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Este miércoles en el Senado de la Nación otorgaron un reconocimiento al “Mejor maestro del mundo”. Se trata de Peter Tabichi, un profesor de ciencias y matemática de Kenya que fue premiado con el "Nobel de Educación", como se conoce al Global Teacher Prize.
Además del reconocimiento, este maestro kenyata recibirá un millón de dólares como premio por la tarea que lleva adelante cada día. ¿Qué hace para mejorar la educación el mejor maestro del mundo? Algunas pistas en este informe.
Enseñar a pesar de todo
Argentina tiene una vasta tradición de educación pública que llega hasta los rincones más lejanos de la geografía argentina. Maestros que hacen “dedo” en las rutas cada mañana, con lluvia, con frío, con calor, son postales frecuentes en Entre Ríos y otras tantas provincias. Allí prima no sólo la necesidad de trabajo y de un salario sino, sobre todo, la vocación. Esto es lo que se ha reconocido este año para este maestro de Kenya que cada día da clases de ciencia y de matemáticas en una zona muy postergada del país africano. Sus estudiantes no son tan distintos a los más postergados de Argentina: sus clases llegan a una Escuela poblada por jóvenes de comunidades que padecen la pobreza extrema y, adicionalmente, están al filo del enfrentamiento permanente por cuestiones étnicas. Al igual que muchos docentes argentinos, Peter Tabichi llega hasta la escuela en su moto, luego de transitar por rutas precarias de tierra para llegar a su lugar de trabajo. El piloto y las botas lo acompañan cada día para los casos en que las lluvias compliquen el trayecto a Pwani. Su lugar de trabajo es una aldea olvidada, como muchas de las escuelas en las zonas rurales de Argentina.
Entusiasmar, contagiar, aprender
En una entrevista con el diario El Tiempo de Colombia, el mejor maestro del mundo admite que el premio es una gran noticia, aunque no para su vida personal sino para sus estudiantes: “Este premio no me reconoce, pero reconoce a los jóvenes de este gran continente. Sólo estoy aquí por lo que mis alumnos han logrado. Este premio les da una oportunidad. Le dice al mundo que pueden hacer cualquier cosa”, cuenta con la sonrisa de dientes blancos que contrastan con el color oscuro de su piel.

Criado en una familia de maestros, y habiendo perdido a su madre a los 11 años, la imagen de un padre que se esforzó para forjar el futuro de sus hijos a fuerza de sacrificio lo empuja a seguir ese camino cada mañana. “Veo las cualidades en los maestros a mi alrededor todos los días, que se levantan para recorrer el largo viaje a la escuela, sin importar la lluvia o el calor sofocante, que se quedan después de las clases para brindar ayuda adicional o que, en la noche, se desvelan para preparar las lecciones del día siguiente. Considero que la enseñanza es la profesión más noble y estoy orgulloso de dedicarle mi vida”, asegura en palabras que respalda con sus acciones cada día.
Abrazarse a la esperanza
A pesar de tratarse de una pequeña aldea alejada de las grandes urbes, Tabichi tiene claro que la integración de la tecnología en la educación es un factor primordial. Integra las TIC en la mayoría de sus clases y cuenta que “uso aparatos de bajo costo para ayudar a los alumnos a visualizar conceptos científicos. Además, uso la educación de igual a igual, donde los alumnos se enseñan unos a otros, para promover la colaboración. Con el fin de superar la baja autoestima entre los estudiantes más pobres, creé un club de desarrollo de talentos y fortalecí el club de ciencias de la escuela”. La escuela del mejor maestro del mundo se parece mucho a cualquier escuela de Argentina: es una escuela pública que tiene pocos recursos. “Hay un solo computador de escritorio compartido entre el rector y el personal docente. La escuela no tiene biblioteca, sala de profesores, cocina, comedor ni tampoco aulas adecuadas”, cuenta Peter.
Sabe que esas condiciones, aún con falencias, son mejores que los 130 millones de chicos en el mundo que no asisten a la escuela. Y se abraza a esa esperanza de transformar de a decenas, ese escenario.
La oportunidad de la educación
Las oportunidades no abundan por la zona. Al igual que en los remotos parajes y campos de Argentina, la escuela representa un sentido de oportunidad que todos deberíamos garantizar frente a los análisis de “eficiencia del gasto” del Estado, donde mantener una escuela para tres o cuatro alumnos pueda considerarse “ineficiente”. Es en ese marco de adolescentes marcados por la muerte temprana de sus padres, embarazos adolescentes y falta de comida que Peter Tabichi enciende la luz de la esperanza. Como todo maestro con vocación, el mejor maestro del mundo dona parte de sus ingresos mensuales para que sus estudiantes puedan comer: Y no dejar de estudiar… Es que el consumo de drogas y el suicidio están a la vuelta de la esquina. Así es como este maestro ha logrado que su escuela lidere las competencias de ciencia nacionales de Kenya y, ahora, los logros de sus estudiantes lo hayan convertido en el mejor maestro del mundo.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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