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Se trata de la mugre que en la tarde del martes cubrió parte del puerto de Colón, luego que una ventolina la empujara hasta allí. Lo que algún chistoso podría explicar como “la merde llegó al muelle y se coló en la caleta”.

Algo que es rigurosamente cierto en lo que respecta a la presencia de la costra mugrienta, aunque no lo es respecto ni a la causa de su presencia ni a su naturaleza. A otro mal pensado se lo vio convencido de que se trataba de efluentes cloacales sin tratar que expulsan al Arroyo de la Leche las lagunas de decantación construidas con ese propósito, que como se sabe hace tiempo han dejado de decantar, ya que no funcionan. Efluentes que una supuesta fuerte sudestada habría llevado río arriba. Lo que es cierto en parte, ya que lo es el estado de las lagunas, mientras que el resto es una imaginación de cizañero.

La explicación más plausible resulta, entretanto, la que explica lo ocurrido -y al mismo tiempo su rápida desaparición- en la circunstancia que el río crecido vino a salir de madre y efectuar una limpieza general de sus riberas, en lo que no sería otra cosa que una manera mecánica de mostrar lo poco prolijo -por decir lo mínimo- que somos. De cualquier manera, esas explicaciones falsas -tal como las falsas noticias a las que se refiere Trump- calan en un estado de cosas que les da un viso de verosimilitud. Ya que nos asombramos que alguien no se le haya ocurrido afirmar que la mugre a la que nos referimos tenga su origen en el arroyo Artalaz, adonde también llegan otros efluentes por el derrame, consecuencia del mal funcionamiento de una bomba de impulsión ubicada en uno de los sectores en que la ciudad más crece, y que a campo traviesa enfangando todo y secando árboles hasta el río.

Todo lo cual ocurre a vista y paciencia de todos, comenzando por las autoridades locales y los grupos ambientalistas, que no se ocupan de esos temas que nos atañen en forma directa, mientras no sacan los ojos de las pasteras orientales, o de las extracciones areneras en el Paraná. Se dice que técnicos de?la Comisión Administradora del Río Uruguay han extraído muestras de agua del río para establecer su calidad. Un mal momento suponemos para hacerlo, en circunstancias que el río corrientoso barre rápidamente con todo y hasta hace disminuir por su mayor volumen -eso es una suposición nuestra- la proporción de nuestros ambientados coliformes, que según se afirma se han afincado de una manera permanente entre nosotros. Será cierto lo de los análisis. Porque su realización resulta un acto de buena administración que debería hacerse con una periodicidad preestablecida y hacerse públicos sus resultados, de manera que no queden dudas de que quienes administran el río de verdad lo… administran.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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