Llegó puntual a la cita, en el “Gigante Verde” de Concordia. Hasta allí se trasladó el técnico más ganador en la historia de la Liga Nacional de Básquetbol y medallista de Bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

A Sergio Santos Hernández todos lo conocen por su apodo, “Oveja”. Y así lo llamaron los más pequeños que se reunieron el último viernes, por la tarde, en campo de juego del único club entrerriano de la costa del río Uruguay que juega la Liga Nacional. Pero no sólo había gurises de Estudiantes; también estuvieron los del Centro Ex Alumnos Capuchinos; Ferro; Vélez Sarsfield de Chajarí; Salto Grande e Hípico, entre otros.

En las tribunas, cubiertas en unos dos tercios, estuvieron los jugadores de las categorías formativas, padres, amigos y los estudiantes del Profesorado de Educación Física. “Sé lo que es su carrera. Yo hice los 4 años. Poco estudio, mucho trabajo y poca paga”, resumió al saludarlos el entrenador nacido en Bahía Blanca, ciudad cuna del básquetbol argento.

“Es uno de los lugares donde más público vino y está muy bien organizado”, valoró el periodista Fabián Pérez, conductor del programa “Uno contra uno” de TyC Sports. Fue el encargado de presentarlo con la contundente definición de: “Hernández es para mí el mejor entrenador en la historia del básquetbol argentino” (León Najnudel y Rubén Magnano le disputan o comparten tal reconocimiento).

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
El propio Hernández evitó cualquier polémica con un toque de sentido de humor y mucho de modestia. Primero dijo: “yo seré todo lo que él dijo, pero sin dudas Fabián “recontra vale” Pérez es más conocido que yo”, bromeó. En segundo lugar explicó: “desconozco mis estadísticas, cuando no sé algo sobre mí le pregunto a él (por el periodista) y la verdad que lo que importa es lo que viene, lo que pasó quedó archivado. Cuando me retire, que no falta mucho, quizás lo disfrute”.

Casi sin notarlo, Oveja comenzó a desarrollar su presentación. Siempre de pie, yendo y viniendo sobre el piso deportivo de Estudiantes, serpenteando entre los gurises. “El básquet me ha dado más de lo que incluso yo hubiera dado, incluyo más de lo que yo había pedido”, reconoció.

A modo de sentencia dijo: “el deporte es lo mejor que tiene la humanidad: solidaridad, compañerismo, trabajo en equipo. Nos enseña a no ser egoístas”.

La pelota de su mano fue y vino en distintas ocasiones hacia las manos de los más pequeños. Así estableció un ida y vuelta, casi de compinches, con los que sueñan con ser como “así que vos sos Blake Griffin”, le dijo a un pequeño que tenía la camiseta del pívot estrella de Los Ángeles Clippers.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
Lanzó, inmediatamente después, otro de sus conceptos centrales: “en la Argentina tenemos incorporada la idea de que el segundo es el primero de los últimos o que los segundos son pechos fríos. Está muy loco todo. Creemos que lo único que sirve es ganar”.

“Ganarle al otro no es lo más importante, es lindo, pero hay cosas más trascendentales como por ejemplo si lo que hiciste fue lo máximo que vos podías hacer. Ganarle al otro no es el objetivo, nunca”, afirmó ante un silencio respetuoso.

Profundizó la idea al ampliar que “hay que buscar la mejor versión de cada uno” y ahí fue cuando puso de ejemplo al capitán de la selección argentina de básquetbol, Luis Scola. “Vos terminás el entrenamiento y él te pide hacer su rutina. Lo que hace varía si faltan o no días para un partido. Todos los días hace unas 20,30 o 40 conversiones iguales y, si falla, vuelve a empezar. Practica situaciones de juego real más acciones de poste bajo”, describió.

Les contó a los presentes, también, que “Manu (Ginóbili) ha contado que no puede comer un cuarto de helado. Eso es buscar la excelencia. La búsqueda de la excelencia de cada uno es lo que único que importa”.

Ahí hizo una pausa. Más de uno ensayó un principio de aplauso que rápidamente se interrumpió por las palabras del DT, que tras un año sin dirigir, aceptó volver a estar al frente de la selección argentina.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
“Eso depende de los más grandes”, dijo dirigiéndose a los padres, docentes y entrenadores presentes. “¿Vos cómo te llamás?”, preguntó y un gurí respondió: “Julián”. “Bueno, Julián necesita de buenos ejemplos. Necesita tutores”, propuso.

Antes de que los entrenadores y miembros de su equipo de trabajo realizasen algunas actividades con los que sueñan con ser como Manu, Luifa o Chapu, reflexionó acerca de las grandes estrellas y aclaró: “los buenos en serio necesitan ser liderados. Los mejores saben lo importante que es ser dirigidos. Sin conocimiento no hay dirección de equipo” y remató lo dicho con una frase atribuida al genial Magic Johnson: “no siempre hay que estar de acuerdo con el DT, pero sí hacerle caso”.

Afuera ya era de noche. Adentro fue tiempo de ver a los gurises pasar y correr, tirar al lado, ensayar defensas, enfrentar acciones en desventaja numéricas y otras situaciones reales que supervisó, bromeó e interactuó Hernández.

El cierra fue un idea y vuelta con preguntas de los más pequeños. Ahí terminó de comprenderse su frase inicial: “ustedes dirán, ¿qué hace el DT de la selección viajando 400 kilómetros de ida y otros 400 kilómetros de vuelta si mañana a las 6 de la mañana tiene que estar en el aeropuerto para tomar un avión a Mar del Plata?. Por ellos, mírenlos. Ahí están” y desafió a dar lo mejor por los más pequeños.

Enviá tu comentario