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Distraídos en lo minúsculo y sin mirar lo importante

Si habría que describir una actitud actual muy nuestra, la que no es de ahora, pero es notorio que se acentúa, es la de que como resultado de esa manera muy particular de mirar las cosas, nos mostramos desaprensivos con los que son grandes porque realmente importan, mientras damos cuenta de entretenernos de una manera casi obsesiva en las pequeñeces.

Por Rocinante

Una forma de comportarse que, de una manera sorprendentemente imaginativa y a la vez correcta, puede ser descripta con una frase de dos palabras, que algún opositor malévolo ha utilizado para describir la pauta que sería seguida a rajatablas en el actuar del gobierno: Vamos viendo. Frase que me ha llevado a recordar un cuento de mi abuelo, quien se sonreía al referirse una y otra vez, a un taller mecánico cuyo nombre era El martillo

A su vez, el tema de esta nota es consecuencia del hecho de haber visto al Presidente de la Nación en su visita de Estado a México, utilizando el avión privado, locación mediante, de Lionel Messi. Algo así como ver cumplido el sueño del pibe, máxime al percatarme del hecho que en el mismo fuera transportado poco más que un cuarteto. Ya que en un vuelo de línea de Aeroméxico, viajó el resto de la delegación, obviamente de los cuatro legisladores (dos de los cuales fueron bajados del vuelo y otros dos no quisieron como protesta hacerlo), consecuencia de estar los dos primeros, tal como los describe este medio, entre los ladrones de vacunas.

Una situación explicable hasta cierto punto al menos, ya que el avión presidencial utilizable para cubrir largos trayectos en los tiempos en que Carlos Saúl Menem era presidente, está a un paso, si ya no lo ha hecho, de convertirse en chatarra. En tanto no quiero enredarme en versiones, como las que aluden al hecho que la contratación del vuelo se hizo en forma directa, y que alguien ha aventurado sospechas acerca del precio pagado por el acarreo.
La situación económico financiera actual de Aerolíneas Argentinas
Prestar atención a este tema, fue en cambio consecuencia de otras dos reflexiones a que dio lugar el viaje referido. La primera de ellas una sarcástica ponderación de esa decisión presidencial por considerar una certeza irrebatible que Aerolíneas Argentinas cuanto más viaja, más dinero pierde.

A lo que debe agregase otra más extensa, en la que se señala que en Argentina la carga de vacunas o de insumos médicos viaja en aviones de pasajeros para evocar la épica de la línea aérea estatal, pero para los viajes oficiales de personas eligen otra aerolínea. O si el lector lo prefiere, el país en el que el Estado no tiene un avión propio para transportar al presidente y tiene que alquilar el de su estrella deportiva.

Nada que pueda sorprender, si se tiene en cuenta que según información periodística (no desmentida desde la empresa ni de fuentes oficiales) el utilizar los aviones de Aerolíneas Argentinas para el traslado de la mercadería vinculada con la crisis sanitaria represente un costo superior en un 35 por ciento, al de hacerlo por otros medios de transporte a cargo de empresas internacionales de cargo o courier, como es el caso de la empresa DHL.
Aerolíneas Argentinas se enfrenta a años muy difíciles
Ese es el título de una nota redactada por un periodista y publicado por un diario europeo en mayo del año pasado. Allí se describe el estado ruinoso de la empresa; y digo ruinoso por cuanto si la misma sobrevive, lo es a fuerza del oxígeno que le suministra el gobierno nacional.

Desde entonces la situación no ha cambiado, y si lo ha hecho ha sido para peor, porque resultan no solo válidas sino de interés sus consideraciones.

Es así como en esa nota, se señalaba que en 2020 las pérdidas de la empresa ascenderán a unos 900 millones de dólares, tras un mal ejercicio en 2019 (pérdidas de 680 millones), y la compañía estima que los vuelos de pasajeros tardarán bastante tiempo en recuperar los niveles previos a la pandemia. Aerolíneas, de propiedad estatal, ha decidido apostar por el transporte de mercancías para aliviar la crisis. Algo que explicaría que en lugar de transportar a nuestro presidente y su comitiva a México esté abocada al transporte de vacunas de distinto origen a nuestro país, a un precio que es el del costo argentino.

A renglón seguido se señala que un portavoz de la empresa dice que esos vuelos proporcionan una experiencia muy importante de cara a la unidad de transporte de mercancías que está desarrollándose a partir de Aerolíneas Cargo. “Hay poca oferta regional en el transporte de carga y queremos poner un pie en esa industria”, dice el mismo portavoz.

