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Las preguntas acerca de los “colmos” que interrogan acerca de un objeto o una característica que los distinga y los caracterice o una situación que los involucre, constituye parte de una vieja tradición. Se trata de preguntas breves y hasta simples que no son sino una suerte de adivinanza, cuya respuesta acertada viene a redondear lo que termina siendo un chiste “a dos bocas o a dos mentes”, por decirlo de alguna manera.

No es difícil encontrarlos en alguna vieja revista humorística. Como una que tenemos a mano, y que vienen a señalar -deben perdonarnos que, al redactar lo que sigue, le quitemos a los colmos toda gracia, queda la posibilidad que se los reconstruya como preguntas a la espera una respuesta a los colmos- lo que sigue.

Así, el colmo de un electricista es que su esposa se llame Luz y sus hijos le sigan la corriente. De un ciego, enamorarse a primera vista. De un sordo, que al morir le dediquen un minuto de silencio. De un calvo, tener ideas descabelladas. De un astronauta, enfermarse de gravedad. Y la lista de ejemplos podría seguir casi hasta el infinito…

Pero, si es cierto que la realidad supera a la ficción, existen situaciones que sirven para elaborar preguntas acerca de colmos, en las que se reflejan situaciones actualmente vividas, las que parecen ir más allá del más negro de los humores.

Para probarlo, nada mejor que la “variante bolivariana” del gobierno de Venezuela, donde miradas las cosas desde una determinada perspectiva nos encontraríamos ante un gobierno que lo sería desde el punto de vista formal, pero con ciudadanos sin otro poder, en los hechos, que el de movilizarse para reclamar, con el peligro de que sus integrantes terminen todos presos. Mientras, el dueño de “los fierros” en el gobierno de hecho que tiene a Maduro como un mandamás, con más parecido con Fidel que con Hugo, en el que importa solo aquel, el “Nicolás del pajarito”: el mismo, aunque difícil de creer, aún “jugando a los colmos”, cuenta con grandes probabilidades de ubicar a un compinche suyo de la misma laya, ni más ni menos que en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. ¿Es que nadie en ese ámbito ha leído el “Informe Bachelet”, elaborado por la expresidenta chilena, que en la actualidad es la comisionada de derechos humanos de ese organismo?

Mientras tanto, en la mentada ahora como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se acaba de asistir a un “corte del tránsito” en una de sus calles, protagonizado por inspectores municipales de tránsito del gobierno porteño, que de esa manera procuraban dar la máxima difusión posible a algunos reclamos laborales.

Todo lo cual puede llevar a que alguien se pregunte: ¿Alguna vez tendremos que enfrentarnos, no como chiste o lo que suena a una humorada de humor negro, a una situación, por ahora imprecisamente informe, a la que cabría tener como “el colmo de los colmos”?

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