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Planta de efluentes cloacales en Gualeguaychú
Planta de efluentes cloacales en Gualeguaychú
Planta de efluentes cloacales en Gualeguaychú
La descentralización en nuestra provincia –de la que es un ejemplo la extensión de su territorio gestionado por municipalidades- para algunos, entre en serio y en broma, viene a señalar una situación, en este caso de implicancias más sociológicas que institucionales, cual es la de considerarla “la atomización del concepto de capitalidad”, algo que, miradas bien las cosas, resulta una incoherencia.

Es así que dejando de lado a Paraná, dada su calidad constitucional y en apariencia irreversible de “capital institucional”, en cuanto es el asiento de las máximas autoridades provinciales, tenemos ciudades que reivindican ese carácter –y en algunos casos por partida doble y triple- ya por situaciones especiales, ya por determinadas posturas que de una manera consecuente asumen.

Tal es el caso de Concordia que hasta ahora al menos y durante muchos años, ha sido simultáneamente la “capital provincial del peronismo” y de algo así como reconocer la triste condición de “capital nacional de la pobreza”. O el de Gualeguaychú, la que no solo es la “capital nacional del Carnaval”, sino que lo es de “la de la defensa del medio ambiente”, así como se exhibe con aspiraciones de alcanzar una “capitalidad política”, si se tiene en cuenta que se la ha visto convertida en el lugar elegido para celebrar sus “cumbres” por parte de diversos partidos y coaliciones políticas nacionales.

Dejemos de cualquier manera de lado la cuestión de si Colón es o no la “capital del turismo entrerriano”, designación que puede ser discutida por Federación, o si Villaguay es o no la “ciudad (capital) de los encuentros”. Aunque en tren de repartir “capitalidades” nos hemos percatado de nuestro olvido de Federal, la auténtica “capital del chamamé”.

Pero es a su “capitalidad” en la defensa del medio ambiente, conquistada en su lucha por la instalación en su vecina Fray Bentos de las pasteras sobre el río Uruguay, a la que queremos referirnos.
Es que nos hemos impuesto del contenido de una nota que tiene como autor a Darío Carraza, un abogado que es a la vez presidente del Comité de la Unión Cívica Radical de Gualeguaychú, en la que glosa y apuntala la decisión de los concejales de Cambiemos de esa ciudad, en su pedido de la declaración de la emergencia ambiental por el estado catastrófico de la planta municipal de efluentes cloacales.

Es así como señala que “durante más de una década se han acumulado barros en las lagunas sanitarias, que impiden su funcionamiento”. A lo que agrega que los funcionarios del Ejecutivo, los mismos que hace más de 10 años que están en el gobierno, se resisten a aceptar esa realidad, que pondría de manifiesto su prolongada ineficiencia. En cambio se proclaman a sí mismos descubridores de los barros y sus mayores enemigos. Entonces nos preguntamos: ¿Cómo van a haber descubierto lo que ellos mismos han causado con su desidia? ¿Cómo van a poder descubrir lo que ha estado en sus narices todo el tiempo? Sería como si Cristóbal Colón se atribuyera el descubrimiento de Europa.”

Agrega en su catilinaria que “ahora, agudizando esa actitud negadora, se disponen a tapar la cuestión mediante una cortina de humo: apresurar la votación de un proyecto de agroquímicos, tan mal confeccionado que nos convertirá en el hazmerreír de la institucionalidad Argentina. Porque todos en esta comunidad estamos de acuerdo con reglamentar el uso de los agroquímicos, pero de una forma seria y con verdadero compromiso con el medio ambiente, el trabajo y la producción”.

Mientras tanto, vemos reaccionar con fuerza al intendente de esa ciudad Martín Piaggio ante la posibilidad de que en Fray Bentos se instale una nueva pastera. De allí su enojo con forma de diatriba: “No vamos a consentir que se nos lleven el agua y nos dejen más contaminación en una lógica capitalista de saqueo de los recursos y que podemos percibir con todo dramatismo en cómo están dejando a nuestro río Uruguay, invadido de algas, de cianobacterias, arrojando efluentes a temperaturas que no están permitidas”.

Es por eso que remató su larga perorata sobre el tema señalando que “vamos a actuar con celeridad ratificando nuestra posición ante un conflicto que está plenamente vigente y la postura de un pueblo entero que levanta su voz en torno a que UPM cese de funcionar y de contaminar permanentemente el río Uruguay”.

Estamos tentados de señalar, luego de lo hasta aquí insertado, que Gualeguaychú ha perdido una de sus “capitalidades”. Aunque no estamos seguro que haya asumido la de “la incoherencia y de la hipocresía”, ya que en este caso no hay nada decidido, ante el número de aspirantes que quieren, y a la vez no quieren, ser entronizados de esa manera.

Yendo a lo concreto, indudablemente los funcionarios y asambleístas de Gualeguaychú son más que miopes –sería injusto llamarlos así- tuertos. Ya que como se decía en una sencilla frase de alto vuelo, muy propia de su autor, pareciera que tanto unos como otros son agudos y rápidos en ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio (¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42)

Una viga que no es chica si se tiene en cuenta que al desmanejo de las lagunas de tratamiento de los desagües cloacales, se debe agregar el hecho que según informes oficiales la contaminación en la desembocadura del Río Gualeguaychú en el Uruguay acusa niveles de contaminación muy superiores al que se detecta en nuestro río a la altura de la pastera.

De donde para amortiguar la filípica que se merecen esos casi vecinos nuestros, habría que agregar a modo de ligerísimo consuelo, que no están solos en eso de atender a las cosas de una manera sesgada y a la vez hipócrita. Un mal argentino del que nos cuesta desprendernos y en el que cabe encontrar una de las causas que nos han llevado a la situación que padecemos.

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