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Hace cien años que nos pasa lo mismo. Un crisis secular que se repite una y otra vez. Prácticamente somos los únicos en la región que pareciera no aprendemos de nuestros errores. Hasta Perú, hasta no hace tanto asolado por la guerrilla, hasta el mismísimo Ecuador, ni que decir de Bolivia, parecen haber encontrado una receta mejor que la nuestra. Algunos crecen más, otros menos, pero la torta se agranda y en muchos caso también se agranda per cápita o por habitante, desafiando al crecimiento vegetativo.

En el caso de Argentina, la información -incontrastable- muestra un claro retroceso en el largo plazo, y en el más corto una volatilidad tremenda que hace que cada unos pocos años devolvamos, en términos de crecimiento, todo o más de lo que hemos ganado. Lo que hace cada día más difícil cumplir esa promesa de reducir estructuralmente los números de la pobreza que hace décadas no pueden quebrar hacia abajo esa línea dura del 30%. Plantearse escenarios más realistas, como bajar la indigencia, debería ser el objetivo principal de cualquier gobierno pero aun este en su modestia parece casi inalcanzable.

Uno se preguntará si los demás han encontrado recetas mágicas, pero la verdad es que no existen. Lo que han hecho es ocuparse de establecer reglas de funcionamiento cumplibles, dar previsibilidad a los actores económicos, sanear la moneda apuntando a la inflación no en uno -política monetaria- sino en varios frentes incluyendo la desindexación de sus economías, bajar la presión impositiva, en Argentina la más alta de la región, reducir el tamaño del estado, de nuevo en Argentina exhibimos los máximos regionales, e impulsar a la inversión y no al consumo como motor de crecimiento.

"No hay recetas mágicas, pero todos los países vecinos parecen haberle encontrado la vuelta"

El gobierno de Macri, hoy merecidamente vilipendiado, erró el diagnóstico cuando asumió y en definitiva continuó con el modelo gastado de funcionamiento del kirchnerismo, que ya llevaba un mandato entero sin crecer, limitándose a reemplazar emisión monetaria por endeudamiento. Hoy básicamente hemos vuelto al punto de partida, al primer día del gobierno de Macri, con alta inflación, cepo cambiario y encima con mas deuda. Pero cuando uno escucha que de lo único que se ocupan de aclarar los potenciales ganadores es que van a volver a fogonear el consumo como principal motor de desarrollo, el pensamiento -aunque decirlo en vos alta no sea políticamente correcto- es cuestionar la afirmación y preguntarnos si alguna vez vamos a aprender del pasado.

Quienquiera que sea que gane las próximas elecciones, y más allá de las declamaciones electorales, no tendrá demasiada capacidad de maniobra. Si ese fuera el caso, lo que sería deseable esperar es que se hagan de una hoja de ruta que vaya más allá de la emergencia de ciertos sectores sociales y que permita de una vez y para siempre ocuparse de todas nuestras deficiencias estructurales. Es que las recetas que han funcionado en otros lados, y que han implicado sacrificios -aunque no en vano-, no han sido puestas en práctica aquí aun cuando nos quieran hacer creer lo contrario.

La receta aplicada por los países vecinos, bastante simple por cierto aunque de compleja ejecución, ha consistido primero y principal en erradicar la inflación dejando de utilizar la emisión monetaria para financiar el déficit, frenando la indexación de la economía y haciendo más estable el tipo de cambio.

"Sin demasiada capacidad de maniobra, el próximo gobierno bien debería examinar las hojas de ruta que sacaron a otros adelante"

Establecieron también reglas de juego estables, creíbles y cumplibles. Alentaron la estabilidad institucional, apelando a los consensos de mínima entre los grupos de poder, y el funcionamiento de la justicia. Por otra parte, alentaron medidas para favorecer el empleo a través de un gran blanqueo laboral, incorporando millones de trabajadores al circuito formal, a la vez que reducían los niveles de conflictividad. A esto se le sumaron además políticas tendientes a mejorar la productividad laboral vía una mayor y mejor educación y entrenamiento especifico. Se incentivó además la entrada de capitales de largo plazo, algo que quedó a mitad de camino durante la administración macrista, realineando precios relativos y eliminando distorsiones. Los pilares de la recuperación fueron entonces más la inversión y el ahorro y mucho menos el consumo. Los resultados en todos los otros países de la región están a la vista. Los únicos cada vez más pobres somos nosotros.

Para terminar, hay también hay una contracara positiva que no debe ser pasada por alto. En un escenario cambiante e inestable como el que nos propone Argentina a todos los actores, hay sectores de la economía que han logrado mantenerse altamente competitivos y son claramente de clase mundial. Aquí se incluyen al campo, siempre a la vanguardia, la exploración de petróleo y gas en Vaca Muerta, la que ya lleva dos gobiernos -ambos en las antípodas- de vida, y la aparición de un ecosistema de empresas tecnológicas a partir de una plataforma legal que comenzó con Duhalde y fuera luego refrendada durante los gobiernos de los Kirchner y de Macri. Estos tres grandes grupos son nuestros grandes generadores de dólares, un bien escaso y tal vez el principal mal endémico de la economía argentina.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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