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La posibilidad de leer el martes pasado en el portal digital del semanario Análisis una nota que mantiene vivo el escándalo de las máquinas cosechadoras que hubieron de fabricarse en Concepción del Uruguay, y que a su prototipo se subiera y aposentara la expresidenta Fernández de Kirchner, luego exhibida en Angola en un periplo organizado por el inefable Guillermo Moreno, sirvió para confirmarnos en una profunda convicción.

Es la certeza que el periodismo no solo debe servir para informar, opinar y hasta entretener, sumando algo que aún no se ha agregado pero ha adquirido una dimensión relevante, tal la tarea investigativa. Pero es necesario destacar que el periodismo, además, debe mantener vivo en el presente a hechos que hacen a la memoria colectiva, al mismo tiempo que mantener un machaqueo persistente en situaciones y comportamientos que van quedando en el camino como sepultados, y permitiendo que sus responsables escapen a las condenas que les cabe, por sus acciones no solo dañosas sino también ilícitas.

Y la nota indicada se inscribe dentro de este último casillero de la función periodística en la medida que ha servido para que todos “podamos acordarnos” de la investigación abierta por esa escandalosa defraudación no solo económica sino de claras repercusiones en los ámbitos sociales y políticos.

Es que la causa aludida, en la que está en juego entre otras cosas la improbable recuperación de un crédito por 5 millones y medio de pesos en el año 2009 (lo que representan a valores actuales la suma de aproximadamente 80 millones de pesos, sin computar intereses) que les otorgara a esos empresarios el gobierno provincial, y el establecer la responsabilidad penal que eventualmente les cabe a aquellos, y a los funcionarios del gobierno entrerriano involucrados en la maniobra, fue iniciada hace de esto más de siete años, y que espera para “despertarse” de su sueño camino a la prescripción de la causa, la respuesta a un oficio en el que se requería un informe con ella vinculada, oficio que fue librado en el año 2017.

Tal es la explicación dada a fuentes de la fiscalía interviniente para explicar algo que no constituye precisamente una “dulce espera”. Se trata de una demora que por lo visto no intranquiliza a la fiscalía, y que a la vez no sirve para justificarla, porque nada se aclara acerca de su carácter decisivo, y que no pueda avanzarse más en la causa, sin contar con ella.

De cualquier manera queda planteado un interrogante de mayor gravedad, cual es el que provoca conjeturar cuantos casos más habrá en los que den iguales circunstancias.

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