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La campaña realizada por la Organización Mundial de la Salud durante 2018 para conmemorar el Día Mundial de la Salud (7 de abril), se realizó bajo el lema “Salud universal para todos, en todas partes”, haciendo especial hincapié en algo que a priori es obvio pero la realidad sanitaria de muchos lugares del mundo demuestra lo contrario: La salud es un derecho, no un privilegio.

La salud universal implica que todas las personas y comunidades tengan acceso, sin discriminación alguna, a servicios de salud sin tener que exponerse a dificultades financieras. Abarca toda la gama de servicios de salud, desde la promoción hasta la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados al final de la vida. Y estos deben ser de calidad, integrales, seguros, eficaces y asequibles para todos.

La salud universal involucra no solo que todas las personas estén cubiertas, sino también que tengan acceso a la atención que necesitan, cuando la necesitan y donde sea que se encuentren. Como expresión de la salud para todos en el siglo XXI, la salud universal implica acciones de todos los sectores de la sociedad para enfrentar la pobreza, la injusticia social, el déficit de educación y la vivienda insalubre, entre otros factores, que influyen sobre el estado de salud de las personas.
El padecer de más de 400 millones de personas
En septiembre del año pasado, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, pronunció un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el cual hizo referencia a la importancia de la cobertura sanitaria universal. Lo hizo en estos términos:

La cobertura sanitaria universal se basa en la convicción de que la salud es un derecho humano, no un privilegio.

Me resulta escandaloso que las personas tengan que elegir entre comprar medicamentos y comprar comida.

Es escandaloso que la enfermedad pueda sumir a una familia entera en la pobreza porque el sostén de la familia no puede trabajar.

Es escandaloso que una madre pueda perder a su hijo recién nacido porque los servicios necesarios para salvarlo están demasiado lejos.

No podemos aceptar un mundo como ese. No podemos.

El año pasado conocí en la República Dominicana a un joven estudiante de medicina con deficiencia renal que me dijo que necesitaba diálisis tres veces por semana.

«¿Cuánto cuesta tu tratamiento?», le pregunté. No sabía. Lo pagaba el estado.

Sin tratamiento estaría muerto. Sin embargo, como puede acceder a los servicios que necesita, está estudiando una carrera que le permitirá ayudar a otras personas.

Este es el poder de la cobertura sanitaria universal. Mejora la salud, pero también reduce la pobreza, crea empleo, potencia el desarrollo económico, promueve la igualdad de género y protege a las poblaciones contra las epidemias.

Sin embargo, la realidad es que en todo el mundo más de 400 millones de personas carecen de acceso a los servicios sanitarios esenciales, y al menos 100 millones de personas se ven sumidas en la pobreza por pagar de su bolsillo la asistencia sanitaria.
Esto es inaceptable.

La buena noticia es que la cobertura sanitaria universal se puede lograr. En julio presentamos pruebas que demuestran que el 85% de los costos derivados del cumplimiento de las metas sanitarias de los ODS pueden sufragarse con recursos internos.

Esas inversiones impedirían 97 millones de muertes prematuras de aquí a 2030, y aumentarían en hasta 8,4 años la esperanza de vida en algunos países.

Todos los países, independientemente de su nivel de ingresos, pueden hacer más con los recursos que tienen y pueden adoptar ya medidas para mejorar la salud de sus poblaciones.

Me oirán decir una y otra vez que, en última instancia, la cobertura sanitaria universal es una opción política. Requiere visión, valor y un planteamiento a largo plazo.

Pero la recompensa es un mundo más seguro, justo y sano para todos.
Morir por ser pobre
Con anterioridad, el director general de la OMS ya había manifestado que “la cobertura sanitaria universal es de carácter ético”. Y había planteado varios interrogantes.

“¿Queremos que nuestros conciudadanos mueran porque son pobres? ¿O que millones de familias caigan en la pobreza por hacer frente a gastos sanitarios catastróficos debido a que carecen de protección contra los riesgos financieros? La cobertura sanitaria universal es un derecho humano”.
La falta de atención sanitaria, en cifras
- 3 de cada 10 personas no acceden a la atención de salud por motivos financieros.

- 2 de cada 10 personas no buscan atención médica por barreras geográficas.

- 3,8% de su riqueza (PIB) invierten en salud los países de las Américas, menos del 6% recomendado por la OPS.

- 5 países de las Américas asignan más de 6% de su riqueza (PIB) al gasto público en salud.
Fuente: El Entre Ríos

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