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El Tribunal de Londres falló contra la Argentina
El Tribunal de Londres falló contra la Argentina
El Tribunal de Londres falló contra la Argentina
Como una melopea, escuchamos a diario a distintos voceros del oficialismo criticar el préstamo recibido del FMI y a la herencia recibida de Macri. En realidad, son la misma cosa: el préstamo es la pesada herencia; un corsé que ata al Gobierno de pies y manos.

Por un lado, porque lo obliga a contener el gasto público y la emisión monetaria, variables que, históricamente, el Frente de Todos ha manejado a discreción y pocos miramientos con las consecuencias que tal discreción pudiera tener.

Por otro lado, porque, aunque lo aborrezca, no puede soltarlo: desconocer el acuerdo podría provocar un descalabro económico mayor al que ya tenemos. Este riesgo parece estar suficientemente bien ponderado dentro del Ejecutivo, e incluso quienes de manera más ácida critican el acuerdo saben que no lo pueden romper.

Cuando en el año 2005, bajo la gestión de Néstor Kirchner, se realizó el pago completo del crédito que entonces teníamos con el FMI, se presentó el hecho como un acto de soberanía. Un hecho que fue posible a partir del ahorro fiscal que se consiguió luego de la crisis de 2002. No es un misterio eso de que pagar las deudas solo es posible si se generan ahorros. Si acumulamos déficit fiscal, no sólo no será posible pagar las deudas, sino que, como ocurre año tras año, las veremos crecer.

¿Dónde está el dinero del préstamo con el FMI?, se preguntan varios voceros del Gobierno, en modo electoral. Técnicamente, el préstamo tomado durante la gestión de Macri ya ha sido mayormente cancelado. Que el capital no se haya reducido obedece a que, a partir del nuevo acuerdo cerrado por el exministro Guzmán, en cada fecha de vencimiento de una cuota de capital tomamos un nuevo préstamo. Incluso, se volvieron a tomar las cuotas de capital que habían sido canceladas. La necesidad hizo posible la herejía.

Una vez discernida esta realidad, si los voceros del oficialismo se preguntan dónde están los fondos del préstamo del FMI, cuesta no pensar que se trata de una pregunta retórica.

Claro que la realidad puede ser aún peor. Durante los últimos diez días, Argentina se ha visto condenada en diversos juicios en las cortes de Nueva York y Londres, del mismo modo en que ya había perdido numerosas causas anteriores. Descuidar las formas de manera caprichosa y soberbia nos ha costado sentencias negativas por miles de millones de dólares.

El kirchnerismo nos ha regalado el juicio perdido con los holdouts del canje de deuda de 2005, los fallos desfavorables en el CIADI por la ruptura de los contratos de muchas concesiones, el pago a Repsol por la expropiación del 51% de YPF, y el juicio recientemente perdido por no realizar la oferta de compra obligatoria al restante 49% de los accionistas, y el juicio perdido esta semana en Londres por la viveza de manipular el crecimiento del PBI en 2013.

Las sentencias negativas de todos estos juicios perdidos suman una cifra similar a la del capital del préstamo con el FMI. Pero hay una gran diferencia: los fondos del préstamo con el FMI fueron recibidos por el Tesoro y el BCRA. Las deudas que emergen de los juicios en cortes internacionales no tienen más contraprestación que el sostenimiento del relato. Son pérdida pura para el país. Poner el foco sobre el uso de los fondos del préstamo del FMI, lo desvía del que debería ser el verdadero centro del problema: la acumulación de deudas por mala praxis administrativa.

Preservar el relato de la épica liberadora nos ha resultado muy caro. Para colmo, nos encontramos después de años de relato con que ni siquiera nos hemos podido liberar del FMI ni de los fallos de las cortes extranjeras. En América Latina hemos visto emerger varios líderes populistas en las últimas dos décadas. Sin embargo, en casi todos los países en que emergieron, la administración de la cosa pública siguió ocurriendo conforme a la ley. Los contratos se respetaron, las deudas se pagaron y la economía se mantuvo dentro de carriles medianamente normales.

¿No hubiera sido más sencillo, y mucho más barato, ceñirse a la ley, como lo han hecho otros líderes populares latinoamericanos, que ceñirse a un relato que arrasó con todo a su paso? El relato nos viene costando varias sentencias negativas por miles de millones de dólares. Visto de otra manera, nos costó otro préstamo del FMI.
Fuente: El Entre Ríos

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