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Cristina fue al senado y se defendió

No es mi intención referirme al escandaloso tratamiento que se viene dando al terremoto provocado por la aparición de una copia de los cuadernos de Centeno.

Por Rocinante

Ni siquiera al escándalo dentro del escándalo que significa exhibir, al mismo tiempo que de esa manera se los veja, en las pantallas de la televisión el ir y venir de arrepentidos y los que no lo son.

Ni tampoco al escandalito que su ubica dentro de esos dos escándalos consecutivos, referido al tratamiento que los medios audiovisuales dan al tema, como si se tratara de un torneo mundial de futbol, o de la pelea entre dos famosos faranduleros hasta ayer casados.

Sino que lo que me preocupa es que, sin darse cuenta, esa manera de proceder no juega en favor del tratamiento que una cuestión de esa índole merece.

Es que al movernos de esa manera, por una parte se la trivializa y por la otra (lo que es más grave aún) de tanto apabullar a la opinión pública se puede terminar por anestesiarla, precisamente cuando lo contrario es lo que se necesita, o sea mantener los ojos abiertos y la mente alerta.

Demás está decir que no voy a referirme en detalle al discurso de Cristina en la ocasión de ser tratado en el Senado de la Nación un pedido judicial de allanamiento a sus múltiples domicilios. El mismo, en cuyo transcurso casi como al pasar y también casi sin querer, posiblemente por estar obnubilada por una rabiosa furia, tan solo en apariencia contenida, reconoció el tremebundo manejo de la obra pública en el transcurso de la gestión de su marido y la suya (ya que vino a decir que en ese ámbito siempre se ha robado, dado lo cual no hay nada extraño en que ellos también lo hayan hecho).

En cambio es mi propósito ocuparme de lo que debe considerarse como el núcleo duro de la argumentación de todos los partícipes de esa administración, y de los que son todavía sus férreos seguidores, al buscar defenderse de sus latrocinios, (y dejando de lado la indicación que nos encontramos ante una gran payasada montada, a la que también se refieren) cual es que nos encontramos aquí ante una gran maquinación de la que Macri basura, no es nada más que un títere, mientras que una mezcolanza integrada entre otros por los grupos nacionales concentrados, un variopinta infinidad de empresas multinacionales, el Fondo Monetario Internacional (la lista puede alargarse hasta el infinito); intriga con la que, con el objeto de instaurar en nuestro país un régimen autoritario y de explotación a los más desfavorecidos de clara raigambre neoliberal, necesita de la cabeza de Cristina, para lograr sus pérfidos propósitos.

Es decir, que se asiste otra vez más a la utilización en la escena pública de la teoría de la conspiración, a la que tantas veces se ha echado manos a lo largo de la historia con fines malévolos y con resultados peores todavía.
Los Protocolos de los Sabios de Sion
Tal es uno de los primeros ejemplos del empleo de esa metodología en la historia contemporánea. Se trata de una obra que con ese título apareciera en1902 (un verdadero libelo antisemita) publicado por primera vez en la Rusia zarista, cuya elaboración fue atribuida a la policía secreta del régimen y que solo alcanzó una distribución masiva a partir de 1917, con la finalidad de culpar a los judíos de los males de la guerra y de la revolución cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos (se trata de una palabra de origen ruso y con ella se hace referencia a las agresiones multitudinarias hacia algunos colectivos) que sufrían los judíos.

El texto, según explican los que se han ocupado de su análisis, pretende ser la transcripción de unas supuestas reuniones de los «sabios de Sion», en la que ellos detallan los planes de una conspiración judeo-masónica, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último hacerse con el poder mundial.

Los Protocolos son la publicación antisemita más famosa y ampliamente distribuida de la época contemporánea. Según se explica, la obra utiliza un sospechoso lenguaje autoinculpatorio –nadie escribe así de sí mismo y sus intenciones– y el texto está plagado de generalizaciones, lugares comunes y simplezas. Pero los Protocolos calaron hondamente en el antisemitismo europeo, y millones de personas los creyeron a pies juntillas –algunos siguen haciéndolo–, pues básicamente sólo “confirmaban” por boca de supuestos judíos y masones lo que millones de crédulos ya pensaban de ellos.

Su contenido, que hasta lleva a dudar, por supuesto en una reducción al absurdo, si no podría considerarse como la base de la estrategia utilizada durante la llamada década ganada.

Es que en los diversos protocolos se tocan temas como la promoción de tendencias subversivas en la ciencia y el arte; provocación sistemática de conflictos internos y otorgamiento de derechos ficticios para las masas; el control de la prensa y de la corrupción de la política, los legisladores y jueces; la estupidización de la juventud mediante una educación fundada en teorías y principios falsos; la promoción de distracciones para evitar la reflexión en las masas: juegos, diversiones, pasatiempos, prostitución y actividades deportivas; educación superficial y abolición de la libertad de enseñanza y del pensamiento crítico; manipulación y falsificación de la Historia; control de la economía.

