Economía

¿Quo vadis, Guzmán?

Se acelera cronograma del Ministro sin que se pueda ver aun la luz al final del túnel

Con buenas y malas noticias comienza la semana durante la cual, según el cronograma del ministro Guzmán, se da el “Lanzamiento de la Oferta” a los tenedores de la deuda externa.

La buena noticia es que hay avances concretos: fueron finalmente contratados el agente de información (Morrow Sodali), el agente de distribución (Lazard) y los asesores financieros (Bank of America y HSBC).

La mala noticia es que la estructura de la oferta debería haber tenido “intercambios” con los mayores acreedores. Sin embargo, la anécdota cuenta que más que “intercambios” hubo una sucesión de clases individuales del Ministro a los acreedores.

Hace unas semanas, en el Congreso, el Ministro refutó las calificaciones de “amistosa” u “hostil” para la negociación, enfatizando que sería “sustentable”. El problema, que quizás no figure en los libros de texto, es que una negociación supone dos partes.

Buena parte de los acreedores argentinos proviene de jurisdicciones donde la buena fe pesa fuerte cuando las cuestiones no pueden resolverse por las buenas y pasan a las cortes. Argentina es fiel testigo del costo que supone la ausencia de buena fe.

Los acreedores siempre han tenido la capacidad de esperar más tiempo que el que suelen durar nuestros ministros de economía

El viernes, tenedores de los títulos argentinos recibieron una invitación a “identificarse” con Morrow Sodali, de forma de “facilitar la comunicación con ellos”. Una rareza, pues en líneas generales los bonistas actúan a través de sus bancos custodios, a quienes instruyen para aceptar o rechazar las propuestas de los emisores.

Esta invitación a identificarse es similar a la que de manera infructuosa hizo el gobernador Kicillof hace un par de meses. En Argentina, esta invitación evita que muchos acreedores residentes en el país aparezcan y, por consiguiente, pone en riesgo los procesos – como ocurrió con la provincia de Buenos Aires, que no puedo identificar a casi 25% de sus acreedores.

Ni los contratos ni los usos habituales en estos procesos fuerzan a los bonistas a identificarse. Es más, ningún argentino en su sano juicio ansía una “comunicación” directa con el Ministerio de Economía, que lo expone a un potencial apriete.

No es ésta una suposición descabellada: esta misma semana algo así se observó durante el canje ofrecido por el bono llamado BOGATO 2020, o también A2M2, que venció el viernes. Para no emitir los pesos que demandaría el pago, la Secretaría de Finanzas ofreció un canje por nuevos títulos, que fue apoyado por 65% de los tenedores del A2M2. Uno de los pilares de este apoyo fue la “comunicación” directa de Finanzas con los tenedores.

En este caso, los inversores ya tenían un título del gobierno en cartera, así que cambiaron un bagre por otro. Pero este lunes se emitirá una Letra de corto plazo (no en canje), para la cual el mercado ya anticipa llamados coercitivos.

¿Es de buena fe que un emisor que reconoce no poder pagar invite a los inversores a comprar sus emisiones? Quizás, Guzmán debería admitir las restricciones y dar una solución de fondo al asunto de la deuda en pesos: o emite para pagar, o reperfila todo por decreto. Estas soluciones son más sanas que los aprietes.

Para ello, aplica técnicas extravagantes y, en algunas ocasiones, alejadas de la buena fe

Pero el ministro Guzmán parece preferir brindar al mundo una lección sobre la resolución de los conflictos de deuda; probar empíricamente las hipótesis que elaboró durante años en la academia.

Para ello, aplica técnicas extravagantes y, en algunas ocasiones, alejadas de la buena fe. No es una mirada subjetiva: el viernes, el riesgo-país había trepado a un nuevo máximo y gran parte de los bonos soberanos operaba por debajo del 40% de paridad.

Algún pícaro podría suponer que la táctica negociadora pretendía esta caída de precios, de forma tal que la oferta final luzca atractiva, más allá de la pérdida de valor nominal que suponga. Pero, a la vez, un precio menor podría suponer un mayor riesgo (percibido) de default. Una oferta hostil no volará, por más “sustentable” que crea Guzmán que es. Los acreedores siempre han tenido la capacidad de esperar más tiempo que el que suelen durar nuestros ministros de economía.

Para consolidar su posición política, Alberto Fernández ha puesto a la resolución del problema de la deuda en un lugar central. El mal manejo de la deuda en pesos y las extravagantes tácticas de Guzmán para la deuda externa ponen en riesgo la resolución del problema. Una tercera proposición compondría un silogismo: las tácticas de Guzmán aumentan el riesgo político.

Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa