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En los no tan cercanos tiempos en que iba al catecismo, siempre sentí curiosidad por saber el porqué del hecho que Jesús resucitado, una vez en el Cielo, se sentó a la diestra (o sea la derecha) de Dios Padre. Debo aclarar que entonces nadie supo explicarme eso de porqué a la derecha y no a la izquierda, y que a esta altura de mi vida he desistido de seguirlo averiguando.

Por Rocinante

Pero, sin hacer gala de una falsa erudición, he llegado a saber que desde mucho antes del nacimiento de Jesús, se privilegiaba lo diestro, sobre lo siniestro. En esos tiempos ser diestro era ser reconocido como algo positivo, aunque no se tratara precisamente de una virtud, mientras que era y es evidente la carga afectiva negativa que acompañaba a lo siniestro.

No es de extrañar entonces que se haya tratado de expresar a ambos conceptos, mediante términos que pretenden aparecer como sin connotación valorativa alguna, es decir que suenen como neutros, (esa es la explicación casera que he elaborado para mí) y de allí que el término diestro se haya sustituido en el lenguaje coloquial por derecho (sin perjuicio de que la primera de esas dos palabras conserve su connotación positiva, cuando asociamos destreza con habilidad, caso en el cual para nada se nos viene a la cabeza la palabra derecho), y lo propio haya ocurrido con la expresión siniestro, en cuyo lugar se pasó a hablar de izquierda, palabra ésta que solo mantiene esa carga negativa, para los repudiables integrantes de la derecha política extrema. Algo que no quita el hecho que se asocie como hemos visto destreza con habilidad en una determinada práctica, al mismo tiempo que derecha consideremos ya a las personas que dan cuenta de un comportamiento correcto, como aquélla que se la ve de pie o marchando erguida.

Mientras que existen circunstancias, que llevan a advertir que la palabra izquierda no ha perdido del todo ese vínculo con lo siniestro, ya que no es lo mejor que a cualquiera le puede pasar bajarse de la cama apoyando primero el pie… izquierdo, ni tampoco podemos olvidar cuando en materia de seguros, se dice que se está en presencia de un siniestro, y que en la escuela y en la vida se presta una atención especial a los “zurdos” y no a los diestros hasta el punto de que no me explico cómo no se han organizado como grupo vulnerable, ya que hubo un tiempo en que en la escuela absurdamente se pretendía obligarlos a escribir con la mano derecha, algo que no era otra cosa que un trato cruel, y he conocido a muchos de sobrenombre “zurdo”, pero a nadie que lo mencionen como ” diestro”.

Se debe tener mientras tanto en cuenta, que existe una ocasión que empareja a ambas palabras, cuando se habla de alguien que reparte trompadas a diestra y siniestra, pero las cosas se vuelven de nuevo desparejas cuando, como veremos, se califican de una manera distinta a las cosas que se hacen “por derecha” de las otras.
“Por derecha y por izquierda”
Paso a transcribir el editorial publicado por el diario La Nación de Buenos Aires, en su edición del 14 de julio pasado, bajo ese título, que me servirá para proponer una conclusión que va más allá del mismo.

Aclaro que al mismo tiempo el único tratamiento que le hago es dividirlo en tramos a los que asigno distintos títulos, a los efectos de facilitar su tratamiento posterior, pero fuera de ello su transcripción es literal. Dado lo cual, de aquí en más me adentro en una transcripción segmentada de esa nota.

La situación actual que vive el país tiene una explicación

Quienes se han servido y pretenden servirse del Estado se rehúsan a que deje de funcionar como un agujero negro por el que se dilapida el esfuerzo de todos. El enorme gasto público heredado y reprimido con impuestos y altísimas tasas de interés, no nació de un repollo, ni fue magia. Es fiel reflejo de nuestra compleja mentalidad criolla. Para usar una expresión callejera, se expandió por derecha y también por izquierda.