A la vez esos Protocolos fueron utilizados en la propaganda nazi (años 1930-1940) para justificar la persecución de los judíos, y se convirtió a los mismos en lectura obligatoria para los estudiantes alemanes.

Por otra parte, como detalle anecdótico de la aplicación más cercana de la misma teoría conspiracionista, se da el caso que tanto dentro como fuera de los Estados Unidos, ha habido muchos para los que los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron favorecidos por la administración de George W. Bush, con el fin de que Estados Unidos tuviera una excusa para iniciar las guerras contra Afganistán e Irak, promover restricciones de derechos civiles en el país (Acta Patriótica) e iniciar programas de espionaje a gran escala.

Algo irreal, pero que se convirtió en realidad cuando, aprovechando la coyuntura que significara esa tragedia, el vicepresidente norteamericano Cheney maquinó una teoría conspirativa que llevó a que el segundo de los Bush invadiera Irak, con las desastrosas consecuencias conocidas que todavía siguen golpeando a nuestro mundo.

Haciendo referencia a nuestro país, viene al caso recordar la presencia de una especulación que no creo que pueda haber tenido la consistencia de una teoría conspirativa, pero que de cualquier manera su referencia no es superflua, cual es lo que tiene que ver con el secuestro y posterior asesinato de Pedro Eugenio Aamburu, por integrantes del grupo Montoneros. Es que en su momento se barajó la explicación que detrás de esa operación estaba el gobierno de Onganía y más precisamente de su Ministro del Interior Imaz. Explicación que se vinculaba con el hecho que Aramburu habría estado conspirando en función de un movimiento cívico militar, con el objeto de derrocar a Onganía y convocar de inmediato a elecciones.

Lo curioso del caso es que esa especulación sobrevivió al esclarecimiento de los hechos, sobre la base de una supuesta vinculación de Imaz con los montoneros.
Detrás de los ejemplos, la teoría
Al respecto corresponde comenzar por señalarse que como acertadamente lo ha indicada un estudioso en la materia, el término «conspiración» es muy anterior al término «teoría conspirativa», y la existencia de conspiraciones está bien demostrada en la Historia. Y que esto ilustra el hecho de que la conspiración es y ha sido un comportamiento humano real y frecuente, mientras que la validez del más reciente concepto de «teoría conspirativa», está abierta al debate.

Y en lo que hace a que se entiende por teoría conspirativa existe coincidencia entre los estudiosos que se ocupan del tema, en señalar que una teoría de la conspiración o teoría conspirativa puede definirse como la tentativa de explicar un acontecimiento o una cadena de acontecimientos, sucedidos o todavía por suceder, ya sea percibidos o reales, comúnmente de importancia política, social, económica o histórica, por medio de la existencia de un grupo secreto muy poderoso, extenso, de larga duración y, generalmente, malintencionado.

A su vez cabe señalar, siguiendo las mismas fuentes, que la hipótesis general de las teorías conspirativas es que sucesos importantes en la Historia han sido controlados por manipuladores que organizan los acontecimientos desde «detrás de escena» y por motivos nefastos.

De allí que se asiste por aplicación de esa teoría a un falseamiento en la explicación de hechos realmente ocurridos, a los que se pretende darle otra explicación alternativa a las «oficiales» o a la ofrecida por las autoridades, o a las fuentes que habitualmente se tienen por autorizadas, en cuanto han sido efectuadas por personalidades con reconocida autoridad intelectual y moral. Teorías que se tienen por autorizadas, que se las viene a descalificar por considerarlas y evaluarlas como especulativas, falsas o intencionadas por motivos no lícitos.

El hecho curioso, pero que tiene su explicación, es que la circulación de las teorías conspirativas se aviva en tiempos de crisis, en el que la mayor parte de la gente, por no decir todos, no entiende nada de nada de lo que pasa, y embarullada y angustiada como está se aferra a explicaciones (teorías) simplistas de lo que ocurre, que en realidad son fácilmente comprensibles pero que no explican ni dicen nada, o si dicen algo es lo que les interesa que escuchen.

Algo que les interesa que escuchen, repito, porque todas esas teorías conspiratorias, terminan apuntando a un chivo expiatorio, en realidad un ogro maléfico, en el que cabe encontrar el causante de todos los males presentes y los futuros que están por venir.
El contrafuego de las teorías conspiratorias
El académico estadounidense Noam Chomsky contrasta la teoría conspirativa como más o menos lo opuesto al análisis institucional, el cual se enfoca mayormente en el comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas públicamente, según se registra, por ejemplo, en documentos académicos o reportes de medios de comunicación, en lugar de coaliciones secretas de individuos.

De donde vendría a deducirse que el contrafuego adecuado contra la emergencia y avance de esas teorías falsamente incendiarias, está por sobre todo en el desarrollo del pensamiento crítico en todos y cada uno de los integrantes de la sociedad.

Una receta preocupantemente difícil de utilizar si se tiene presente el resultado de las encuestas escolares, que dan cuenta del elevado porcentaje de estudiantes que no comprenden lo que leen.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa