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El Premio Global de Maestros (Global Teacher Prize) es un premio anual, con más de un millón de dólares para el galardonado, otorgado por la Fundación Varkey a un maestro que ha hecho una contribución destacada a la profesión de enseñar, educando.

Se trata de un certamen que recibe anualmente en cada convocatoria un número que nunca es inferior a las ocho mil postulaciones, y que está abierto a las nominaciones de maestros que cumplen con criterios específicos, para el cual incluso maestros se decidan nominarse a sí mismos.

Su evaluación anual está a cargo de la Academia Global Teacher Prize, la que está conformada por directores, expertos en educación, comentaristas, periodistas, funcionarios públicos, empresarios tecnológicos, directores de empresas y científicos de todo el mundo.

Cabe agregar que en la oportunidad de su institución se escuchó al director de la Fundación Varkey afirmando que “queremos promover a los docentes como estrellas y apoyar la calidad de la educación para resaltar el enorme impacto que tienen los docentes en nuestras vidas, ya que la docencia debe ser la profesión más importante del mundo y se les debe dar el debido respeto”.

No resulta sobreabundante señalar a la vez que ya en el año 2019 el maestro bonaerense Martín Salvetti, de la Escuela Técnica N° 5 de Temperley, llegó hasta Dubai, donde se realizó la ceremonia de premiación ese año, entre los diez nominados, gracias a un innovador proyecto de radio que creó junto con sus alumnos, y que evitó la deserción de la escuela de muchos de ellos.

Ahora, con mayor fortuna, ha obtenido el premio luego de llegar al fin de la selección de concursantes entre los diez mejores clasificados, Ana María Stelman, una maestra de la Escuela Primaria Nº7 Fragata La Argentina, en el barrio Hipódromo de La Plata. Se trata de una pionera sobresaliente en enseñar en función del desarrollo de “proyectos”, con los que impulsa la participación activa e interesada de sus alumnos. Es que, a estar a sus declaraciones, su preferencia por esa modalidad es consecuencia de su convicción de que “los proyectos ayudan a ordenar las diferentes secuencias didácticas, atraviesan todas las áreas y se vinculan con la realidad de los chicos”.

Esa realidad presente y a la que atiende, es en el caso de la escuela donde cumple con su función docente, un barrio en el cual los vecinos hasta cierto punto se “entremezclan” con los caballos, dado lo cual muchos de sus proyectos tienen que ver con esos y otros animales.

Es así como, a modo de ejemplo, la crónica señala que una vez conformó una suerte de sociedad con un instituto universitario platense y una asociación hípica, para llevar adelante un proyecto educativo vinculado con el “compost” elaborado a base de excremento de caballos y lombrices. Al que siguió secuencialmente otro de producción de plantines.

También que la premiada impulsó otros proyectos como “Por qué hay tantos caballos en el barrio” o “Mi amigo el caballo”; y como en el caso de “un nene que no se animaba a leer en voz alta, que siempre decía que él no podía, terminó leyéndole un cuento al cordero, que la maestra había llevado a la escuela”, ejercitación que le hizo perder el miedo.

En esa ocasión, se detuvo a explicar el éxito de la experiencia señalando que “las intervenciones asistidas por animales son increíbles, porque los animales no juzgan, y frente a ellos los chicos se animan. El objetivo principal acá no era aprender de caballos, sino con los caballos”.

Estamos convencidos de que, entre nuestros docentes, no son pocos quienes son como Ana María Stelman y se comportan como ella, se comportan de distintos modos. Todo lo cual, permite que al trabajo digno –y también loable- que es el enseñar, se le agregue un “plus”, que los hace, a los que se comportan de esa manera, merecedores de una manera plena del apelativo de “maestro”.

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