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Incendio provocado por los mapuches en el sur
Incendio provocado por los mapuches en el sur
Incendio provocado por los mapuches en el sur
Decirlo así es casi una metáfora misérrima en un entorno que parece seguir, todo él, un camino parecido. Sin ir más lejos, lo que está sucediendo en Córdoba, donde en uno de sus sectores rurales, los incendios se volvieron de repente imparables, y a las pérdidas de todo tipo se suma el hecho de que se debe lamentar la pérdida de vidas humanas.

Algo que nos lleva a decirnos cómo han cambiado las cosas de los tiempos en los que se castigaba con ensañamiento a María Julia Alsogaray – que, bueno es recordarlo, nunca fue “santo de nuestra devoción”, tal como en su momento lo pusimos de manifiesto-, frente a la falta de reacción actual del gobierno nacional ante lo sucedido. Al que también se lo ve prestando una colaboración misérrima a los esfuerzos, con escasos resultados del gobierno provincial y de los siempre sacrificados bomberos voluntarios, los que luchando contra el fuego con denuedo, junto a vecinos de la zona; los que muestran su impotencia azotando el fuego con hojas de palmeras.

Una circunstancia que habla mal de los altos funcionarios de ese ámbito, cuyos nombre la mayoría de nosotros desconocemos -basta preguntar a cualquier vecino sobre el nombre del anterior y el actual ministro que se ocupa de los asuntos ambientales- y que, inclusive, con un dejo de maldad, lleva a preguntar qué hubiera hecho Romina Picolotti, ante una tragedia de este tipo.

Pero no solo vemos cómo se hace humo la vegetación de la aludida tierra cordobesa, con su añadido trágico en su agresión a todo el entorno, lo que incluye a los pobladores, sino que ello parece ser una expresión concreta, de lo que en un sentido figurativo, pasa con nuestra moneda, ante la cual la inflación juega el rol que en el caso mencionado le toca desempeñar al fuego.

Y en este ámbito se comienza a registrar una muestra a la que no siempre se atiende de ese estado de cosas, cual es el hecho de que se han comenzado a percibir señales de un fenómeno que asusta a nuestros comerciantes, cual es que lo obtenido como precio de la mercadería que venden apenas si les alcanza –si es que no acusan pérdidas- para reponer a la mercadería vendida, dado el alza que esos precios han sufrido en el ínterin del proceso.

Mientras tanto la ley se sigue entre nosotros haciendo humo, que no es una novedad si se tiene en cuenta la relativa popularidad de un término, cuyo empleo parecía acotado al ámbito de las disciplinas sociales: la palabra “anomia”. "A-nomia" significa la situación que se vive en una sociedad cuando las normas, y en nuestro caso las leyes, precisamente por “hacerse humo”, desaparecen.

Ello como consecuencia de que a las leyes comienzan por no acatarlas los que mandan, siguen los jueces cuando las interpretan en sus sentencias como se les ocurre, o según la conveniencia de alguien al que quieren complacer; todo ello en un proceso en el que la falta de respeto se vuelve generalizada, y se vuelve inexistente la sanción o castigo que debería seguir a su transgresión.

Ejemplos de lo cual, no solo abundan sino que cada día que pasa nos encontramos con otros nuevos. No es entonces necesario que se formule al respecto explicación alguna, pero de cualquier modo en la ocasión nos sentimos obligados a hacer referencia a una situación específica, y que a pesar de la lejanía en que ella se da, debe ser motivo de grave preocupación.

Nos referimos “a la cuestión mapuche”. Debemos al respecto comenzar por señalar que tenemos respecto a los actuales componentes de ese falso “pueblo originario”, ya que se mudó parcialmente de Chile a nuestra Patagonia en fecha reciente – entendido esto en términos históricos-, todo el respeto que merecen como compatriotas, en el caso de haber nacido en nuestro territorio, o de inmigrantes, en el caso de haber venido de Chile.

Pero lo que no se puede admitir, y el gobierno nacional debiera ser el primero en hacerlo, es que grupos de esa etnia se proclamen como una “nación mapuche”, adoptando una postura que, por lo difusa, es difícil de precisar, ya que no se sabe si ver en esa proclamación propósitos “secesionistas” o si, por el contrario, pretenden constituirse en un “estado dentro de nuestro estado”.

Sea cual sea su postura, es evidente que se asiste por parte de esos grupos –que, conviene aclarar, no abarca a todos ellos- a un “alzamiento”, el cual cabría inclusive considerar que alcanza ribetes de “sedición”, y que se traduce en la destrucción y ocupación de bienes de propiedad particular o pertenecientes al dominio público, todo ello con el uso de una violencia que se traduce en muertes e incendios, ante la pasividad de nuestras autoridades, en lo que parecería seguir una línea coherente aunque no explícita, que demostraría simpatía a este tipo de acciones.

Ello así, a pesar de que se asiste a un ejemplo gravísimo de la posibilidad de “hacer humo” una parte de nuestro territorio.

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