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A la hora de gestionar, hay un dilema que se viene planteando desde que se desató la pandemia del coronavirus en occidente: si primar la economía o primar la salud pública, sabiendo que ambos pueden potenciar una crisis. En este sentido, y como he mencionado en ocasiones anteriores, algunos presidentes prefirieron una vía y otros optaron por otra. Esta circunstancia nos lleva a analizar tres de los seis países federales que se encuentran en América: Argentina, Estados Unidos y Brasil.

Los especialistas en política y relaciones internacionales se encuentran frente a una situación anormal, que exige estudiar los comportamientos de los actores que tienen injerencia tanto en la política como en la economía y otras cuestiones sociales. En uno de los programas de YouTube de la Universidad Torcuato Di Tella, Catalina Smulovitz, profesora investigadora de dicha facultad, destacó las medidas tomadas por Alberto Fernández y las diferencias con las tomadas por sus pares Donald Trump y Jair Bolsonaro.

La pandemia arribó al país en un momento de fuertes tensiones, donde los debates se generaban en base a cómo salir de una crisis económica que puede explotar en cualquier momento. El gobierno argentino decidió posponer dichas discusiones y enfocarse en este nuevo fenómeno. El camino tomado, más allá de si es el correcto o no, fue producto de una decisión tomada en conjunto por todo el arco político. Si bien hubo algunas provincias que cerraron sus fronteras y decretaron la cuarentena total antes del 19 de marzo, el Poder Ejecutivo de la Nación se anticipó a que hubiese más acciones “individuales” y declaró la cuarentena total para todo el país. Fernández acordó con las provincias, y con Rodríguez Larreta. Pareció haberse informado en base a las recomendaciones de expertos y trató de explicar el porqué de las medidas, además de decir que iba a buscar la manera de atender a los grupos más afectados por el parate. La decisión fue respaldada por medios y buena parte de la gente en un principio, pero con el pasar del tiempo empieza a observarse cierto malestar debido a la falta de certidumbre y a problemas, esperados e inesperados, que empiezan a surgir.

Por otro lado, Bolsonaro y Trump, dos líderes que ya llevan por lo menos un año al frente de sus respectivas presidencias, decidieron no avanzar hacia la cuarentena total. Frenar la economía también afecta no solo el bolsillo, sino también la salud; por eso buscaron evitar un lockdown total.

Bolsonaro, como mencionamos en otra ocasión, continúa desbarrancándose. Si bien la mayoría de la población no apoya un impeachment contra él, son muchos los que se oponen a su posición y apoyan al ministro de Salud, que está tratando de convencer al presidente, y hasta de accionar a sus espaldas, para que efectivamente la gente permanezca en sus casas. Los gobernadores se pusieron en su contra y están tomando recaudos unilateralmente para enfrentar el virus; el Congreso y el Tribunal Federal Superior están viendo cómo controlarlo o cómo castigar a Bolsonaro, y gran parte de su coalición ya lo considera un caso perdido.

Donald Trump fue otro de los que quiso privilegiar el funcionamiento de la economía, considerando que era lo menos dañino. Esto llevó, de alguna manera, a que Estados Unidos se convierta en el país más afectado por la pandemia (si es que se puede confiar en los datos de China) ya que la circulación interna casi no sufrió alteraciones. Trump cerró las fronteras tempranamente, pero nunca evitó que se dejara de movilizar la gente dentro del país, lo cual expandió el virus. Al igual que en Brasil, algunos gobernadores aprovecharon sus facultades para declarar la cuarentena en sus Estados mientras el presidente se negase a tomar esa medida a nivel nacional. Fue también la misma población la que decidió tomar precaución cuando notaron que todo el país estaba bajo riesgo. Por otro lado, y a pesar de los esfuerzos por evitar un derrumbe, la baja en los mercados fue acompañada por despidos masivos en las empresas, por lo que hubo un récord histórico en pedidos de seguros de desempleo.

Tres países con estructuras republicanas y federales parecidas. En uno, las entidades subnacionales se encolumnaron rápidamente detrás del presidente, creyendo que este elegía el camino correcto. Esta oportunidad que se le presentó a Alberto Fernández puede jugarle en contra si la economía acaba por desplomarse, si se pasa a una fase de caos social y si descuidos como las enormes colas que hubo para cobrar pensiones y jubilaciones en los bancos, aumenta el número de muertes por infección del virus. En Brasil, con un presidente que debe encaminar su rumbo para que el coronavirus no sea, en un futuro, el disparador que lo separó definitivamente del resto de las entidades políticas y lo llevó a la ruina. En Estados Unidos, un Donald Trump que debe mostrar mejores números y mejores noticias para no poner en riesgo su reelección, que se juega este año, y la cohesión interna.

En síntesis, se observan diferentes comportamientos pero aún no se observan resultados claros que en el corto plazo puedan decir cuál fue mejor. Solo el tiempo dirá si cada presidente o si las gobernaciones estaduales/provinciales tomaron el camino correcto. Ninguna de las vías parece contener la solución mágica, por lo que solo queda esperar a ver quién corrió una mejor suerte o quién pecó por inexperto.
Fuente: El Entre Ríos

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