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Luis Arce
Luis Arce
Luis Arce
El domingo pasado hubo elecciones presidenciales en Bolivia y pareciera que el claro ganador es Luis Arce, quien iba en representación de Evo Morales y de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). Pasado un año desde que se desató una crisis política, que concluyó en la salida de Morales y en la llegada de Jeanine Añez al poder, los bolivianos volvieron a las urnas y confirmaron lo que muchos venían especulando: el MAS sigue vigente.

La buena noticia de la semana es que Bolivia encontró una salida electoral para sus problemas. Los bolivianos tuvieron la suerte de poder volver a votar a un año de la dimisión de Morales, a pesar de que muchos dudaban de que ello fuera posible. El recuento de votos es lento y aún no ha llegado a su fin, pero la gran mayoría estima que Luis Arce habría ganado en primera vuelta con más del 50% de los votos y con una diferencia de 20 puntos por encima de su principal adversario, el expresidente Carlos Mesa, el mismo que había competido contra Evo el año pasado.
Los antecedentes
Evo Morales fue forzado a renunciar y a pedir asilo en el exterior en noviembre del año pasado, luego de haber estado en el poder por más de 13 años. Con el aval del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo Electoral, pero con la negación popular mediante un referéndum, Morales decidió presentarse, junto a su siempre vicepresidente, Álvaro García Linera, en las elecciones presidenciales de octubre de 2019.

Evo era el favorito contra Carlos Mesa, pero había dudas sobre si podía vencerlo, o no, en primera vuelta. Pero sobre todo había mucho murmullo alrededor de su candidatura anticonstitucional. A partir de allí, se desencadenaron los problemas: desmanejos en el escrutinio, una oposición que acusaba al entonces Presidente de haber cometido fraude para no ir a un balotaje y una auditoria comandada por la OEA que informaba sobre diversas irregularidades.

Evo ofrecía repetir las elecciones, pero era tarde. Luis Camacho, una de las figuras más importantes de la región más pujante del país, Santa Cruz de la Sierra (que a la vez es un bastión antimasista), tomó las riendas de las protestas. La oposición salió a la calle (incluso en los bastiones electorales del MAS), y hubo enfrentamientos violentos. El batacazo final se dio cuando el ejército y la policía se pusieron en su contra ¿El desenlace? El entonces comandante en jefe de las fuerzas armadas, Williams Kaliman, le “sugirió” a Morales que renunciase.

Efectivamente, Evo fue depuesto del poder y huyó a México. Su destino final, y el de García Linera, sería Argentina una vez que asumiese Alberto Fernández. Mientras tanto, Jeanine Añez, por una cuestión de sucesión constitucional y luego de ciertas renuncias, asumía como Presidenta interina.
Una nueva oportunidad
Un año después de esta enorme crisis política, el MAS vuelve al Palacio Quemado ¿Por qué? ¿El panorama es el mismo? ¿Cuáles son los desafíos? Para comprender un poco mejor lo ocurrido en este 2020, el significado de los resultados del fin de semana y los desafíos del próximo presidente, El Entre Ríos se comunicó con Vigmar Vargas, de Bolivia, consultor en comunicación política y miembro del Directorio de Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE).

Los tres principales candidatos para esta contienda eran Arce, del MAS, Mesa, de la alianza política Comunidad Ciudadana, y Camacho, el cruceño que lideró las protestas de 2019, que comandaba la alianza Creemos ¿Hay resultados definitivos? Mientras hablábamos con Vigmar el día de ayer, recién el 50% de los votos habían sido escrutados. Él nos contaba que el órgano electoral prefería ir lento y ser transparente. “Como si agilidad fuese antónimo de transparencia”, ironizaba. Se anulaba así el conteo rápido, con el acuerdo de los veedores. El punto es que la lentitud en la carga de los votos no permite ver la verdadera diferencia que hay entre los números de Arce y Mesa o Camacho, nos dice Vigmar. Claro, los últimos votos en cargarse son los de las zonas rurales, que suelen ir para el MAS.

De todas maneras, las bocas de urna, que también tardaron en publicarse pero que tienen un margen de error ínfimo, indicaban que la victoria de Luis Arce sería avasallante. Jeanine Añez confirmó esto en las redes sociales en la medianoche del domingo ¿Las claves de este resultado? La reconversión del Movimiento al Socialismo, el rol que jugó Morales desde el exilio y el desempeño del gobierno interino.

Como explicaba Pablo Stefanoni en su nota en Le monde diplomatique, lo ocurrido el año pasado sirvió como oportunidad para que surgieran nuevos líderes dentro del MAS. Allí daba algunos ejemplos, como el de Choquehuanca, quien acompaña en la fórmula a Arce, y que cuenta con base propia en el altiplano o Andrónico Rodríguez, el sucesor de Morales en el sindicato de cocaleros. También están Eva Copa, que lidera al partido en el parlamento, y el mismo Arce, quien fue el último Ministro de Economía del gobierno de Morales.