Lo que aconteció por derecha

"Por derecha" se subieron al carro presupuestario quienes tienen empleos en los tres poderes del Estado nacional, provincial y municipal. Quienes se jubilaron con aportes o sin ellos; los pensionados variopintos; los titulares de AUH y quienes reciben planes sociales. Nada, ni a nadie para recriminar, todos argentinos comunes y corrientes, que tomaron lo que se daba. Así se ha configurado la matriz ocupacional de la Argentina, con sus millones de personas en distintas oficinas públicas o cobrando transferencias sociales para subsistir.

Lo que aconteció por izquierda pero en beneficio de lo que se conoce como la derecha.

"Por izquierda", en cambio, se desfondaron las cuentas de vialidad, obras públicas, energía y transporte con licitaciones arregladas, sobreprecios escandalosos, retornos a funcionarios y ganancias inmorales a empresarios corruptos. Estos pagos fueron hechos por izquierda, pero a favor de la derecha, si imaginamos a esos contratistas sentados a la diestra, como girondinos de 1789. Se estima que los sobreprecios acumulados en 12 años de kirchnerismo ascienden a 45.000 millones de dólares. Evidentemente, gente conservadora.

Por derecha, pero en beneficio de lo que se conoce como la izquierda

A la inversa, por derecha, pero beneficiando a la izquierda, se pagaron casi 20.000 indemnizaciones a víctimas del terrorismo de Estado bajo las leyes reparativas por un total de casi 2500 millones de dólares. Entre los beneficiarios estuvieron, por ejemplo, los parientes de los 12 montoneros muertos al atacar el Regimiento de Infantería de Formosa (1975) y no los padres o hermanos de los 12 conscriptos que perdieron su vida en la defensa. Esto ya ha dado lugar a nuevos y justos reclamos.

Por derecha, la Argentina pagó 17.000 millones de dólares a holdouts y por fallos adversos en el tribunal arbitral del Banco Mundial (Ciadi). Tiene aún contingencias de 4500 millones, por la expropiación de YPF; por la manipulación del cálculo del PBI (Indec), que afectaba los bonos ligados al crecimiento y otras confiscaciones. Se trata de reclamos por negocios espurios (por izquierda) o impericia de funcionarios como el juicio del fondo Burford Capital contra la Nación, fruto del turbio acuerdo entre Néstor Kirchner y la familia Eskenazi, por la estatización de YPF, sin extender la oferta de compra a los accionistas minoritarios. Se estima que la contingencia asciende a 3000 millones de dólares.

Una situación parecida ocurrió con Aerolíneas Argentinas. En el litigio, el Gobierno estimó un valor negativo de 832 millones de dólares, lejos de los 600 millones de dólares que reclamaba Marsans. Como no se pusieron de acuerdo, el Estado depositó un peso como valor simbólico. Luego, Marsans vendió su reclamo en el Ciadi a Burford Capital, el mismo del caso YPF. La Argentina perdió el arbitraje y debe abonar 320 millones de dólares.

El caso Saiegh

Un juicio fuera del radar es el que lleva el exbanquero Eduardo Saiegh contra el Banco Central por más de 140 millones de dólares invocando lesa humanidad.

A diferencia de Burford Capital, Saiegh prefiere litigar en la Argentina, con el apoyo del kirchnerismo y miembros de la agrupación Justicia Legítima, como no lo hubiera logrado en un tribunal internacional.

Si lograse un fallo a su favor, sería la indemnización más grande jamás abonada por dicho concepto. Según Saiegh, quien era dueño del Banco Latinoamericano, liquidado en 1981, junto con el Banco de Intercambio Regional, el Banco de los Andes y el Banco Oddone, su caso es distinto. Pero no convenció al exministro de Economía Carlos Fernández en 2008, quien se negó a pagar el reclamo por falta de fundamento. Fue entonces cuando armó una causa alegando lesa humanidad, para que fuera retroactiva.

