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Se dice, con una ironía ponzoñosa, que el problema de las aguas servidas en nuestros municipios han dejado de serlo; no porque ahora ella se derrame limpia, sino porque de tanto verla correr hasta nos hemos encariñado con ella. Con la basura debería pasar una cosa parecida, aunque en este caso las ironías están en una situación que las volvería superfluas. Se daría aquí el caso de lo que sucede con las prótesis médicas, que quien demora su implantación por circunstancias varias, entre las que no es la menor el miedo al bisturí, al final sale ganando porque los avances tecnológicos permiten soluciones sino distintas, al menos mejores.

Viene al caso hacer referencia a una noticia aparecida en una revista estadounidense, en la que se informa que China restringió las importaciones de ciertos materiales reciclables. Durante décadas, los Estados Unidos habían enviado allí la mayor parte de su reciclaje; ahora, las empresas de gestión de residuos están diciendo a las ciudades y condados que el mercado para su reciclaje ya no existe y que estos municipios deben pagar tarifas mucho más altas para deshacerse de su reciclaje.

Mientras tanto, la información continúa con un comentario que puede ser de nuestro interés. Ya que se agrega que al no haber “suficientes incentivos financieros para que los fabricantes diseñen productos o empaques para que puedan ser reciclados fácilmente” y unida esa circunstancia a la ausencia de "impuestos sobre el carbono e impuestos sobre la contaminación por mercurio, por ejemplo, las plantas de conversión de residuos en energía pueden ganar la competencia económica”.

De donde, en lugar de seguir pensando -porque eso es por lo general lo que se hace y de allí no se pasa en la generalidad de los municipios- habría que apuntar a una meta más alta, cual es la instalación de una planta de conversión de residuos en energía eléctrica, sobre todo teniendo en cuenta que en la actualidad cualquiera que genere dicha energía en una dimensión significativa puede vendérsela a las distribuidoras estatales en la materia.

De cualquier manera, y mientras se comience “a pensar” en ello y se lo siga haciendo con las plantas de reciclaje -hay que tener en cuenta que todavía no se puede hablar de un éxito en la clasificación de residuos y su separación en la mayoría de nuestros municipios- se hace necesario llevar adelante no solo una campaña de concientización en la materia, sino inclusive aprovechar los inspectores municipales en la tarea de detectar la existencia de basura arrojada en cualquier lugar, descubrir a los responsables y aplicarles las sanciones pertinentes.

Es que da la impresión que, al paso que vamos a terminar tapados de mugre, ya que veremos a la basura en forma creciente desparramada en todas partes. Y se debe tener en cuenta que en nuestra comarca ello no debería ocurrir si se considera que el servicio de recolección de residuos funciona correctamente y lo hace en un radio amplio.

Mientras tanto, hemos llegado al extremo de que se puede constatar no ya solo la existencia de personas que cargan la basura recogida en su casa para arrojarla a la vera de algún camino rural, sino de otros que la depositan en terrenos baldíos cercanos a sus domicilios, a los que convierten en verdaderos resumideros privados.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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