El MAS subsistió a pesar de que su principal figura se encontraba fuera de pista, manteniendo y renovando la base de figuras políticas. Ahora bien, dice Vargas, Morales nunca dejó de ser el actor político más importante de Bolivia. El analista explicaba que Morales fue desde un principio el jefe de campaña de Arce y quien decidió cómo se conformaría la fórmula presidencial. Por otro lado, agregaba que al comienzo de la campaña Evo tenía un rol más activo en las redes y en los medios de comunicación en general, pero que a medida que se acercaban las fechas de las elecciones, el volumen de su incidencia bajó ¿Por qué? Porque Evo es la figura más popular del MAS, pero también es el que tiene más imagen negativa de dicho partido. Suena increíble, pero se podría trazar un paralelismo con Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.

Aparte del MAS y su estrategia política, tuvo un rol protagónico el gobierno de Añez. Vargas fue contundente en este sentido: dijo sin vueltas que el gobierno interino es un actor central en la victoria masista. Después de 13 años ininterrumpidos con Evo al mando, había mucha incertidumbre con respecto a lo que podía pasar con un nuevo gobierno. La realidad es que decepcionó a muchos. Para Vargas, la gestión de Añez “le lavó la cara al MAS”. En este gobierno también hubo casos de corrupción: sobreprecios en la compra de respiradores y abuso de los bienes del estado. Además, ingresaron al Poder Ejecutivo en un año muy difícil para la economía mundial y la boliviana en particular. A la hora de ir a las urnas, mucha gente decidió que ninguna alternativa sería mejor que el MAS y que el experimento que tuvo lugar luego de la crisis política sirvió para comprobarlo. Entre ellos, varios de los que estaban negados a votar a Morales para que asumiese un cuarto mandato.
¿Qué le depara a Bolivia?
Ahora que las elecciones ya tuvieron lugar, queda pensar en lo que viene. La nueva administración tiene dos desafíos, según cuenta Vargas. En primer lugar, es probable que no cuente con dos tercios de los escaños en el Congreso, algo que si había tenido en las dos últimas gestiones y que le otorgaba un excesivo poder a Morales para hacer reformas y tener mayor margen de acción. La necesidad de negociar, dialogar y la falta de poder total es una gran noticia, pero habrá que ver cómo se desenvuelve la mediación entre los diferentes bloques.

En segundo lugar, además de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, Arce hereda una situación económica más que preocupante. Bolivia sufrió como pocos países la caída del precio del gas natural, el producto de exportación del país por excelencia. Esto afecta directamente al estado, dice Vargas, que probablemente haga una apuesta por el litio (Bolivia tiene el 40% de las reservas mundiales de este mineral), pero que precisará tiempo para recuperar los niveles normales de actividad y de crecimiento. Para subsistir en ese transcurso, las formas y el diálogo serán esenciales.
¿La Oposición?
En cuanto a la oposición, dividida y víctima de una derrota monumental, hay poco para decir. Mesa fue el candidato del votante pragmático antimasista. No parecía traer nada nuevo y no cuenta con una estructura territorial que lo respalde como líder opositor para futuras elecciones, lo cual nos indica que difícilmente siga en la escena como un actor verdaderamente relevante.

El foco estará puesto en Camacho. Como dijimos, él lideró las protestas de 2019 y es el reciente líder del comité cívico de Santa Cruz. Si bien fue presionado para bajarse de la candidatura con el fin de que sus votos fueran para Mesa, decidió continuar, mostrarse como la cara que renovaría la política boliviana, y no entregar los escaños legislativos de su alianza a los paceños. Vale aclarar que en Bolivia hay una fuerte polarización entre el Occidente andino (La Paz, Potosí, etc.) y el Oriente llano, con Santa Cruz a la cabeza.

Camacho se mantiene, por ahora, como un líder marginal a nivel nacional, pero a la vez como serio candidato, según Vargas, para gobernar Santa Cruz, que en definitiva es la región que más reacia le ha sido al MAS y a Morales, y que se mantendrá a la defensiva frente al accionar del Poder Ejecutivo nacional.

La democracia boliviana sufrió las desmesuras de Evo, el polémico ascenso del gobierno interino y muchísimas incertidumbres a lo largo de este último año, pero por el momento parece que podría estabilizarse. La figura del líder aymara sigue vigente y el MAS vuelve al gobierno, pero esta vez con un nuevo escenario político y una crisis económica acelerada.
Fuente: El Entre Ríos

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