Dicho de una manera gráfica “la calle está que arde” y se nos ocurre que no es necesario ser profeta, para afirmar que puede llegarse al incendio, si los dirigentes de los sectores movilizados no se ocupan de poner paños fríos en un estado de ebullición que hasta ahora ellos han alimentado, siendo conscientes –o al menos debiendo serlo- que de esa forma no hacen otra cosa que empeorar el actual estado de cosas, sin posibilidad alguna de modificarlo en forma positiva con la metodología utilizada.
Una señal de la gravedad que no sale de una sola voz, sino de muchas, las que en un tono muy bajo y casi susurrando se las escucha decir que “están buscando un muerto” en relación a las supuestas intenciones veladas de esa dirigencia. Por nuestra parte no creemos que así sea, pero de cualquier manera no está demás que los que promueven estos actos contestatarios, presten atención a una afirmación que válidamente puede interpretarse en sentido inverso, es decir como una provocación a los movilizados.
Ya que el hecho es que nuestra historia reciente está preñada de muertes trágicas de personas inocentes a las que el azar los tocó, bajo la forma de una fatalidad absurda como todas ellas, logrando que luego fueran usadas como banderas en innumerables batallas.
