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Aunque sin llegar a tocarnos afortunadamente. Al menos en lo que a los escándalos en cadena que se vienen desatando en este país tan nuestro. Donde primero se hicieron conocidos Lázaro Báez, el López de los bolsos en el monasterio, y Cristóbal López. Aunque cuando saltó este último al tapete, ya sabíamos de Jaime, y se había comenzado a hablar de los hoteles de El Calafate, y de una ambiguamente inescrutable “ruta del dinero K”. Después aparecieron las fotocopias de los cuadernos Gloria de Centeno, y las planillas Excel de Ernesto Clarens, un “imputado colaborador”, de esos que llaman “arrepentido”, cuando no son otra cosa que un “forzado bocón”.

Y es de estas planillas Excel a las que nos queremos referir, porque en ellas se ven a todos los contratistas de obra pública, que pagaban peaje durante el régimen anterior. Todos colocados en prolijas columnas, con indicación de los presuntos pagadores, ranqueados de mayor a menor.

Para alivio nuestro -aunque ello dice también de la escasa relevancia de nuestra provincia- vemos a la empresa Lossi ubicada en el décimo octavo lugar -posición 18- con un monto pagado por peaje que nos resistimos a creer, ya que trepa a los 400 millones de pesos. Lo sigue en el vigésimo tercer lugar -posición 23- la empresa Pietroboni, con pagos por peaje de 200 millones, y haciendo cola en quincuagésimo octavo lugar -posición 58- a la empresa Pitton con 60 millones.

Lo cual no quiere decir que necesariamente esos o los otros empresarios incluidos en la planilla hayan pagado sobornos o, como se dice habitualmente, “coimas”. Ya que puede haberse dado el caso que ese cobro de “peaje”, no sea otra cosa que una versión paqueta de aquello de “la bolsa o la vida”. Una situación frente a la cual es difícil de resolver muchas veces de la manera que corresponde, habiendo estado, y todavía estando, metidos en el lodazal de una anomia inmoral.

Sería complicado, pero de cualquier manera un intento, hacer un primer testeo con el objeto de dejar establecido si los empresarios que dicen haber estado obligados a pagar peaje, restando el mismo habrían “aprovechado la volada” o el “río revuelto”, para fijar un costo de la obra mayor al correcto. Ya que en el caso que así fuera no habrá existido una suerte de extorsión sino un aprovechamiento cómplice.

De cualquier forma la cuestión no puede menos que despertar una curiosidad explicable, ya que algunas de las empresas mencionadas fueron las que pavimentaron la ruta provincial 23 que partiendo de Termas Villa Elisa llega a Jubileo; la que une Ubajay con San Salvador y la que desde Pueblo Liebig llega hasta “la calle” -ya que por la intensidad del tránsito que acusa, la “ex” 26 no es en puridad sino una ruta convertida en calle, que une Colón con San José.

De las nombradas las dos primeras muestran deterioros, que sobre todo en el caso de la segunda, Ubajay-San Salvador, provoca por lo menos sorpresa, si se tiene en cuenta el poco tiempo corrido, hasta ahora, desde su terminación.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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