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¿Qué le dijo Iguacel a las energéticas?
¿Qué le dijo Iguacel a las energéticas?
¿Qué le dijo Iguacel a las energéticas?
No es el populismo el camino con el que el Gobierno recuperará la confianza de la ciudadanía, los empresarios y el mercado.

La debacle de los activos financieros argentinos no parece encontrar un piso: en lo que va de 2018, el peso perdió 36% de su valor frente al dólar, el índice EMBI de bonos argentinos en dólares cayó 16% y el índice Merval perdió 45% de su valor en dólares. Las acciones argentinas cotizan como si la recuperación económica de 2017, los cambios regulatorios, el triunfo electoral de Cambiemos, la Ley de Mercado de Capitales, la baja de la tasa del impuesto a las ganancias y la reclasificación como emergente no hubieran existido. Los precios son los de fines de 2015.

Echarle la culpa a un problema general de los mercados emergentes es una excusa para eludir la culpa propia: en lo que va del año, las acciones de América Latina cayeron 13%, y los bonos 7%, mucho menos que Argentina. Cuando el año pasado mejoramos más que el resto, fue por los logros mencionados en el párrafo anterior. Ahora que el mercado sospecha que esos logros serían revertidos, caemos más que el resto.

¿Cuál es nuestra culpa? Muchos de los males que vienen sirviendo como excusa para vender activos argentinos estaban presentes desde hace tiempo: déficit fiscal, déficit de cuenta corriente, alta inflación, bajo crecimiento, tipo de cambio apreciado. No pueden, por sí solos, explicar la virulencia de la caída. Lo nuevo es la duda respecto de la respuesta del Gobierno. ¿Habrá un cambio de rumbo? Subyace la sensación de que el Gobierno daría marcha atrás sobre muchos de los avances adoptados entre 2016 y 2017, en particular en lo relativo a la política energética. ¿Cuánto? Nadie del Gobierno se ocupa de aclararlo.

Esta semana abundaron los rumores acerca de una reunión en la cual Javier Iguacel, el flamante Ministro de Energía, habría indicado a empresarios del sector energético la necesidad de que hicieran un esfuerzo para absorber el costo social del aumento de tarifas, advirtiéndolos que, de no hacerlo, Cambiemos perdería las elecciones en 2019 y, entonces, el valor de las empresas se desplomaría.

¿Será cierta la amenaza? No se sabe, pero habría que suponer que es sólo un rumor. De lo contrario, la autoevaluación que estaría haciendo de sí mismo el Gobierno sería demasiado benévola. La historia lo demuestra: las empresas existen desde antes de que existiera este Gobierno; incluso, desde antes de que existiera el kirchnerismo. Su valor no desapareció antes ni desaparecerá cuando ya no esté Cambiemos en el poder. Como ocurrió con el kirchnerismo, el riesgo de perder valor que corre Cambiemos es mayor al que corren las empresas, más allá de la caída de las acciones en el corto plazo.

Sin embargo, es preocupante que el Gobierno no niegue el rumor, ni provea precisiones acerca de sus intenciones en materia de política económica. La caída del Índice de Confianza que marca el pulso de la ciudadanía se ha extendido con firmeza al mercado de capitales, principal sostén del modelo, cuyo entusiasmo con el Gobierno ha menguado con la suma de desilusiones que provocaron, primero, el descalabro cambiario, y ahora la creencia de que estas tácticas morenistas vuelven a la escena. La idea de que este Gobierno es pro-mercado ha sufrido una herida profunda.

Tanto foco puesto en la gestión política parece haberle quitado el alma a la gestión económica. La ansiedad le ha ganado a la estrategia y hasta lo que parecía encaminado, como la reforma del sector energético, vuelve a ser, de manera inesperada, una discusión con final abierto.

Sabemos que la reunión existió, pero no sabemos si el tono de la conversación fue el que los rumores difunden. En estos tiempos mundialistas, cabría desear que la especie sea sólo un chisme carusolombardiano, alimentado por el lobby de los medios. Sea como fuere, tuvo un impacto fulminante sobre los precios de las acciones, tornando abstracta la supuesta admonición de Iguacel. Los precios se pueden desplomar aunque Macri ocupe la Casa Rosada.

Que el Gobierno no niegue ni aclare los rumores agiganta el problema, pues les da verosimilitud y abre el camino para supuestos que hasta hace poco hubieran sido absurdos. Hasta que no se aclaren, esa verosimilitud irá en aumento. Ante tal escenario, no sólo el mercado, sino los mismos empresarios, se preguntarán cuánto habrá de cierto en eso de que lo mejor que les puede pasar es que en 2019 vuelva a ganar Cambiemos.

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