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Dos muertos y al menos 173 detenidos fue el saldo del paro nacional convocado por opositores en Venezuela.Las víctimas son nuevamente tres jóvenes, Robert Lugo, Ronney Tejera y Andrés Uzcátegui, de 23, 22 y 24 años. En la juventud se ve el hambre de cambio, pero sin un claro liderazgo, el fuego y la sangre tiñen cada vez más a este país.

Es que son los más chicos los que están pidiendo que las cosas sean distintas, cuando en verdad no conocen otra cosa. Ronney, Robert y Andrés no conocen prácticamente otra cosa que el chavismo vigente desde 1999. Se levantan entonces con lo que tienen al alcance y salen a luchar a la calle.

No son los únicos, de hecho, muchos compatriotas suyos han tomado este camino pero desde otro lado: el exilio. No por nada en 2016, más de 11 mil venezolanos se instalaron en nuestras tierras. La lucha es la misma, aun cuando para algunos pueda parecer una actitud "cobarde" el escapar o de abandono de la patria, la realidad es que tener que dejar el país donde uno nació y se crió no es fácil. Todo lo contrario.

El gran problema que se vislumbra desde afuera no es sólo que el gobierno no está dispuesto a dialogar y reprime las manifestaciones, sino que tampoco parecería que la dirigencia opositora esté buscando la forma de resguardar a sus miembros, que se "inmolan" en las manifestaciones.

Es difícil encontrar el camino del diálogo cuando quienes deben tomar el primer paso, el gobierno, no lo ofrecen. Es difícil dirigir a una juventud que está cansada, que está desesperada porque las cosas no continúen de la misma forma. Es difícil contener a la energía juvenil. Demasiados ejemplos de la historia nos lo indican. Ahora no intentarlo puede ser catastrófico.

De acuerdo a varias fuentes 98 personas murieron desde que iniciaron las protestas en Venezuela hace ya casi cuatro meses. A su vez, 4072 personas han sido detenidas desde entonces. Ambas cifras difieren según quien las contabiliza.

El panorama es cada vez más gris, aumentando muertos y detenidos, y sin señales de solución. Por el contrario, cada declaración gubernamental no hace más que indicar que la represión continuará.

Un paro general con 85% de adhesión debería ser suficiente para llamar la atención del gobierno, pero aparentemente no lo fue. Sin embargo, la lucha se mantiene firme.

El problema es que mientras menos apertura haya a un diálogo y mientras más se promueva desde las autoridades la violencia mayor será el conflicto. No hablaremos más entonces de 3 muertos por protesta. El número que podría arrojarse uno no quiere ni imaginarlo.

Las manifestaciones masivas requieren de respuestas concretas y rápidas, sino llevan a una escalada sin fin. 4 meses después, Venezuela sigue sin respuesta. ¿Llegará a tiempo? Esperemos que sí. La sociedad en su conjunto y en especial los jóvenes que marchan estas calles lo necesitan desesperadamente. Al pueblo venezolano, fuerza.

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