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No sé si ustedes coincidirán conmigo, en que las dosis de rabiosos enojos que acumulamos en nuestro interior, se vuelven día a día más difíciles de reprimir, y que por eso se las ve hasta con una frecuencia más que cotidiana aflorar.

Dejemos de lado el caso de los ladrones, que se ha transformado entre nosotros en una forma de trabajo informal. E inclusive los casos en aumento de mujeres muertas por varones despreciables precisamente por el desprecio que muestran para con sus víctimas y por el hecho de que, se me ocurre, nunca se ha visto degollar tanta cantidad de gente desde los tiempos de La Mazorca.

A lo que me refiero es a esa bronca imprecisa y reprimida que brota de repente, generalmente sin motivo, y que se muestra perversa por la furia que expresa y la intención incontrolada de dañar que vienen a mostrar.

No es el caso que estemos enojados con nadie en particular, sino que parecemos estarlo con todos, incluyendo en ese todo a cada uno de nosotros, o sea que damos la impresión de estar enojados con la vida, la peor cosa que se puede imaginar.

Tenemos entonces que buscar una manera regulada de sacarnos la bronca que llevamos dentro limpiando alma y corazón, como diría Scioli.

En Rusia, no me pregunten el lugar porque no lo sé, parece que lo hacen a cachetada limpia aplicando el método Sirchev que paso a describir. Es que, según me han dicho allí, se celebra el Festival Internacional Multideportivo Sarychev, un evento deportivo de dos días de duración.

La competición se realiza por parejas. Los dos hombres (pueden ser también dos mujeres, aunque nunca un hombre y una mujer, ya que ello solo está contemplado para que lo hagan dentro de su hogar) se deben colocar en los lados opuestos de un podio mientras se turnan para abofetearse la cara sin piedad. La “lucha” no termina hasta que uno de los dos se rinde o queda noqueado por su contrincante.

Instantes previos a que comience la competición, los participantes deben aplicarse una especie de cal en las manos. Además, cada uno de ellos cuenta con un asistente para evitar que se caigan al suelo en caso de sufrir un fuerte golpe; así como asistencia médica si se llega a sufrir una pérdida de conocimiento o un sangrado en el rostro.

Y todo esto frente al público, cobrando entradas, y con la posibilidad de ganar un suculento premio.

¡No me van a decir que no es genial!
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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