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La economía se ha vuelto una olla a presión
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La economía se ha vuelto una olla a presión
El Índice de Confianza en el Gobierno (“ICG”) de la Universidad Torcuato di Tella, elaborado a partir de datos generados por la consultora Poliarquía, dio como resultado en octubre el menor valor desde 2014. En una escala de 1 a 5, arrojó un valor de 1,52 (30,4%). En agosto, la última medición antes de las elecciones PASO, había dado 1,85 (37%).

Al parecer, los encuestados no resultaron menos conmovidos por los anuncios post-PASO que por la creciente sensación de alboroto que emana desde la interna del Frente de Todos.

A esa sensación de alboroto no le es ajeno el hecho de que los festejos conmemorativos del 17 de octubre hayan comprendido tres eventos separados. Ni que mientras el Jefe de Gabinete mantenía reuniones en Washington, el canciller Cafiero se abstenía de votar una declaración contra el gobierno de Nicaragua en la ONU. Ni que, a la par que el Ministro de Economía y el Jefe de Gabinete intentaban convencer a un grupo de inversores internacionales y al FMI de sus intenciones por llegar a un acuerdo con el organismo, el flamante Secretario de Comercio Interior anunciaba el congelamiento unilateral de 1400 precios internos.

Nada parece desviar al ala más ideológica de la coalición de su convicción respecto de que las variables de la economía pueden ser acomodadas a la voluntad del gobierno mediante decretos que van en contra de la voluntad de los mercados. Que llevemos 20 años de restricciones a las importaciones, controles de precios, atraso de tarifas y regulaciones que impiden el acceso al dólar, sin que las medidas hayan podido ni bajar la inflación, ni estimular la economía, ni aplacar la demanda de dólares, no parece ser un obstáculo para que sus ideólogos insistan.

El congelamiento de precios se parece bastante a la intervención de Moreno en el INDEC. No modifica la presión inflacionaria, ni garantiza que no habrá escasez de los productos con precio congelado, pero quizás ayuda a que el Índice de Precios al Consumidor se modere en los próximos dos meses. ¿Para qué sirve? Las restricciones cada día más estrambóticas al acceso a los dólares oficial y paralelo no frenan la escalada del blue ni de los paralelos legales pero fuera del control del BCRA. Apenas le permiten mostrar una cotización que se modera. ¿Para qué sirve?

Para nada, es la respuesta. El Gobierno luce confundido. Si ya tenía una administración caótica, con múltiples contradicciones a nivel ministerial, ahora parece añadirle a la confusión una lucha de poder en la cabeza de la coalición.

El asunto es que la economía argentina no parece gozar de muchos grados de libertad como para permitirse esperar a que la Divina Providencia la ayude a dar mejores resultados. El ICG indica que incluso dos meses podrían ser demasiado tiempo para demorar las definiciones.

El Gobierno tiene la oportunidad de encauzar el rumbo si accede a acordar con el FMI. El problema es que ese acuerdo contendrá, necesariamente, condiciones que serán difíciles de tragar para el ala más radical de la coalición.

Alguien debería convencer a tal ala de que incluso sostener la malaria actual será doloroso. No se podrán mantener las tarifas y los precios congelados, ni pisar el dólar, ni dar más subsidios sociales sin pagar el costo mínimo de tener más recesión, más inflación y más déficit fiscal. Es decir, sin dar un paso más hacia el abismo. La política económica determina una macro insostenible. Será preferible, para la economía y para la política, acordar y acusar al FMI por un plan sostenible, a no tener ningún plan y abrir la puerta a un potencial escenario de crisis económica, política y social cuyas dimensiones son impredecibles.

La gente no confía en el Gobierno y no parece dispuesta a seguir tolerando los fracasos de 20 años. Más temprano que tarde el Gobierno deberá asumir que todavía le quedan dos años de mandato. Que no termina el 14 de noviembre de 2021, sino el 10 de diciembre de 2023. Hasta ahora, no parece querer darse por enterado. Quizás, no le interese ese futuro potencial. El problema es que es el nuestro: un futuro imperfecto.
Fuente: El Entre Ríos

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