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Estamos haciendo referencia al Ministro de Medio Ambiente de la Nación, el mismo que adquiriera una lamentable notoriedad en ocasión de los picos de la situación que vivió “el Delta en llamas”.

Es que todo lleva a pensar que no lo había hecho hasta ahora, ni siquiera cuando tuvo que convocar a las fuerzas armadas a colaborar en la lucha contra el fuego. Se da aquí una situación curiosa, ya que las autoridades nacionales y los habitantes de las áreas urbanas que desde La Plata se ubican en la margen derecha del río Paraná, parecieron tomar conciencia de la magnitud de la catástrofe, en el mismo momento en que fueron poco menos que asfixiados por el humo.

Si a ello agregamos el desinterés deliberado que desde las esferas oficiales se muestra por las poblaciones que están en llamas y, por sobre todo, en un sentido metafórico, por las zonas invadidas por grupos de vándalos de supuestos mapuches, habría que concluir cuánto de cierto hay en aquello que “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”.

Y es precisamente por eso, que no le costó ningún esfuerzo arrimarse hasta el Congreso de la Nación, en ocasión que en la Cámara de Diputados se tratara el proyecto de ley de “los humedales”. Y que al salir hiciera declaraciones de diverso tenor vinculadas, la mayoría de ellas de una manera directa o indirecta, con nuestro Delta en llamas. Es así como señaló el ministro que, en la defensa del medio ambiente, a la demanda de la gente, se suma el hecho que en la consecución de ese objetivo "el Estado tiene un interés mayúsculo". Consideraciones en las que resulta oportuno detenerse.

Es que resulta cuestionable que esa defensa sea una demanda de la gente, al menos mayoritaria, si tenemos en cuenta el poco cuidado que se pone en el desecho de los desperdicios de todo tipo, lo que está mostrando hasta qué punto es necesario concientizar de verdad a la población acerca de esa grave cuestión. Es que, hasta que nos volvamos conscientes de cuán desprolijo y sucio está nuestro entorno, y contribuyamos espontáneamente con nuestra acción, pero sobre todo con nuestra abstención, a lograr que se presente no solo limpio sino también prolijo, no podremos decir que la batalla recién comienza a estar ganada.

A su vez, no pudo faltar en esas declaraciones referencias contra “la justicia”, la que al menos para una gran parte del actual oficialismo, es el padre y a la vez la madre de la mayor parte de los males que nos golpean. Fue cuando reclamó "exigir que cambie la Justicia, que tiene que reprender con el peso del Código Penal y Civil a quienes realizan esos focos ígneos intencionalmente". De esa manera se pasa por alto la circunstancia que “la justicia” como servicio cumple un rol “represivo” en el caso de corresponder, pero no puede asumir un papel “preventivo”, algo que sería como castigar al incendiario cuando éste no ha iniciado las medidas preparatorias para encender el fuego, aplicando de una manera impensada la harto grave “teoría penal del estado peligroso”, en lugar del “derecho penal liberal”, el cual, al menos en teoría, es el vigente entre nosotros.

Por último, y siempre glosando sus declaraciones, cabe la referencia a que está contemplada por el Estado la posibilidad de llegar a contar con 22 medios aéreos a disposición para el combate de incendios, entre ellos se arrendarán dos de gran porte, con capacidad de 15 mil litros de agua. Frente a lo cual, la pregunta a formular es porqué lo que ahora se va a hacer no se hizo antes. Y lo trágico del caso es no estar seguro de que sea justo tomarla con Cabandié, cuando existen fundadas y graves sospechas que, en la mayoría de los ministerios del gobierno nacional, las cosas no son muy diferentes.
Fuente: El Entre Ríos

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