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Según me han contado, en Colombia a los guerrilleros de las Farc -por si no lo saben, las Farc son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-, que se han desarmado, les cuesta conseguir trabajo.

Y hablo de los que se desarmaron de acuerdo a un arreglo de paz que los mandamases de dichas fuerzas firmaron con el gobierno, porque hubo unos cuantos que se negaron a hacerlo y siguieron haciendo de las suyas; esas escandalosas travesuras de andar secuestrando gente para después, según sea el caso o el humor, asesinarlos o cambiarlos por dólares contantes y sonantes, y siempre metidos en el negocio de la coca.

Que a los guerrilleros rasos, no es el caso de los comandantes, les cueste encontrar de que ocuparse, no es de extrañar, porque existen sobradas razones para explicarlo. Empezando por el hecho que para quienes han estado desde chiquitos en el monte ocupándose de hacer maldades, algunos de ellos desde hace 40 años, lo que aprendieron a lo largo de su vida les sirve de bien poco al momento de volverse simples “civilachos”.

Alguno habrá pensado en un “conchavo” como agente de seguridad en una empresa, pero ¿cuál sería el hipotético patrón que se animaría a contratarlo?

Está la plata “expropiada” o ganada en el negocio de la droga, pero allí el problema es que los que fueron comandantes la tienen bien asegurada, haciéndose los desentendidos cuando se les pregunta por ella.

Es cierto que ese frente del narco terrorismo pasó a convertirse en un partido político, pero las bancas legislativas que les asignaron en el arreglo, y el imaginado fervor popular que suponían los iba a acompañar en las urnas para hacerse de más bancas, resultaron siendo un fiasco.

Es por eso que lo del cuento que me hicieron me agradó, cuando también me dijeron que ahora hay un grupo de ellos, al que se le ha ocurrido la idea de armar una empresa que ofrezca sus servicios a turistas interesados en que alguien les muestre cómo vivían y las cosas que hacían, esto último en sentido figurado, cuando su oficio era la lucha por la liberación. Todo ello presentado, según aparentemente dicen los prospectos con los que se promueve la idea, con una apariencia de insuperable realismo.

Fue allí donde me puse a pensar, y digo que estoy cansado de repetirles que vivo pensando, si no podríamos preparar una lista de proyectos parecidos para ofrecer acá, aunque de una manera más variada.

Me dicen que no hay que pensar en llevar turistas a la Boca, para mostrarles la Bombonera y sobre todo para fraternizar con los barrabravas del lugar, porque en Boca ya hay algunos de ellos que se están ocupando del negocio, y se me ocurre resultaría insalubre competir en ese nicho.

Pero lo que son ideas para empresas de este tipo es lo que sobran, habiendo tantas cosas que acá nos hacen llorar, y a los que vienen de afuera también, pero… de risa. Se imaginan salas teatrales en que se los escuche a Moreno o a D’ Elia monologando frente a un auditorio, aunque dudo que acepten, porque según me dicen ya “están hechos”.

Aunque lo que sería espléndido, por más que reconozco que es más difícil de llevarlo a la práctica por los costos, es un paseo por el lejano sur, rastros de sus andanzas que dejaron Lázaro Báez y otros personajes parecidos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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