De ese modo, 30 años más tarde, alegó torturas y vejámenes ordenados por funcionarios del Banco Central para apropiarse de su banco, como parte de una acción sistemática contra empresarios por "subversión económica". Nunca se ha visto que el Banco Central necesitase torturar a nadie para retirar la autorización a una entidad financiera y, mucho menos, para "apropiarse" del banco de Saiegh, liquidado durante el gobierno de Raúl Alfonsín, por vaciamiento y autopréstamos. Como plan B, sostuvo que le robaron de la caja fuerte el paquete de control de Austral Líneas Aéreas, para poder estatizarla, cuando esa empresa ya pertenecía al Estado y era operada por Aerolíneas Argentinas. Esta causa avanzó a todo vapor con el apoyo inicial de la Secretaría de Derechos Humanos, en tiempos de Eduardo Luis Duhalde. A tal punto que Saiegh sostuvo que ese aval público implicaba un reconocimiento oficial de las torturas y vejámenes que motivaban su reclamo por 140 millones de dólares.

Hace tres años, aquella secretaría, advertida de la contradicción, abandonó su apoyo a Saiegh, desistiendo de la querella. El absurdo es aún mayor, pues Saiegh, quien vive en un barrio aristocrático, a metros del Ministerio de Seguridad, tiene custodia domiciliaria de la Prefectura Naval desde hace una década, por temor a una represalia de los policías que, según su relato, lo torturaron en 1980. Un disparate, 40 años después, pero con un costo monetario importante.

El Tesoro nacional es proveedor indispensable de fondos para cumplir los fines del Estado, para atender a los más vulnerables, para hacer obras públicas y para satisfacer las innumerables prestaciones que se agregan mediante nuevas leyes y decretos. Pero también es un barril perforado, donde, por derecha o por izquierda, todos alegan prioridad sobre sus limitados recursos.

Por derecha, la política impulsa designaciones, contratos, pensiones, planes, becas y viajes, mientras que, por siniestra, se consienten negocios amañados, juicios sin fundamento o arreglos de comité cuyo costo se paga a través de la inflación, el desempleo y las angustias de fin de mes.
Una conclusión tristísima a la que se arriba y que va más allá del texto transcripto
Debo comenzar por decir que en dicho texto he encontrado algunos errores, que como resultan insuficientes para obligarme a desistir de la conclusión que paso a formular, no resulta de interés mi referencia a ellos.

Y la conclusión a la que arribo no es otra que las cosas que hacemos por derechas, no son sino en realidad cosas de las que se hacen por izquierda, salvo por el hecho de que las vestimos de manera que se presenten como hechas en la misma forma. Y a ese respecto señalaré unos pocos casos en que se da esa situación, que se refieren a escenarios en apariencia nada cuestionables.

El primero de todos, tiene que ver con lo que cabe calificar como la amnistía concedida a las persones en condiciones de jubilarse, pero que no contaban con los aportes mínimos suficientes para lograr ese beneficio. A quienes se les permitió obtenerlo, descontándoles un porcentaje durante un determinado lapso de los beneficios mensuales que pasaban a cobrar de una manera inmediata.

Debe quedar bien en claro que toda persona que ha llegado a una cierta edad tiene derecho a contar con una prestación dineraria y servicios asistenciales conexos y gratuitos, independientemente de que haya hecho o no aportes. Pero al mismo tiempo estimo claro que esos beneficios el Estado debe afrontar su pago con fondos específicos y diferenciado de los constituidos por el aporte de los jubilados.

Otro caso se hace presente en el Consejo de la Magistratura. Un organismo con una razón de ser inobjetable en cuanto tenía por finalidad que contemos con jueces idóneos e independientes. Pero que en su funcionamiento quedó desvirtuado por su politización y burocratización.

Para decirlo con palabras groseras de nuestra habla cotidiana: parecemos empeñados en transformar la mayor cantidad posible de todo lo que tocamos es un enchastre. Y que hasta que modifiquemos esa manera de comportarnos, no tendremos remedio.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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