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Los países de nuestro continente enfrentan múltiples desafíos este año. América del Sur se convirtió en uno de los epicentros de la pandemia y en una de las regiones más afectadas por ésta: la emergencia sanitaria hizo más visibles las falencias estructurales, llevó a una fuerte caída de la actividad económica en varios países y mostró, sobre todo, la falta de recursos y de viveza de muchos funcionarios políticos para coordinar soluciones en tiempos de emergencia.

El año 2020 les jugó una mala pasada a todos. Brasil no solo no fue la excepción, sino que fue de los más afectados. Hace tiempo que muchos hablan sobre la catástrofe sanitaria en dicho país: diferencias entre Bolsonaro y los gobernadores para manejar las medidas preventivas y la compra de equipamientos médicos, la renuncia del ministro de salud en mayo y la significativa cantidad de casos y de muertes. Los números de actividad económica, aunque mejores que los del resto de América Latina, tampoco han sido del todo favorables, lo que dio pie a muchos opositores a decir que Bolsonaro falló en salud y en economía. Sumado a todo esto, el presidente de Brasil y su entorno fueron el foco de críticas por actos vinculados a la corrupción y al desmanejo de las relaciones con otros funcionarios públicos, tanto opositores como oficialistas.

Pero, como contaba esta columna hace algunas semanas, ha habido buenas noticias para Bolsonaro y su gente: la imagen positiva de su gestión es la mayor desde que arribó al Palacio de Planalto el 1 de enero de 2019, mientras que su imagen negativa cayó 10 puntos ¿Los motivos? Moderó su postura y su lucha con el Poder Legislativo y el Poder Judicial, avanzó con un plan de asistencia social muy bien visto entre los sectores populares y logró que una buena parte de los ciudadanos no lo indicaran como el principal responsable por las muertes a causa del Covid-19 (recordando también que en Brasil depende de los gobernadores e intendentes la flexibilización o la restricción de las medidas).

¿Sigue habiendo desafíos, tensiones y problemas por resolver? Claro que sí. Brasil, un país tan dinámico y cargado de sucesos tan insólitos como el nuestro, nos obliga a revisar constantemente qué ocurre.

Aunque con menor intensidad, la economía brasileña sufrió reveses como casi todas, a pesar de que las restricciones no fueron las mismas a las de países como Argentina. Ni por asomo. En el segundo trimestre (abril-junio), su PBI cayó 9,7% con respecto al trimestre anterior ¿En que difiere de países con cuarentenas más estrictas? Primero, que la caída fue menor. En segundo lugar, la recuperación será, al parecer, mucho más veloz. El informe FOCUS del Banco Central de Brasil muestra que por novena semana consecutiva la actividad viene mejorando y que ya quedaron atrás las especulaciones acerca de una caída del PBI anual del 10% (se dice que será del 5,6%). El otro dato que se dio a conocer este martes fue el del PMI manufacturero (o Índice de Gestores de Compras del sector manufacturero), que indica un récord histórico de expansión en agosto.

El reimpulso económico en Brasil viene acompañado con una enorme asistencia a través de la renta mínima de emergencia, que sirvió para airear a aquellos que se quedaron sin trabajo y a quienes se encuentran en una situación económica delicada. La continuidad de este plan llevó a muchos a especular acerca de qué podría opinar Paulo Guedes, el Ministro de Economía que suele ser catalogado como liberal ortodoxo.

En ese sentido, Gustavo Segré, reconocido analista internacional radicado en San Pablo, indicaba a este cronista, en un contacto exclusivo para El Entre Ríos, que si bien Guedes es un liberal a ultranza, entiende que esta ayuda es necesaria para mantener en pie la economía y el bolsillo de los sectores populares. Vale recordar que a pesar de las internas dentro de la coalición que gobierna Brasil y de las diferencias que Bolsonaro tenga con algunos de sus aliados, Guedes siempre se mostró firme junto al Presidente.

¿Continúa la emergencia sanitaria? La reactivación de la economía no generó estragos ni condujo a un desastre en materia de salud. Sí, hay más casos, pero hay también muchos testeos y un gran número de recuperados, además de que la tasa de letalidad cayó. La gente poco a poco deja de tener miedo, en Río de Janeiro se encuentran en una fase muy avanzada y en el Estado de San Pablo no quedan ya ciudades con cuarentenas estrictas ¿Qué se espera? Que dentro de poco la curva de mortalidad y de contagios empiece a decrecer.

El gobierno de Jair Bolsonaro está en una situación mejor de la que muchos esperaban, incluso él. Los números no son los ideales, pero son más favorables que los de algunos meses atrás. Por ello es que se espera que su popularidad al menos se mantenga. En cuanto a la oposición, no hay tal cosa como un líder que pueda hacerle frente ¿Y Lula Da Silva? ¿Y el PT?

En noviembre de este año habrá elecciones municipales en Brasil. Las disputas más interesantes podrán observarse en las grandes urbes brasileñas. Para Gustavo Segré, éstas no son elecciones determinantes para Bolsonaro, quien abandonó el partido con el cual asumió la presidencia (Partido Social Liberal) para formar el suyo y que por ende no tiene ningún candidato que le responda directamente, por ahora. En cambio, dice Segré, se trata de elecciones que servirán como indicador de la popularidad del Partido de los Trabajadores, el partido de Lula. En noviembre se mide cuán vigentes se mantienen las figuras del expresidente y de su partido como así también cuánto rechazo despiertan. Habrá que esperar para ver si el panorama político cambia, o no, a partir de 2021.

Brasil, como la Argentina y buena parte de los países sudamericanos, se enfrenta a desafíos constantemente. Por eso, la popularidad de quienes gobiernan puede fluctuar, así como pueden fluctuar las direcciones que toman. Con la economía en alza, la salud un poco más estable y elecciones en poco menos de 3 meses, Brasil sigue siendo un caso a seguir, y más aún para los argentinos.
Fuente: El Entre Ríos

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