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El brote del famoso coronavirus, conocido como COVID-10, ha tomado ya estado de pandemia y acallado a las pocas voces -algunas supuestamente entendidas- que aseguraban que todavía era posible evitar que la enfermedad se propagara desde China hasta todos los rincones del planeta.

Cerrada esa discusión, la OMS y los distintos gobiernos del mundo parecen ahora concentrar sus esfuerzos en lograr que la epidemia tenga el menor de los impactos posibles, esto es el menor número de infectados al tiempo que se trata de lograr que la vida cotidiana de sus ciudadanos sufra la menor disrupción posible. Por ahora, los mercados, que suelen ser un buen termómetro de lo que piensan los agentes económicos globales más informados, parecen pensar que eso no va a ser posible y que el escenario más probable es uno de ralentización económica a nivel mundial y de interrupciones serias en la cadena de logística que mueve productos de un lugar a otro y por todo el mundo.

Superados los esfuerzos del gobierno chino por confinarlo, el coronavirus ya se ha desplegado por casi 40 países e infectado a más de 80 mil personas. Los muertos son poco más de dos mil, la gran mayoría en la provincia china de Hubei, donde tuvo su inicio el fenómeno. La lista de otros países seriamente afectados incluye a Italia, Irán Corea del Sur y Japón. Lo preocupante es que la tasa de mortalidad supera el 2%, aunque ese porcentaje ha sido mucho más alto aun en el lugar del epicentro, donde se concentrar al mayor cantidad de infectados hasta el día de hoy.

”Donde coinciden infectados con problemas de infraestructura y logística es donde se están dando la mayor cantidad de muertes en términos porcentuales”

El crudo invierno del hemisferio norte no ayuda por cierto, y allí todos esperan con ansias el cambio de estación, el que habrá de producirse en breve. Temperaturas más benignas seguramente colaboren para que el virus disminuya su velocidad de propagación y también hagan lo propio con la cantidad de infectados. Mientras tanto, los países desarrollados, concentrados en su mayoría en ese hemisferio, despliegan todos sus protocolos, poniendo especial énfasis en las tareas de prevención y también de preparación frente a la emergencia que se percibe como inevitable.

Todo lo que tenga que ver con la logística ha tomado particular importancia a partir de la experiencia china, ya que una pobre organización es garantía segura de más y más prontas muertes. En China el gobierno -particularmente el central- se ha esforzado en mantener en ritmo la entrega de suministros médicos, sumar instalaciones, ya sea construyendo nuevas o adaptando otras ya existentes, y movilizando grandes números de personal médico a las zonas más afectadas. Son muchos los expertos que aseguran que dentro de todo ha sido una bendición que la epidemia comenzara en China, ya que su infraestructura médico-hospitalaria está mucho más preparada que en la mayoría de otros países en desarrollo, ya sea en Asia, América Latina, y muy particularmente en África.

Lo que nos lleva a preguntarnos ¿y qué hay de nosotros? Sin casos confirmados, por ahora solo Brasil ha confirmado uno y el resto de los vecinos ninguno como nosotros, es dable esperar que más temprano que más tarde haya algún tipo de brote, tal vez más cerca del tiempo de las estaciones frías, cuando las enfermedad respiratorias suelen manifestarse con mayor fuerza. Más allá de cierto desinterés inicial palpable en nuestras autoridades sanitarias nacionales, concentradas tal vez en la increíble y renovada lucha contra enfermedades que creíamos superadas como el sarampión y el dengue, seria dable esperar una pronta reacción que nos lleve a prepararnos como corresponde frente a la irrupción de la epidemia.

”Argentina, nuestra provincia incluida, parece sufrir hoy de ciertas carencias a nivel de su sistema sanitario que solo la prevención habrá de lograr logra las suplamos adecuadamente”

Lamentablemente, Argentina no parece contar hoy con medios ni un poco similares a los que disponen países como China, -uno ni siquiera quiere intentar una comparación con los europeos o Estados Unido-s, y las perspectivas, si el brote se diera finalmente, no serían las mejores. Particularmente vulnerables parecen zonas varias del conurbano bonaerense, donde la cantidad de gente supera con creces a la capacidad médica y logística instalada, o en provincias del norte donde esa misma infraestructura es casi inexistente. En provincias como la nuestra podría tal vez llegar a haber más recursos a mano, pero sin la prevención adecuada es muy posible que aun así tengamos que lidiar con muchos enfermos y con tasas de mortalidad totalmente indeseadas.

¿Se acuerdan del dicho aquel de ¨prevenir es curar¨? La pregunta no es si el flagelo viene o no sino cuando así que esperamos nuestras autoridades sanitarias hagan su trabajo y no tengamos que lamentar accidentes y un potencial desastre cuando el invierno haga finalmente su arribo a Entre Ríos en poco más de tres meses.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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