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Su “¡Hoooola vecino!” era imprescindible para uno de sus más pequeños interlocutores: Bautista, 5 años, que pasó del “Alexi, Alexi” a un “Alexissss” bien estridente. Se ponía a su altura, lo buscaba, jugaban a saludarse, entre que se escondían detrás del muro, el portón o el auto. La anécdota es trivial, rutinaria, cotidiana. Pero muestra lo extraordinario de la simpleza y de eso él sabía.

El Gordo, Alexis, el correligionario, el del vozarrón inconfundible (te habrás dado cuenta, se te escuchaba a una cuadra o más de distancia) el socio del club, el egresado de la Promo 98 de la Escuela Normal, integrante de la Asociación, el padre, esposo, hijo, amigo, vecino, voluntario del grupo de hombres de la parroquia “Nuestra Madre de la Merced”, fiscal electoral, empleado, cocinero y más recientemente el inspector era todo dedicación y entrega. Exagerada entrega. Eso es: exagerado.

Sí, era exageradamente sociable, exageradamente idealista, exagerado en responsabilidad, exagerado en comprensión, de una generosidad exagerada, exagerado para hablar, estudiar o celebrar un cumpleaños, un cierre de año y el compartir con los suyos. Su casa era punto de encuentro. Las puertas siempre abiertas. Unía, siempre.

Mirá si habrá sido exagerado que, el día que fue padre junto a Carolina, lo fue por duplicado. No había lugar para menos: tenía tanto para dar que valió esa doble bendición que recibió hace poco más de una década.

Cuando se involucraba en algo lo hacía con tremenda pasión y fe. Sí, mucha fe. Desbordaba. Se comprometía, luchaba, trabajaba y, si era necesario, volvía a empezar. Y todo a 3 mil por hora o más rápido. No habías medias tintas, lo suyo no era la sutileza. Frontal, decidido y de un gran humor. Aún en el peor de los momentos, encontraba una razón para sonreír.

La intensidad de sus días vividos no fue en vano. Alexis Tesani está en cada metro cuadrado construido en las dos manzanas que una treintena de vecinos compró, loteó, consiguió servicios y levantó sus viviendas. Alexis Tesani está en cada tramo del enripiado de una calle Brasil que, antes de la Asociación Profesorado Concordia, no existía.

La carta está pésimamente escrita, lo sé. Es la que nunca quiero, ni querré escribir.¿Cómo redactar cuando alguien parte repentinamente y tan temprano? Lamento cada minuto que sólo nos saludamos y no charlamos más.

Vos no lo lamentes, cuidate, pero seguí encontrándote con los tuyos. Sé hospitalario,gentil, no muestres apuro y sí mucha entrega. En definitiva, andá “Tesaniando” por ahí. Será el mejor homenaje para el vecino que nunca dejaré de tener.



PD: valgan estas palabras como un sincero homenaje a él y a los cientos de miles de hombres y mujeres de a pie que hacen grande cada cosa que emprenden. Son los que siempre nos dan un motivo para sentirnos orgullosos.
Fuente: El Entre Ríos.

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