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O las dificultades de dar un giro copernicano cuando la evidencia en contra se vuelve abrumadora

Por ahora la situación en Venezuela parece ser solo un tema menor de la campaña electoral. Y Alberto Fernández pareciera que se siente bien con que así sea. En días pasados, nunca pareció incómodo cuando se refirió al tema, al que encaró desde dos planos diferentes.

El renovado interés en esta cuestión surgió a partir del informe sobre Venezuela que presentó la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, hoy alta comisionada de la ONU para los derechos humanos. En ese informe, se habla de casi 5.300 ejecuciones extrajudiciales, de redadas nocturnas, torturas, y de la persecución sistemática de líderes opositores a partir de evidencia incriminatoria inventada que justifique las nombradas ejecuciones. Según este informe, solo en este 2019 los asesinatos ya suman más de 1.500.

Preguntado sobre el caso, Alberto prefirió cierta ambivalencia. Sabedor de que hay una verdad difícil de ocultar ante una evidencia tan abrumadora, prefirió tomar un camino un tanto elíptico. Tal vez para no contradecir demasiado ni a su compañera de fórmula, Cristina Kirchner, ni tampoco a los expresidentes y recientes anfitriones suyos, Pepe Mujica de Uruguay y Lula de Brasil, todos ellos claves en la estrategia de evitar que el régimen de Maduro se convirtiera desde hace ya mucho tiempo y merecidamente en un paria internacional.

"Con un discurso elíptico, Alberto Fernández prefirió ignorar la tragedia venezolana y mirar para otro lado"

Dijo Fernández ¨En Venezuela hay problemas respecto de la calidad institucional y hay que prestarle atención a eso porque evidentemente se han vivido en los últimos años sistemas de abusos y de arbitrariedad del estado que no pueden pasar desapercibidos¨. Y agregó: ¨Ha habido enfrentamientos y detenciones que deben llamarnos la atención y preocuparnos¨. Desde un plano institucional más vinculado a la defensa de los derechos humanos, esta respuesta es cuanto menos liviana. Tal vez incluso algo confusa, resultado de tomar el camino fácil de la media verdad. ¿Condena o no Alberto lo sucedido en Venezuela? Por las razones que sean claramente se quedó a mitad de camino.

Fernández pareció sumarse así al silencio cómplice de Kirchner, de Lula y de Mujica. La pregunta es porque. Tal vez el medio silencio de Alberto, por no decir silencio del todo, se pueda explicar por una intención de no sacar los pies del plato y permitirse pensar distinto a los que parecen ser son sus grandes refrentes de la política. Lo más probable es que nunca lo sepamos.

El otro plano tiene que ver con la utilización de Venezuela y su miseria económica como un argumento contundente con el cual intentar golpear a Macri. ¨La Argentina de hoy se parece más a Venezuela que la de Cristina¨. Pareciera que todo vale con tal de zafar de un tema incómodo como es este para cualquier referente del kirchnerismo. Y aquí ni siquiera hubo medias verdades, al enfocarse Alberto en dos cuestiones, alta inflación y altas tasas de interés.

"Alberto pudo elegir parecerse a Bachelet pero no lo hizo. Tal vez no se animó, pero tal vez es solo que no lo siente así

Es cierto que la inflación en Argentina no es alta, es altísima. Si tenemos suerte, para este fin de año llegaremos con casi 40% de inflación anualizada. Pero si hay honestidad intelectual de ninguna manera se la puede comparar con la de Venezuela, la que alcanzó casi 25% en Junio y acumula ya para estos primeros seis meses del año nada menos que 1.155%. Parecidas pero no tanto.

Con una inflación así, con la moneda de curso legal que es el bolívar casi desaparecida, - hoy todas las transacciones allí se hacen en dólares-, cualquier tasa de interés de referencia que dé el Banco Central de aquel país es solamente un dibujo. Es cierto que es muy difícil sostener una economía con tasas del 60% pero en Argentina hay una recesión, no un colapso económico. En Venezuela en cambio, la economía cedió más de 15 puntos anuales durante los últimos tres, y en este 2019 se espera que se contraiga más del 25%. Muy lejos de lo que aquí acaece, con un 2019 que podría indicar un retroceso de algo más del 1% y con un número final va a depender sobre todo de lo que suceda en el ámbito electoral en los meses que vienen.

En las próximas semanas es probable que el tema salga a la luz otra vez. Tal vez esa sea entonces la oportunidad para que el candidato Fernández salga del saco de siete varas en el que se ha metido. Sería una oportunidad dorada para parecerse más a Bachelet, referente indiscutible del progresismo del que Alberto se siente parte, y tomar distancia – como ella lo hizo- de un régimen autoritario que ha hecho de su país un páramo, asolado por la pobreza extrema y un incontrolable delito. No un modelo a seguir precisamente.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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