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No nos estamos refiriendo al problema concreto del manejo de los residuos domiciliarios, sino al que se traduce en la basura arrojada en cualquier parte, observable en nuestras calles y en las prolongaciones de las banquinas de caminos y aún en ellas, baldíos, hasta en esa cantidad de mini arrabales apenas escondidos en nuestra campiña cercana, donde más de una persona -inexplicablemente- pareciera disfrutar de llevarla conduciendo su automóvil una y otra vez, en lugar de dejarla a la vera de su casa para ser recogida en forma diaria, o casi, por el servicio municipal en la materia.

La prueba más acabada de la existencia de esa basura se la ve en la que queda depositada en la costa cuando desciende el agua de la última creciente del río y que ha arrastrado hacia los arroyos que lluvias y crecientes han desbordado, aumentando la que se arroja en la costa del mismo río y respecto a las que las lluvias y crecientes parecen actuar como un gran barrendero.

En nuestro sitio digital publicamos una nota, de esto hace pocos días, en la que se hace referencia a una simpática y provechosa iniciativa. Se trata del hecho que -organizada por el Club de Observadores, con la colaboración de la Agrupación Conservacionista Aguará Popé, el Club Regatas Uruguay, la Comisión Asesora Local para la Isla del Puerto y el Grupo por los Humedales del Río Uruguay- se llevó a cabo una “Jornada voluntaria de limpieza de nuestras costas” en el sector norte de la Isla del Puerto de Concepción del Uruguay. Una iniciativa que nos llevó a recordar una asumida por Interact de Colón, que hace de esto ya unos cuantos años, acometió por medio de sus jóvenes integrantes y de otros voluntarios de la misma edad que se sumaron al proyecto, de recoger y embolsar todo tipo de basura existente en las dos banquinas laterales de lo que ignoramos por qué causa seguimos designando como “exruta 26”, cuando resultaría adecuado que las ciudades hermanas de Colón y San José, por intermedio de sus autoridades respectivas, adoptaran la decisión de convertir el tramo que las une desde la 12 de Abril y Presidente Perón en Colón hasta Mitre y Cettour en San José en una única avenida, a la que habría muchos nombres con que bautizarla, y que a solo título de ejemplo mencionamos el de Alejo Peyret.

Una iniciativa que respondió en ese momento a una evidente e imperiosa necesidad, dado el aspecto de ambas banquinas, y que cabe considerar como un primer paso en dirección a su estado actual, el cual si bien todavía no es el mejor, da muestras de un aceptable decoro. Y que a su vez nos lleva a preguntarnos, si no se podrá entre nosotros cuando menos “grupos informales de jóvenes recolectores de residuos” que se ocupen en algunas jornadas, de cuya realización se debería hacer una difusión profusa, destinada a la recolección de todo residuo que se pueda ubicar en el radio urbano de la cuidad y sus adyacencias cada vez más urbanizadas -algo que cabría repetirse en San José y no decimos en Villa Elisa, donde tenemos la impresión de que la situación es distinta, porque al parecer allí ha calado hondo eso de ser una “ciudad jardín”-, en lo que sería nada más que “jornadas” y no una actividad obviamente permanente, con el objetivo de dar una señal contundente de que se puede vivir mejor y comportarse de otra manera, en el caso de infinidad de situaciones de las que vemos y hasta en cierta forma somos cómplices a diario.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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