Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Días atrás, en el transcurso de un operativo llevado a cabo en la ciudad de Villaguay, el que se continuó con allanamientos exitosos llevados a cabo en otras partes del país, se procedió a la detención de un subcomisario, un cabo y varios agentes de la policía de la provincia, los que según la causa abierta por la justicia federal, estarían complicados en el tráfico de drogas.

Paralelamente a ello en los habituales procedimientos de requisa, que en ese caso se llevaron a cabo en la Cárcel de Gualeguaychú, se procedió al secuestro de una media docena de teléfonos celulares hallados en la celda en la que se alojaban otros policías detenidos.

Hacemos mención a esa circunstancia no con el objeto de efectuar denuncia alguna contra los cuadros directivos de esos dos servicios, sino para mostrar todo lo que queda por hacer con el objeto de que sean eliminados de esos organismos elementos que dan cuenta de un proceder que contrasta de una manera manifiesta con la naturaleza de sus cargos.

A la par de lo cual resulta indispensable proceder al refuerzo de la capacitación de esos cuadros, en especial en lo que lo que respecta a los agentes, los que son promovidos a esa función luego de un corto lapso de instrucción y entrenamiento, el que muchas veces resulta insuficiente frente a los desafíos que deben afrontar.

Sobre todo no se puede pasar por alto el hecho que tanto en lo que respecta a la policía, como al servicio penitenciario, y sobre todo en lo que respecta a aquélla, ya que éste es parte de un submundo que se muestra como secreto para el hombre común, da cuenta de una tradición ambigua, ya que vienen a ser un ejemplo de lo mejor y de lo peor.

Es que como sucede con el resto de nosotros, existen policías buenos y policías malos, dejando de lado sus aptitudes profesionales, y circunscribiéndonos a su perfil moral.

Y a ese respecto, no ha sido siempre el mejor ejemplo el que se trasmite desde arriba hacia abajo dentro de esa institución, debido a la protección paga que, desde no necesariamente altas jerarquías se efectuaba, o aún se efectúa, del juego bancado ilegal. Manera condenable de actuar en la que también repetidamente se hacía presente una connivencia de la dirigencia política oficialista de turno, que actuaba así por motivaciones diversas entre las que el indebido lucro personal no se encontraba ausente.

De allí que el comercio ilegal de estupefacientes, que lleva los niveles de corrupción a un estrato más alto si se quiere, encuentra en esas viejas y casi endémicas corruptelas, por designarlas de una manera mucho más benévola de la que justificadamente corresponde, un terreno abonado para inconductas como las señaladas y otras de tenores parecidos frente a las cuales se debe ser doblemente rigurosos; ya que se debe serlo tanto en la prevención como al momento de la sanción.

Enviá tu comentario