A su vez, destaca que la fusión de Aerolíneas con Austral, una compañía que hasta ahora funcionaba de forma autónoma, permitirá un ahorro de unos 100 millones de dólares al año, según los cálculos de la dirección.

Se recuerda que la empresa fue nacionalizada en 2008, durante el mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, tras siete años de gestión caótica (y, según dictaminaron posteriormente los tribunales, delictiva) por parte del grupo español Marsans. Desde entonces, o sea a lo largo de trece años, la empresa ha dependido de los subsidios estatales para su funcionamiento, dado que su gestión implica la sucesión de balances que invariablemente acusan déficits catastróficos hasta la actualidad.

De allí que las perspectivas a medio plazo no son optimistas. Y que en ese sentido directivos de la misma hayan declarado a la agencia Bloomberg que el tráfico de pasajeros tardaría al menos dos años en recuperarse, y que a partir de ahí costaría unos cinco años más alcanzar resultados positivos.

Sin embargo, a Aerolíneas Argentinas no le ha sido suficiente hasta ahora que, con ayuda del gobierno, haya logrado arrasar con la gran mayoría de las empresas de cabotaje conocidas con el nombre de empresas aéreas de low cost, las que precisamente por el menor costo de sus pasajes, eran una competencia para la compañía y para las empresas, también estatalmente subsidiadas de transporte colectivo carretero.

No importó que con esa campaña de demolición dejaran de estar conectadas, por medio del transporte aéreo, ciudades que hasta ese momento lo estaban, y algunas de éstas pasar a ser centro habilitado para la interconexión del mismo tipo con países extranjeros; y que con la llegada al mercado de esas nuevas empresas hizo que se registrara un ponderable incremento en el número de pasajeros que optaban por este medio del transporte.

Así que se añadió la positiva circunstancia, que muchos de los allí sumados realizaban un viaje en avión por primera vez, dado que hasta ese momento utilizar ese tipo de servicio le significaba pagar en concepto de pasajes, sumas que les resultaban inalcanzables para sus bolsillos.

En esa vuelta de tuerca encaminada a estrangular a las empresas aludidas, resultaron un auxilio importante las presiones que Aerolíneas efectúa con el objeto que se desafectara el aeródromo de El Palomar, para ser utilizado por ella, teniendo en cuenta que para un gran número de potenciales pasajeros, resultaba más conveniente por motivos de comodidad y de costo salir o llegar de ese aeropuerto que hacerlo desde los aeródromos de Ezeiza y Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires.
El problema que representa para cada uno de nosotros el mantener a Aerolíneas Argentinas en funcionamiento
Debo al respecto comenzar por señalar que para mí no es algo que me preocupe en demasía el hecho que existan empresas de propiedad estatal, ya que mi ortodoxia transita por otros carriles. La única condición que me parece imprescindible al respecto es que esas empresas sean autosustentables en materia económica desde sus mismos orígenes y que continúen de esa manera, asegurando su supervivencia, sin auxilio gubernamental. Salvo circunstancias excepcionales, en las cuales la asistencia financiera debe llegar y llegue junto a las empresas estatales a todas las empresas, aún las privadas.

Entretanto, los resultados de no ajustarse a esas pautas están a la vista. El emprendimiento de Río Turbio vinculado con el “recurso” carbonífero, representa desde sus inicios un agujero negro, en la forma que succiona recursos gubernamentales. El caso de YPF es muy especial, ya que cuando es de propiedad estatal, en medio de marchas y contra marchas, se la utiliza como una herramienta con la que se intenta frenar la inflación, mediante la regulación de los precios de los combustibles. A su vez, en las idas y venidas desde la naturaleza privada de la empresa a convertirse en estatal, sin que sea de mi interés en la ocasión la referencia a sus causas, se la ha convertido en una sociedad fundida, que se ve obligada a intentar desprenderse de su principal activo inmobiliario, cual es su icónico rascacielos ubicado en Buenos Aires, con el objeto de morigerar sus estrecheces.

No propongo soluciones, que no tengo. Sino formulo una pregunta: ¿vale la pena en ese contexto mantener en funcionamiento a nuestra empresa aérea de bandera? Una pregunta de respuesta casi imposible, ya que en el medio de la actual situación que vive el país, ha de ser difícil encontrar alguien que se atreva a cargar con ese fardo, salvo que sea un temerario integrante de ese club de capitalistas amigos que ahora se los ve sobrevolando el territorio, en una morosa búsqueda de empresas fundidas, de todo orden.
Fuente: El Entre Ríos

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