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El regalo de Navidad del FMI a la Argentina vino bajo el formato de un comunicado de prensa que sintetiza la Evaluación Ex Post (“EPE”) del préstamo stand-by excepcional que el organismo otorgó al país en 2018.

El comunicado desnuda, por un lado, cuánto de puesta en escena hay en las “demandas” que nuestro Gobierno hace al Fondo y, por el otro lado, cuánto de ingenuidad hay en los dirigentes, periodistas y analistas, respecto de la evolución de las negociaciones entre nuestro país y el organismo.

Es una puesta en escena la seguidilla de demandas del presidente Fernández al Fondo para que “revise” el préstamo otorgado. Ya en los primeros párrafos del comunicado, el FMI afirma que el EPE es necesario cada vez que un préstamo excede los límites normales de financiamiento a un país. Se hace para evaluar cómo funcionó el programa, en relación con los objetivos planteados. El EPE no se hizo a pedido del Gobierno, sino en cumplimiento de las reglas del FMI.

Otra puesta en escena es la de la “nueva flexibilidad” del FMI y la de la excelente llegada de Guzmán a Kristalina Georgieva, con quien supuestamente comparten una visión común del mundo. El comunicado echa por tierra esa farsa. Todo el texto transpira que las reglas son las reglas. Aun cuando reconoce que los objetivos no se cumplieron, confirma que los procedimientos siguieron esas reglas.

Si la puesta en escena persigue objetivos políticos no lo sabemos. Pero sabemos que no suma nada a nuestra posición negociadora, y que difícilmente a alguien que no esté ultra-ideologizado le interesen los objetivos políticos. El problema está en que, de tanto repetir el relato, la ficción se ha hecho carne en una dirigencia que ya no la diferencia de los hechos. De ahí nace la ingenuidad que hace a muchos suponer que el FMI accederá a una negociación que permitirá estirar los plazos de pago sin condiciones; es la teoría del acuerdo light.

¿Qué cosas concretas del comunicado hacen dudar de la existencia de un nuevo y benevolente Fondo? El Directorio Ejecutivo señala sin rodeos que la estrategia y la condicionalidad del préstamo original no fueron suficientes para contrarrestar los problemas estructurales enraizados en Argentina: finanzas públicas frágiles, dolarización de la economía, alta inflación, débiles canales de transmisión para la política monetaria, sistema financiero pequeño y una pequeña base exportadora.

Tal cual se lee: las condiciones no fueron suficientes. Va más allá: no fueron suficientes porque se hicieron pronósticos demasiado optimistas respecto de la recuperación de la confianza del mercado gracias al programa. De eso, y no de otra cosa, trata el programa stand-by: debía servir como puente hasta que se recuperara el acceso normal al financiamiento.

Es decir, el programa falló porque los pronósticos eran demasiado optimistas, porque el ajuste no fue el suficiente y porque se sobreestimaron los tiempos de recuperación del acceso a los mercados. ¿Qué podríamos esperar ahora, cuando el futuro que imagina el ministro Guzmán es aún más optimista que el que el FMI y el Gobierno de Macri imaginaron en 2018, cuando el deseo explícito es que no haya ajuste alguno, y cuando no parece que este Gobierno logre generar confianza en los mercados?

Una visión descarnada del comunicado sugiere que el EPE mató a la hipótesis del acuerdo light. Podremos lograr estirar los plazos. Pero deberemos aceptar más condiciones, más ajuste. Luego podremos aplicar la argentinidad a pleno y no cumplir el acuerdo. Pero eso es otra cosa.

El jueves, Argentina pagó al FMI el equivalente a US$1900 millones. Es el segundo pago de capital, luego del de septiembre. Mientras se dilatan las negociaciones, el Fondo ya recuperó casi 10% del préstamo original. El Gobierno sueña con que recuperará el dinero de los DEGs, con el que pagó, cuando renegocie el acuerdo. Pero eso demandará más condiciones, pues supondrá una ampliación del crédito vigente.

Una prueba contundente de lo irritante que resultó el comunicado del FMI la dio el ministro Guzmán cuando afirmó que “al Fondo Monetario le hace falta una revisión mayor sobre lo que hizo el gobierno de Macri”, arguyendo que algunos miembros del organismo no fueron tan autocríticos. Si sigue encerrado en la ficción que se construyó, no debemos descartar que el verano sea movido.

(*) Esta columna no saldrá durante las próximas tres semanas
Fuente: El Entre Ríos

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