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El meme de López y De Vido como monjas
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El meme de López y De Vido como monjas
A medida que nos acercamos a octubre se acentúa un estratégico movimiento de pinzas por parte del cristinismo fundamentalista, con la complacencia de los miembros de La Cámpora y Kolina, y un silencio aquiescente por parte de algunos componentes del justicialismo que no terminan de conformar la denominada Alternativa Federal. Quienes, más que dudar, tratan de mantener un difícil, aunque manifiestamente calculado, equilibrio. Todo ello a estar no solo a la opinión de algunos analistas, sino de lo que puede escucharse en la calle, entre aquéllos que por no casarse con nadie, ni tampoco callarse nada, vienen a resultar muchas veces más acertados en sus juicios que los que pasan por ser afamados politólogos.

El primero de esos instrumentos del movimiento no es, como cabría suponer, el ataque contra la prensa independiente. Circunstancia que bien podría computarse como tal, ya que contra ella sigue persistiendo esa mezcla de desprecio y odio, con la que se la maltrató inclusive de una manera vejatoria, a lo largo de la conocida como “década ganada alargada”, explicada esta última adjetivación por el hecho que se extendió en realidad, a estar a la cuenta de los años, por doce de ellos. Algo explicable, aunque a decir verdad irrelevante, si se tiene en cuenta el mayor valor simbólico que tiene hablar de “una década” en lugar de la anodina mención de una docena de años.

Mención, la indicada, que no debe extrañar dado que si se miran bien las cosas existe una clara inclinación en ese colectivo a utilizar la disciplina inefable que es la “numerología”. Y conste que no nos estamos refiriendo aquí al contenido de los “bolsos” que arrojara un tal López por encima de la tapia de un edificio conventual, ni tampoco al hecho que es algo más que una leyenda urbana, que socios del cristinismo buscaron disimular los números devenidos grandes cifras, apelando para hacerlo, y ello por razones prácticas, a las balanzas concretamente por doce años.

Es que no hay que olvidar que esa inclinación numerológica se la observa patente en el hecho que son también ellos los que en la legislatura bonaerense dictaron una ley estableciendo que los desaparecidos como consecuencia de un mecanismo aberrante utilizado por el último gobierno militar fueron 30.000, ni uno más, ni uno menos; como si ese comportamiento absurdo hubiera dejado de serlo si su número fuera uno, diez, cien, mil o más de mil veces menor.

Pero es que los ataques a la prensa son hasta cierto punto al menos un “divertimento”, que sirve, a lo sumo, para abonar el terreno para poder llevar a cabo el movimiento de pinzas al que acabamos de hacer referencia.

Una de cuyas piezas instrumentales, viene a estar en la “victimización” de funcionarios de los gobiernos de esa década que ya están presos, algunos de ellos procesados y otros judicialmente condenados; aparte del lote más numeroso que está imputado, y muchos con prisión preventiva también judicialmente declarada, aunque no hecha efectiva, hasta el momento que en su caso se dicte una sentencia que resulte condenatoria y no absolutoria.

Es que apelar a la victimización, resulta la manera más consistente de buscar defenderse, dado que los ataques a la justicia son menos convincentes, si uno se pone a pensar que la misma estaba integrada por magistrados como nuestro casi ex vecino Oyarbide, fácil dispensador de sobreseimientos –y eso entre otras cosas- en causas donde se investigaba el enriquecimiento ilícito de funcionaros de esa época. No se trata de que los ex funcionarios estén ahora obligados a ingerir su propia medicina, sino que en este momento se da la presencia de fiscales y algunos jueces que tienen bien en claro lo que debe entenderse por “justicia legítima”.

Mientras tanto es esa “victimización”, repetida como una letanía, a la que no parecen hacerle mella ni siquiera las “fotocopias de los cuadernos Gloria de Centeno”, ni el cúmulo de funcionarios y empresarios “arrepentidos” que con sus dichos han confirmado la existencia de los hechos a que se hace referencia en esos textos, puede llegar a prender, si es que ya no ha prendido en algunos sectores de la ciudadanía. Aunque esa victimización a la que nos referimos ni siquiera en realidad es necesaria, porque para por lo menos un sector importante de sus “fieles” les da igual para seguir acompañando que durante ese periodo decenal que es docenal, haya funcionarios que, fueran o no ladrones, existe la casi certeza tremebunda de que los seguirán votando en el caso de que se presenten una vez más como candidatos.

Pero de cualquier manera esa “victimización” con la que se intenta hacer aparecer a los ya encarcelados como “presos políticos” y no como “presos comunes”, que será también el caso de los sometidos a proceso de ser judicialmente condenados, resulta de una utilidad inapreciable para utilizar la restante pieza del instrumento que posibilitará la consumación exitosa de ese movimiento de pinzas al que nos venimos refiriendo.

Es que a la victimización devenida en reconocimiento de la existencia de víctimas, en el caso que el cristinismo resultara victorioso en las elecciones de octubre seguiría el “indulto” de los condenados que revisten la pretendida condición de presos políticos, y aun de los procesados, por más que no pueda haber indulto sin condena, pero ¿a quién se le ocurrirá atender a esas pequeñeces? O aún mejor beneficiados por una ley de amnistía, que en realidad sería de auto-amnistía, como fue aquélla de la que intentaron valerse los “presos políticos” del último gobierno militar.

Hay que tener en cuenta que la amnistía es más beneficiosa que el indulto, ya que la misma hace desaparecer el delito, y como consecuencia de ello la pena. Mientras que el indulto viene a condonar la pena pero deja incólume al delito.
Y que en contraposición el indulto implica un más fácil y amplio recurrido, ya que entre las facultades que la Constitución otorga al presidente está la de otorgarlo. Mientras que la amnistía exige la sanción de una ley, dado lo cual no es tan solo uno, sino son una infinidad, los que tendrán que poner la cara, y quedar marcados para la historia con ese proceder.

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