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Luego del último y serio corte de agua corriente en Colón, provocado por la rotura de un caño de la red de distribución, y en conocimiento de esa circunstancia se escuchó a un vecino decir que lo que pasa es que “la red está atada con alambre”. Utilizando de esa manera, en principio y cuando menos en parte equivocadamente, una expresión que hace referencia a los que en su época eran expeditivos e ingeniosos mecanismos, de quienes se decía que, el insumo básico por ellos utilizados a la hora de “hacer andar” -no “reparar”, porque eso es otra cosa- el motor de un automóvil traqueteado que había caído en sus manos milagrosas era, precisamente, el alambre.

No es extraño entonces, que esa afirmación, en el inicio de una suerte de payada, haya sido retrucado por otra voz que aludiendo a la circunstancia que luego de cada rotura de caño, se procedería a romper todavía más una calle de por sí ya rota, cavar hasta dar con el caño pinchado, para abrazarlo con tela de goma y atarlo con alambre el sector de caño siniestrado, en lo que resultaba un salvador parche. Parche que volvía las cosas a una normalidad precaria, de duración azarosa dado que sería totalmente imprevisible tanto el momento como el lugar de la red en el que se produciría la próxima pérdida.

Es que ese vecino habló de un futuro lejano -o no tanto- en que toda la red distribuidora de agua corriente se convertiría con la reiteración al infinito de esa práctica en un original y casi único en el mundo “parcheducto”, momento en que se habrían acabado los problemas. Ignoramos cómo terminó ese amable entredicho, pero el conocer su existencia, nos confirmó que la prioridad que en Colón debe fijase de aquí en más la administración municipal es la de la renovación total de esa red. Y solo cuando termine con ella encarar otras, que no sean mínimas, o que estén vinculadas con los gastos de funcionamiento y mantenimiento de los otros servicios a su cargo.

Comprendemos la renuencia de quienes en forma sucesiva siguen pasando por cargos que significan adoptar la decisión de acometer una obra de esa magnitud, en parte por la elevadísima inversión que ello significa y que por nuestra parte al ser profanos en la materia ignoramos, a la vez que se trata de esas obras que dado “que no se ven” -ya que obviamente quedaría enterrada- tienen escaso valor propagandístico.

Un reclamo que vemos como esos que exigen una decisión que estimamos insoslayable, si se tiene en cuenta el número de años, por no decir décadas, que escuchamos la voz oficial que anuncia, que “esta vez sí” con la obra pequeña, mediana o grande que se termina e inaugura, se ha dado la “solución final” -lo que implica que el problema dejará de reaparecer por décadas- a esa prioritaria necesidad.

De allí que se nos ocurre que esa ponderable y a la vez significativa suma de dinero que según se informa el gobierno provincial desviará de sus fondos hacia nuestro tesoro municipal, y que según la misma noticia sería destinada a la pavimentación de nuestras calles y la construcción de un polideportivo, no tendría mejor destino si se volcaran en dar comienzo a la renovación de esa red. Al fin y al cabo, dejando los rezongos que pervivirán, ya nos hemos acostumbrado a vivir sin calles que merezcan ese nombre y los clubes de la ciudad suplen con un éxito esforzado la función, que hasta se puede llegar a suponer que nunca alcanzará un nuevo emprendimiento, las satisfacciones sociales y culturales propias de un polideportivo.

Queda pendiente lo vinculado con el costo de la obra, que como señalábamos es para nosotros una incógnita. Pero que se puede develar. Y ver de qué manera se completarían los fondos reaplicados consecuencia de la generosidad del gobierno provincial, ya con un refuerzo que el mismo tenemos la seguridad no nos negará, o que de alguna parte saldrán, convencidos de que “Dios proveerá”. Máxime si se tiene en cuenta que suena a desprecio a la magnificencia divina, la circunstancia que la misma nos haya brindado la gracia de vivir a la orilla de un gran río, y que como consecuencia de nuestra inoperancia, cuando se abre una canilla de ella no salga agua.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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