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“Pietroboni, la oportunidad perdida”. Así se tituló la nota que publicamos en estas mismas páginas en Julio de 2016, hace más de dos años y a pocos días de la muerte del empresario de la obra pública, Víctor Pietroboni. Allí referíamos que “La lentitud y falta de compromiso de la Justicia dejó pasar la oportunidad de conocer los entretelones de los sobreprecios en la obra pública que Víctor Pietroboni estaba dispuesto a confesar. Antes de su fallecimiento, el empresario había dicho que tenía más para contar... Pero fue tarde. Porque a los pocos días Pietroboni falleció. Y la justicia, y la sociedad argentina toda, se perdieron la oportunidad de tener información de primera mano de un empresario dispuesto a hablar”.

Y así llegamos a los “Cuadernos Gloria” de Centeno, el arrepentido que destapó el escándalo de corrupción más grande de la historia argentina.
¿Qué sabíamos antes de los Cuadernos?
Para participar en el Club de la Obra Pública había que pagar coimas. Lo había confesado el mismo Víctor Pietroboni en una entrevista con Radio 9 de Concepción del Uruguay, dicho de forma tan o más contundente como ahora lo ratifican los empresarios “arrepentidos”.

¿Por qué no se investigó entonces? Es la gran pregunta que debe responder la Fiscal Federal y el Juez Federal de Concepción del Uruguay, Pablo Seró, que no sólo no motorizó la investigación sino que tiró la pelota afuera aduciendo falta de competencia para intervenir en el caso. A pesar que los abogados Pagliotto y Mulet presentaron formalmente una denuncia por los dichos de Pietroboni, jamás fueron notificados sobre las actuaciones que se siguieron.

No investigar, ¿trae consecuencias? Además de las demoras, con ello probablemente la eliminación de pruebas importantes. Otra consecuencia irremediable es la imposibilidad de un testimonio clave en el funcionamiento de las coimas en la obra pública entrerriana de la que Pietroboni parecía dispuesto a hablar.
De los Cuadernos a Entre Ríos
Los nexos de los Cuadernos de la Corrupción con la obra pública entrerriana son cada vez más. De un lado, la constructora Luis Losi aparece nombrada como parte de las firmas que aportaban “retornos”. Y en esa empresa aparece el nexo con Carlos Galuccio, hermano del ex CEO de YPF que muchos atribuyen como un contacto que Sergio Urribarri le acercó a Cristina Fernández de Kirchner. En la lista sigue la propia constructora Lemiro Pablo Pietroboni ante las confesiones de su ex titular, Víctor Pietroboni, que había reconocido en 2016 el pago de coimas para participar del negocio de la obra pública. Hoy, hay un pedido expreso para que el Juzgado Federal de Bonadío haga lo que el Juez Federal de Concepción del Uruguay, Pablo Seró, debió haber hecho y no hizo: allanar las oficinas de Pietroboni y rastrear la trazabilidad del dinero. ¿Eso es factible? Para el abogado Guillermo Mulet esa tarea no sólo que es posible sino relativamente fácil de probar. Y eso hace temblar a los contadores de la constructora uruguayense.
“La pista Pietroboni”
Con ese nombre del primer “arrepentido” que no quisieron escuchar en su momento, se sumó a la megacausa de corrupción la semana pasada un aporte clave que acercaron a Bonadío los abogados entrerrianos Rubén Pagliotto y Guillermo Mulet: En su propias palabras, los abogados reconocen haber llevado “al juzgado de Bonadío un aspecto hasta ahora no declarado por ningún arrepentido: la vinculación de la AFIP y (su ex titular, Ricardo) Echegaray con este mecanismo de saqueo sistemático e ininterrumpido de fondos públicos a través de la obra pública”. ¿Cómo funcionaba El Mecanismo? Pagliotto lo describe a partir de las pistas que brindó el propio empresario Victor Pietroboni dos años antes que estallara esta causa: “Lo sustancial de las declaraciones de Pietroboni es el aporte de un tema novedoso que, hasta ahora, ningún empresario contó: los créditos fiscales que cada empresario recibía en compensación de las coimas que pagaban a la asociación ilícita de funcionarios”, afirma Pagliotto.
El “Mecanismo”
¿Cómo se sospecha que era la operatoria para el pago de coimas? No tan burda como algunos imaginan, pero tampoco es una maniobra tan compleja como para no poder ser descubierta. El dinero salía de las arcas del Estado como anticipo financiero a favor del empresario adjudicatario de la obra pública. Se abonaba con un cheque o transferencia bancaria a la cuenta de la empresa, que facturaba por ese monto. Al cobrar ese anticipo, la empresa devolvía el dinero a los funcionarios en concepto de “coima”. Y, como beneficio, las empresas recibían facturas “truchas” a fin de obtener crédito fiscal por IVA. Es decir, una operación win-win o “ganar-ganar”: ganaban los funcionarios corruptos que se quedaban con el dinero del retorno, y ganaba el empresario que recibía el equivalente a las coimas en crédito fiscal.

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Infografía Datos Concepción Agrandar imagen
Infografía Datos Concepción
Por eso “la pista Pietroboni”, que comienza a ser investigada, involucra el encubrimiento de AFIP, la existencia de facturas “truchas” y los “dibujos contables” que quedan registrados sin poder ser eliminados en los libros de la empresa constructora uruguayense. El caso ya está en la mira de la Justicia Federal y pretende ser una suerte de “caso testigo” donde probar la existencia de este “Mecanismo” y de esa forma desentrañar la pata financiera de esta trama de corrupción.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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