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Me encontré con un amigo que me hizo abrir los ojos grandes por una sorpresa mayúscula con la que me confundieron sus palabras.? Fue cuando escuché salir de su boca, mientras se mostraba hasta un poco presumido y del todo suficiente, que tenía “disponibilidad horaria” (¡¡!!).

No es?de extrañar que viéndome después de eso que lo miraba con cara extraña, buscara la forma de aclararme los tantos. Y la manera que me explicó de lo que se trataba me aclaró las cosas. Porque lo que sabía, nunca trabajaba o al menos yo no lo veía hacerlo, e inclusive sabía que para sus salidas contaba con los pesos que le daba la abuela jubilada.

Y de pronto me enteré de que no era de uno de quienes ahora se han puesto de moda, dando muestras de un verdadero drama, que ni estudian, ni trabajan y que, por lo mismo, cuando no se pasan el día haciendo huevo, lo ocupan con pensamientos atravesados y haciendo bromas verdaderamente sangrientas.

Sino que había entrado en una categoría de personas que podían sentirse orgullosas de la nueva manera como podían calificarse, que no era otra que contar con disponibilidad horaria total y completa a “full”, como me explicó para decirlo en difícil.

Aunque después, hablando con mi tío, vi que hacer referencia a una disponibilidad de esa clase, no era cosa aplicable a quien se lo veía como un vago, ni tampoco aquél que buscaba trabajo sin encontrarlo, sino que por lo general los que hablaban de ese modo eran personas que ya tenían trabajo, pero que les sobraba el tiempo, o mejor dicho que les quedaba tiempo disponible para seguir trabajando.

Y me terminé preguntando, ¿por qué hay personas que trabajando buscan y consiguen otro rebusque y hay otras que tienen disponibilidad horaria a full? ¡Cómo son de complicadas las cosas y cada vez más, mi Dios!
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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