiga muy cercana, que pidió mantener el anonimato, fue tajante: “Ella frecuentaba con este hombre. Él estaba enloquecido por ella. Ella se había puesto de novia hace poco y medio que (el sospechoso) la celaba”, contó.

Daiana estaba conociendo a un chico de su edad y quienes la rodeaban la notaban distinta. “Estaba feliz, se la veía mejor que nunca, reluciente”, dijo otra amiga. Pero el vínculo con Brondino, según quienes conocían la historia, había sido “tóxico”.

“Era algo raro. Él decía que si no iba a ser suya, no iba a ser de nadie. Se veían a escondidas porque él tenía mujer y también porque esto era algo clandestino”, remarcó.

En el pueblo, muchas mujeres describen esa misma lógica: hombres mayores que se aprovechan de chicas jóvenes, con promesas vacías. “Acá es común que haya hombres grandes con chicas jóvenes del campo. Es algo que muchos lo naturalizaron”, expresó.

Los investigadores sospechan que los celos fueron el detonante. Confirmaron que hubo llamadas entre ellos antes de que ella desapareciera y que las cámaras registraron la camioneta Toyota Hilux de Brondino cerca de la casa de Daiana esa noche.
Así era Daiana Mendieta
Daiana tenía 22 años. Era la tercera de cinco hermanos. Su papá, Diego, era su compañero de trabajo en el campo. “Era muy cercana a él. Soñaban con irse a España juntos”, recordó Naira Cosso, su amiga de toda la vida.

El año pasado se había recibido de perito clasificadora de granos, un orgullo que compartió en redes. Jugaba al vóley, iba al gimnasio, escribía poemas y era fanática de la astrología. “Te decía con quién eras compatible según tu signo”, contó Naira, sonriendo con nostalgia.

Tenía una cuenta paralela donde subía textos y fotos familiares: con su padre en el campo, en el cumpleaños de su mamá, con amigas en las fiestas del pueblo. En todas se la ve feliz, luminosa.

“Era muy alegre, charlatana, inteligente. Te contaba todo y era muy responsable”, evocó su profesora de Lengua y Literatura, Daniela González. “Trabajaba, estudiaba y escribía para expresarse”, resaltó.

“Venía de trabajar desde temprano con su papá y aun así llegaba al aula con energía. Era muy charlatana y compañera. Siempre estaba contenta”, agregó Valeria Rodríguez, su profesora de Formación Ética. “La recordamos viva, porque estaba viva. Este dolor es enorme”, lamentó.
Herida abierta
Desde el día en que desapareció, el pueblo se organizó para buscarla. Cuando la encontraron, las marchas se transformaron en reclamo de justicia. Frente al banco rojo de Mansilla, símbolo contra la violencia de género, los vecinos armaron un altar con flores, velas, fotos y carteles.

“Es lamentable que conozcan nuestro pueblo por esto”, dice Rodríguez. “Pero no vamos a dejar de venir. No vamos a abandonar esta lucha”, advirtió.

En Mansilla, la historia de Daiana rompió el mito de que la violencia ocurre “en otros lugares”. Ella no estaba sola, no era una desconocida. Era una joven con sueños, con trabajo, con proyectos.

Fuente: Clarín