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La ignorancia política atenta con el verdadero sentido de la democracia representativa, dejando en manos de unos pocos la distribución real del poder, por medio del uso y abuso de las propias herramientas que deberían justamente funcionar como un equilibrio institucional.

Sí tomamos a todos los dirigentes políticos elegidos electoralmente, por el “sagrado” voto popular, y los colocamos en un extenso listado (donde estén concejales, presidentes y vicepresidentes municipales, diputados y senadores provinciales, diputados y senadores nacionales y desde ya presidente y vicepresidente, no se sí vale siquiera la pena incluir en el listado a los parlamentos del mercosur, pero podría ser una opción), para medir el grado de conocimiento en la sociedad llegaremos sin lugar a dudas a cifras alarmantes.

Pensemos en invitar a cualquier legislador (en cualquiera de los niveles gubernamentales), a merodear las calles de nuestra ciudad, la suya, la nuestra y comencemos por preguntar a cada uno de los transeúntes sí lo conocen, sí lo votó y en su defecto porque no lo voto.

Tomemos un grupo de jóvenes entre 18/25 años, y preguntemos que categorías se votaron en las últimas 5 elecciones, como fue el resultado, y que influencia tuvo en el escenario político, pero no nos detengamos ahí redoblemos la apuesta y pidamos que, además de contestarnos sobre el margen de conocimiento, nos den algunas características de cada uno de ellos, profesión u oficio, perfil ideológico o trayectoria partidaria.

Si logramos que más de un tercio responda satisfactoriamente nos podemos sentir realizados, pero la realidad es otra. Muchos de los “elegidos” por el voto popular no los conoce absolutamente nadie, salvo su familia y algunos amigos, pero el voto o potestad otorgada es la misma que otros dirigentes que llegan a superar el 90% de grado de conocimiento.

Es decir yo – que no me conoce nadie, es más me veo al espejo y dudo de mi propia existencia- si ocupo un lugar electivo, automáticamente soy imbuido del óleo sagrado de Samuel, en base a nuestra Constitución Nacional, provincial y local respectivamente, y represento al pueblo, departamento, provincia, según corresponda. ¡No me conoce casi nadie!, ¿Cómo puede suceder esto?, ¿Cómo puede ser que nos gobiernen y representen personas que la gran mayoría no conoce?, una simple respuesta: lista sábana y tracción de votos en las diversas categorías.

Por ejemplo, si el gran elector es Macri y voy en el listado de diputados incluso sin encabezar, es posible que gane y nadie siquiera sepa que acabo de asumir de diputados, lo mismo pasó cuando la gran electora era CFK, o más atrás en el tiempo Menem, y podríamos seguir.

Idéntica situación sucede a nivel provincial, si Bordet es el gran elector, podría ir en el número 18 de la lista de diputados, y ni mis propios compañeros de lista conocerme, o ser senador provincial- con el agravante que en el diseño provincial, no están representados las minorías- y los ejemplos como se dará cuenta son interminables.

Muchas veces se criticó esto pero nunca la totalidad de la dirigencia política se sentó en una mesa a repensar las reglas de juego, democratizando realmente las mismas.

Sigamos en estos ejemplos y pensemos las minorías partidarias, ¿están representadas?, o simplemente son sparring en las contiendas electorales, para luego vender o alquilar los famosos paquetes (lo cual hoy en día dudo que existan), haciendo de la minoría partidaria un buen negocio.

¿Cómo lo solucionamos? Pateando el tablero, eliminando las boletas sábanas, y desdoblando las elecciones, pero no según nos convenga, sino siempre, es más las elecciones de presidentes municipales deberían ir separadas de las elecciones de gobernador, y la de este de la presidencias. Sí leyó bien tendremos mínimo tres elecciones, pero lo que perdemos en tiempo y costo operativo, lo ganamos en calidad institucional, y legitimidad políticas.

Es más los concejales deberían ser elegidos por distritos, y no en una lista única, de esta forma los vecinos tendrían la chance de al menos conocer a sus representantes, y permitir un escenario más equilibrado.

Si logramos la boleta única, y categorías diferencias, podemos estar más cerca de ir combatiendo al oportunismo político, y comenzando a pensar, repensar y analizar cada voto, en consecuencia desdoblamiento y lista única son una necesidad, pero no para estas elecciones, sino para todas.

La reforma política que el oficialismo provincial presentó es una buena noticia, esperemos que tenga resultados positivos, y que a nivel nacional se pueda replicar, y no caigamos en la mala costumbre de defender la reforma entre los ríos y atacar cuando sea a nivel nacional, por el simple hecho de no ser del partido de uno.

En otras columnas podremos analizar con mayor rigurosidad el proyecto de reforma, por ahora nos conformamos con instalar esta pregunta ¿Conocemos a quienes votamos?
Fuente: El Entre Ríos

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