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El psicólogo Sergio Brodsky en las pantallas de la TV nacional
Olé, TyC Sports, Perfil, no son medios pequeños. Todo lo contrario. Tienen plantas de personal cuanto menos 10 veces más numerosas que sus pares del interior. Aún así, no se salvaron del ridículo. Pusieron la foto del psicólogo Sergio Brodsky, de Concordia, confundiéndolo con su homónimo, el titular de la Inspección General de Justicia.

Hay que decirlo: No fue un error aislado.

Estas cosas pasan -nos pasan- y seguirán pasando -nos seguirán pasando-, cada vez con mayor frecuencia, en un sistema informativo en red, que ha ganado en velocidad y simultaneidad, tanto como ha perdido en calidad.

Todo da la vuelta al mundo de inmediato. Lo mismo una gran verdad que una gran mentira. Basta que un medio la publique para que el resto, a veces sin siquiera citar la fuente, la replique sin más. No hay control de nada.

Pero, hablemos mejor de Sergio, el de la foto en las pantallas de TyC Sports.

Tal vez si los medios porteños supieran quién es, qué hace, a qué dedica su vida ese al que mostraron al mundo, se darían cuenta que efectivamente merece ser considerado, y no por error.

Es más, les diría -si se me permite la ironía-, que no sería mala idea probar a poner al frente de la Asociación del Fútbol Argentino al psicólogo de Concordia. Quizá ayudaría a humanizar y devolver sensatez a un lugar donde hace ya mucho reinan la locura, la lucha por el poder y el dinero, en vez del deporte y el juego.

Dicho en términos más imples, Sergio Brodsky, el de Concordia, ese al que accidentalmente la prensa nacional mostró en una foto, es un tipazo del que tenemos mucho para aprender.

No estoy ensalzando su ideología política. Nunca hablé con él de eso. Por lo que se ve en su perfil de face, parece que a Macri no lo traga ni con aderezo. No es asunto que me importe ni el punto a mirar, y mucho menos a juzgar, ni en él ni en nadie.

Digo que es un tipazo por su labor junto a los internos de la Unidad Penal 3 de Concordia y a los pacientes del Servicio de Salud Mental del Hospital Felipe Heras. En ambas instituciones, Sergio lleva adelante una misión de promoción humana que no tiene precio y que no hay sueldo que la pague.

Tal vez les parezca exagerado, pero no tengo dudas de que Sergio estaría en la lista de los salvados, esos a los que Dios recibiría en sus brazos diciéndoles "estuve enfermo y me visitaste, preso y viniste a verme"...

Desde hace ya muchos años, con los internos de la cárcel, Sergio lleva adelante el programa de radio "Desde Adentro", que se emite los viernes por Oíd Mortales Radio 88.9, de 16 a 17.

Con los pacientes de Sala 8 del Hospital Felipe Heras publica la revista mensual Revuelo en el Altillo, que se distribuye como un suplemento de Panza Verde. También con ellos hace radio, los jueves de 15 a 18, en el sistema integrado de emisoras de la Universidad Nacional de Entre Ríos.

Los resultados de estas iniciativas son extraordinarios. "La comunicación -explica Sergio- es una necesidad humana básica. Permite una recuperación del vínculo, del diálogo, de la palabra, de las relaciones interpersonales. En salud mental, muchas veces eso está mutilado. El paciente, después de una crisis, se encuentra en una situación de soledad, de desconexión, de falta de socialización y este grupo, 'Revuelo en el Altillo', intenta recuperar eso. Los medios de comunicación nos dan un alcance hacia lo social; esto constituye un instrumento terapéutico muy valioso y permite recuperar el vínculo con el afuera, con el otro".

El psicólogo Brodsky sabe que los medios también le sirven para "cuestionar y reflexionar sobre determinados mitos, sobre todo en la salud mental, que están arraigados: 'son irrecuperables, peligrosos, inútiles e incapaces'".

La última vez que lo entrevisté, disparó una reflexión que me llegó: "Yo creo que tenemos que curarnos todos. En este mundo tan lleno de violencia, hablar de una separación de la cordura y la locura es algo ilusorio".

Sí señores. Propongo para la AFA a gente como Sergio Brodsky de Concordia.

Con tipos así, podríamos intentar volver a humanizar el fútbol y revalorizar a los clubes, no ya como instrumentos de poder político y económico, sino como extraordinarios espacios de contención para los chicos de nuestros barrios, salvándolos -por ejemplo- de las adicciones a las drogas, una de las peores enfermedades mentales de nuestro tiempo.

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