Y es sin salirnos del tema que aportamos algo que no llegan a ser ideas, dado que no pasan de ser ocurrencias. Es que se nos ocurre que desde aquí hasta diciembre hay tiempo para la construcción de una senda peatonal consolidada desde el puerto hasta la desembocadura del arroyo Artalaz, de manera de no solo prolongar el itinerario para los intensos y numerosos caminantes que se observan que actualmente aprovechan los veredones de la costanera, sino de evitar el entremezclamiento de peatones y automóviles que es ostensible y molesto cuando no peligroso durante la temporada estival.
Y en tren de efectuar ocurrencias, estimamos que todos saldríamos ganando si la administración municipal llegar a un acuerdo con los -para nosotros- ignotos baldíos existentes de Boulevard Gaillard al norte y hasta Avenida Paysandú. Eso que ahora es poco más que una zona pantanosa, y que para colmo nada estética, de manera de proceder a su relleno, a cambio del derecho a ocupación gratuita por parte de la municipalidad local por un determinado número de años, en los que de yapa se verían exentos de pagar impuestos.
Nos quedan, al menos hoy, dos cosas que agregar que son un poco más que ocurrencias. La primera es “vestir” de alguna manera la nueva toma de agua ubicada en medio de la altura del río, donde vendría a terminar la calle Bolívar. Y hablamos de vestirla, porque si siempre estructuras de este tipo tienen muy poco y nada de estético, ésta da la impresión de un esqueleto -máxime colocada como está al lado de otra toma de agua-, que al menos tiene toda la apariencia decorosa de una torre. En lo que respecta a la otra, no es sino proseguir con los trabajos ya iniciados por la actual administración del arenado de toda la superficie costera que va desde el puerto -o, por lo menos, desde las tomas de agua- hasta el Balneario Piedras Coloradas, de manera que la costa del río quede semiurbanizada entre esos dos arroyos que en su momento abrazaron la ciudad, y que ahora fueron saltados por ésta.