Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El que así suceda no puede causar ninguna extrañeza entre nosotros, ya que son tantas las situaciones de este tipo que no solo hemos perdido nuestra capacidad de asombro, sino que se ha logrado que nuestro país se convierta en lo que se ha dado en llamar una “anomalía”; con el añadido que se suele escuchar agregar el mote de “irrelevante”.

Para decirlo con palabras de las que gusta la crítica literaria, hemos consumado el milagro de convertir a nuestro país en la expresión, no solo concreta sino también “viva” en cuanto verificable, de lo que se conoce como “realismo mágico”. Ejemplo de lo cual lo tenemos en la situación por la que atraviesan nuestros jubilados y pensionados, con excepción de los que perciben haberes de privilegio, como es el caso de la actual vicepresidenta. La cual está beneficiada con el cobro de dos emolumentos, uno como viuda de un ex presidente, y otro por haberlo sido ella también, que suman un monto tan grande, que por pudor evitamos señalar. Mientras que el común de los “pasivos” no solo tienen que contentarse con la percepción de un haber misérrimo, de esos que a la “gente de posibles” les hace de una manera agraviante –más allá de cuál haya sido su intención- decir en referencia a su situación “yo no me explico cómo hacen para arreglarse con tan poca plata”. Sin darse cuenta, por vivir dentro de una burbuja, que a los “pasivos” no les queda otra cosa que esforzarse por hacerlo, soportando la angustiante situación de no poder cuidar su salud como corresponde, sobre todo teniendo en cuenta su edad, y comiendo lo que se pueda y cuando se puede. Y como si esto fuera poco, y aunque parezca imposible, con el temor permanente de que “los cruce” un ladrón…

Quiere ello decir que, para muchos, lo que debería ser una etapa de la vida en la que están presentes la paz y el sosiego –en una palabra, el disfrute del ocio bien ganado- se lo ve convertido en un calvario.

De allí que nuestra afirmación primera, en el sentido que la realidad puede llegar a superar a la ficción, la encontramos contrastando lo descripto con la trama de una novela de nuestro reconocido escritor Bioy Casares, titulada “Diario de la guerra del cerdo”, la que hasta cierto punto puede llegar a considerarse como una estrambótica profecía de lo que puede llegar a ser la vida, entre los que se adentran y transitan más allá de la tercera edad, en una sociedad como la nuestra. Ya que esa novela -en realidad, un corto relato-, viene a describir “una guerra entre los jóvenes y los viejos”. Su personaje central, un hombre conocido como Isidro Vidal, pero cuyo nombre verdadero es Isidoro, al que junto con los demás protagonistas se los hace vivir en un barrio ambientado como el Palermo de la década del 60 del siglo pasado. Este, un día, al levantarse de la cama del conventillo en que vivía, descubre que los jóvenes han decidido comenzar a atacar y amenazar a los viejos. Así sucede, y la lucha entre jóvenes y viejos está siempre presente, dándose incluso el caso que, un vendedor de diario amigo de Vidal es muerto en una de las primeras escaramuzas.

En el relato, a “los viejos” les cuesta reconocerse como tales, mientras que los jóvenes el autor los retrata como “violentos y descerebrados, que realizan sus actos sin saber qué motivos les guían”. Una situación que estaba más o menos prevista en la reflexión de un trabajador maduro, que hace de esto muchos años, al ver el rumbo que seguíamos, se preguntaba entre risueño y preocupado, “cuando yo sea viejo, no quiero ni pensar quién me dará que comer”.

Esos diagnósticos son exactos, pero en la situación en que hemos desembocado, cabe suponer que tienen un grado de responsabilidad mayor los que ahora son viejos que los jóvenes de hoy, porque aquellos estaban en los años mozos cuando las cosas ya se habían comenzado a torcer. Y como una cosa lleva a la otra, resulta adecuada la referencia a la magnitud que en la actualidad ha asumido lo que cabría denominar “la cuestión generacional”, de lo que es un claro anticipo la novela a la que nos referimos.

Sucede que, en Chile, luego de una grave conmoción social, y como una fórmula de salida a la misma, acaba de sancionarse una nueva Constitución, la que entrará en vigencia en reemplazo de la actual, en el caso de que la misma sea convalidada por los resultados de un referéndum, de inminente realización. Y es así como esa situación ha llevado a que un analista político de esa nación, la interprete en función del hecho que “en Chile se libra un conflicto de generaciones, más que de izquierdas y de derechas”.

Con lo que se viene a señalar la existencia de una nueva brecha, esta vez de carácter abismal, que se da también entre nosotros, y que aquí viene a sumarse a un estado de agrietamiento social, del cual el no reaccionar a tiempo, nos llevará a una “pulverización”. Entre tanto, esa grieta abismal a que nos referimos se la considera consecuencia de la aceleración cada vez mayor del tiempo histórico –todo cambia a nuestro alrededor y lo hace mucho más rápido-, algo que lleva a que a las viejas y nuevas generaciones les cueste entenderse entre sí.

Dicho de otro modo, ven un mismo mundo de dos maneras en muchos aspectos opuesta, que tantas veces resulta explicable que no lleguen a entenderse. Y para lograrlo, se nos ocurre que la responsabilidad es sobre todo de los mayores, quienes tienen la enorme misión de transmitir valores permanentes, sobre todo a través de la ejemplaridad.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario