Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El momento preocupante, aunque se lo siente menos angustiante de lo que es, en principio no es el más apropiado para hacerse este tipo de preguntas. Es que son otras, en apariencia, las urgencias de la hora, algo que inclusive resulta, hasta cierto punto, comprensible.

De donde, la pasividad en la materia por parte de las autoridades municipales, resultaría explicable. Y hasta natural, si se tiene en cuenta que el arbolado de nuestras ciudades no parece estar, y haber estado pocas veces antes, al menos en nuestra historia reciente, presente dentro de las preocupaciones de nuestras administraciones comunales.

No solo entre las suyas, sino tampoco entre las del Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda (IAPV), el cual, entre las exigencias y requisitos contemplados al momento de la elaboración de planes de viviendas sociales, se olvida de considerar como un detalle de importancia el atender al arbolado del nuevo barrio.

Como ha sido -permítasenos la digresión- la de prever colocar en cada vivienda a entregar, una pequeña biblioteca con una mínima cantidad de libros fundamentales, así como también el asegurar la posibilidad de la conexión por internet a sus habitantes.

En esa larga lista de personas o de grupos de ellas, que se desinteresan del arbolado de las ciudades, habría que mencionar también a un gran número de asociaciones de ambientalistas, cuyos integrantes parecen no ser conscientes que la “revolución verde”, comienza precisamente en la puerta de su casa. Esa que lleva a quienes en ella viven, cuando se la traspone, a internarse en la calle.

Ni hablar del caso de quienes parecen malquererlos, aunque se trata de los mismos que se vuelven los primeros en buscar la sombra del árbol plantado frente a la casa del vecino, de manera de estacionar su automóvil en esos mediodías del verano, cuando el sol pega con fuerza. Es por ello que es justificable la impresión de la ausencia en nuestras comunidades, de una “cultura del árbol”, dadas las múltiples ventajas que su existencia genera, entre la que no es la menor, la nota de belleza que incorporan a nuestras localidades.

Pero, de cualquier manera, una pregunta como la efectuada parece necesaria, aunque suene como inoportuna, al menos para quienes corresponde tomar nota de una falencia, cual es que no se incluya en la agenda de las actividades programadas para agosto como máximo, el de seguir -cuando no comenzar- plantando árboles en las calles y paseos de cada localidad.

Y al respecto, cabe traer a colación dos propuestas. La primera, la asociación de municipalidades de localidades sino fronterizas, al menos cercanas, con el objeto de la implantación y gestión de un “vivero intermunicipal” para satisfacer la inacabable demanda de árboles y otras especies forestales por parte de esas comunas asociadas. Y mientras llega el día que se lo vea a ese vivero funcionando a pleno, incentivar con una razonable rebaja en el monto de los tributos municipales a los vecinos propietarios de inmuebles, en el caso que los mismos tomen a su cargo la plantación y cuidado de los árboles en su “frente-calle”, por él elegidos, dentro de una lista que se confeccionará a esos efectos.

A la vez, de nuestra parte, agregaríamos la obligación, formalizada en una ordenanza, de hacer público en el mes de octubre de cada año, comenzando por el actual, un informe conteniendo el número y la variedad de los ejemplares plantados, el que se volverá de allí en más acumulativo, de manera de que se puedan constatar los avances -ni hablar de retrocesos inadmisibles- en programas de esta naturaleza.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario